Capítulo 28. Dudas...

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Me desperté con el sol filtrándose por las ventanas y una ligera sensación de nerviosismo en el estómago. Decidí hacerme un café antes de enfrentar el día. Mientras preparaba la bebida, mi celular sonó. Era Dome.

—¡Hola, amiga! —dijo entusiasta al contestar.

—¡Hola! ¿Cómo va todo por Colombia? —pregunté, intentando que mi voz sonara despreocupada.

—Bien, pero quiero saber de ti. ¿Todo en orden?

—Sí, todo bien. Solo... tuve un pequeño susto. Hice una prueba de embarazo y estoy un poco confundida.

—¿En serio? ¿Y qué pasó? —su tono cambió, y podía sentir su preocupación.

—Negativo. Pero no sé, creo que lo mejor es ir al médico. — dije, le conté sobre la broma que hice con Ian y cómo me había dejado pensando.

—Escúchame, no te confíes. Te paso el número de mi ginecóloga de confianza. Ve a que te hagan un chequeo.

—Gracias, la verdad que lo necesito. Me siento un poco estresada con todo esto.

—No te preocupes, todo va a estar bien. Solo asegúrate de hacerte el chequeo.

Después de colgar, agendé el número de la ginecóloga y decidí que iba a pedir turno para hoy mismo, si era posible obvio. Cuando Ian se despertó y vino a la cocina, me sentí un poco nerviosa.

—¿Todo bien? —me preguntó, sonriendo mientras me daba un beso en la frente.

—Sí, estaba hablando con Dome. Tenía algunas cosas que contarle.

—¿Sobre mí? —bromeó.

—Algo así —respondí sonriendo, sintiendo la culpa crecer en mi pecho.

Aprovechando un momento en que Ian se distrajo, mandé un WhatsApp a la ginecóloga que me pasó Dome. Una vez que coordiné la cita, respiré aliviada. Pero ahora venía el desafío de inventar una excusa para Ian, no quería molestarlo con esto ni preocuparlo.

—Gordo, estoy organizando algunas cosas para un book de fotos de una quinceañera que tengo que hacer hoy —le informé, era obvio que era mentira pero no quería decirle sobre mi cita con la ginecóloga.

—¿Hoy? No me dijiste nada —preguntó, con curiosidad mientras fruncía el ceño.

—Sí, me salió de la nada. Pero no te preocupes, es rápido —respondí, tratando de que no sospechara.

—¿Vas a volver a casa a comer conmigo? —preguntó, con una sonrisa.

—Seguramente sí. Si consigo algo, te traigo comida. Te voy a llamar —dije, sintiéndome un poco más ligera.

Ian asintió y me dio un pequeño beso en los labios.

—Cualquier cosa, voy a estar en el gimnasio entrenando.

Nos despedimos, y mientras salía de casa, el corazón me latía fuerte. Subí a mi auto y me dirigí directo hacia la clínica. La ansiedad aumentaba, pero sabía que era necesario. Esta era mi oportunidad de aclarar todo lo que me preocupaba.

Con cada kilómetro, la determinación crecía. Solo quería saber si todo estaba bien.

Al llegar, me acerqué a la recepción y me anuncié con la secretaria.

—Hola, tengo un turno con la ginecóloga—dije, intentando sonar tranquila.

—Claro, permíteme tu DNI así te anuncio con la doctora. —Le entregué mi documento, ella tecleó algunas cosas en la computadora y me indico que tomara asiento, eso fue lo que hice, sintiendo cómo la ansiedad comenzaba a acumularse en mi pecho.

Desenfocada. (Ian Lucas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora