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«Empezaba a sospechar sobre lo que ocurría y quería ayudarla, pero era tan complicado llegar a ella»

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«Empezaba a sospechar sobre lo que ocurría y quería ayudarla, pero era tan complicado llegar a ella»

Mike Lauper

El sonido de los platos y tenedores colocándose en la mesa eran sonoros por toda la cocina y el diminuto comedor.

Mientras la madre de Abby ponía la comida en cada plato, esta se encargaba de llevarlos a la mesa donde los tres cenarían ese día.

El padre de Abby estaba sentado en la mesa, esperando su comida y empezar a comer antes de que ambas mujeres se sentaran a cenar. No era un hombre con quien podías hablar tranquilamente, básicamente se enfadaba por cualquier cosa. Y se le notaba en la mirada al ver que las dos mujeres de la casa tardaban más de la cuenta en poner la mesa.

—Vamos a ver. ¿Por qué están tardando tanto, joder? —preguntó, con el tenedor en una mano y el cuchillo en la otra.

Theo era un hombre muy poco paciente, de unos cincuenta y dos años. Tenía una calvicie bastante notable y una barriga de tanto haber bebido alcohol. Se dedicaba a trabajar en la gasolinera que había lejos de allí y era el que llevaba el dinero a casa. Pero debido a sus cambios de humor drásticos, era alguien que tan solo era mejor tener muy lejos y Abby siempre le tenía miedo a ese hombre.

—Aquí está, Theo —dijo Abby mientras caminaba con su plato con rapidez por el comedor.

Pero un percance hizo que el plato de ese hombre cayera al suelo junto con el resto de su comida y todo se quedase hecho añicos por el suelo, junto con Abby en el suelo con las rodillas arañadas.

La universitaria no sabía dónde esconderse y su madre, que era muy protectora con ella, corrió a ver como estaba.

—¡Joder! Eres una maldita patosa —dijo enfadado mientras miraba como un poco de salsa había caído en el borde de su pantalón de trabajo, pero era tan poco que apenas se notaba.

Cuando realmente la que se había llevado la peor parte era Abby.

—¿Estás bien? —preguntó Isabel y ella asintió, intentando ocultar sus ganas de llorar.

Y Theo veía la escena con una mezcla de cabreo y humor.

—¿Vas a llorar? —preguntó con tono burlesco—. ¡Se una mujer! Siempre llorando. Mira que eres una inútil.

Abby empezó a recoger las cosas, pero su madre no la dejó para que no se cortase.

Cuando Abby se fue a levantar para que su madre lo recogiese y ella siguiera poniendo la mesa, sintió que alguien la agarraba por la muñeca y la frenaba con brusquedad, haciéndola girar sobre sus propios talones y se encontró con la mirada furiosa de su padre.

—Limpia este estropicio —murmuró hacia su hija, con ese tono de voz que asustaría hasta el más fuerte.

Y su madre se acercó a ellos, deseando que no pasara nada.

Experimenta Conmigo [+18] | NUEVA VERSIÓN 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora