Desastre

353 39 4
                                    

En la sala de la Mansión Wayne reinaba el silencio, los bat-kids se encontraban en una posición incómoda sin saber qhe hacer con esos tres adolescentes desmayados, aunque para ellos no era nada fuera de lo común de lo que acababa de pasar.

La mayoría se había acostumbrado a este tipo de situaciones.

Después de todo, cuántas veces habían sido sorprendidos por visitantes de otros mundos, universos o líneas temporales.

Helena, por ejemplo, solía aparecer cada cierto tiempo, solo para pasar el rato o ayudarles con alguna misión.

Terry y Matt también hacían apariciones esporádicas para resolver asuntos en Gotham, y ni hablar de las múltiples versiones alternas de héroes que habían tenido el "placer" de conocer.

Damian jamás olvidaría la ves que conoció a la versión mujer de su padre.

Sin embargo, esta vez el ambiente era diferente o así lo sentían.

Una densa tensión flotaba en el aire y era tan densa que se podía cortar con un cuchillo.

La reciente competencia había agotado a la mayoría, y aunque algunos estaban luchando por mantenerse despiertos, la incomodidad reinaba.

La situación parecía más sombría de lo habitual y eso los mantenía despiertos.

Alina, la menor del grupo, había sido enviada a dormir, algo que no le agradaba en absoluto.

—¿Tengo que? —preguntó con un puchero molesto, mientras Damian la arropaba en la cama.

Se había negado a irse al principio, pero solo basto que Respawn la cargará como un saco de papas para que a final llegara así.

—Sí, mañana tienes clases, y me niego rotundamente a que adquieras malos hábitos —respondió Damian con una voz suave, aunque firme.

Alina, resignada, asintió y abrazó su peluche de Batman con fuerza, su cara reflejando una pequeña frustración antes de rendirse al sueño.

Tal ves la emoción de tener una nueva aventura, la hizo llegar a su límite y cayó dormía al instante.

Damian esperó pacientemente a que Alina se durmiera por completo, velando su descanso en silencio.

A pesar de la situación con los intrusos, su prioridad era el bienestar de la pequeña. (Le gustaba tener esa sensación de hermano mayor, le hacía sentir que podía cuidar y no ser cuidado como lo hacían sus demás hermanos mayores).

Su responsabilidad hacia ella era innegociable.

Solo cuando estuvo seguro de que dormía profundamente, se levantó con cuidado y salió de la habitación.

Al regresar a la sala, Jason le lanzó una mirada cargada de burla.

—Sabes que ella podía haberse quedado despierta un poco más —comentó con un aire de despreocupación, pero con cierta diversión.

Damian, siempre listo para enfrentarse a Jason, no tardó en responder, esta vez con una firmeza cortante.

Sabía que estaba jugando y no lo decía enserió, pero estaba con las emociones al tope.

—No —dijo tajantemente—. Alina no debe involucrarse en esto, es solo una niña. ¿O acaso meterías a Tyler en todo este lío?

El silencio de Jason fue inmediato, y durante un segundo, se pudo ver la duda en sus ojos. Tyler, su segundo hijo adoptivo, era un niño dulce de apenas seis años.

Lo había adoptado recientemente, después de haber tomado bajo su ala a Sasha, su primera hija, quien actualmente estaba en una misión junto a los otros Robins. La idea de meter a Tyler en algo así lo hizo titubear.

Un lugar al cual llamar hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora