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La noticia para Nat había sido buena, no sólo porque su objetivo con Max era ese, tener un hijo para que el mayor pudiera ser rey, sino porque era la representación de la unión de ambos, era un fruto de un amor apasionado pero a su vez muy tormentoso, pero que era de ambos y eso no podía quitárselo nadie.

Eso era espectacular, además Nat siempre quiso hijos propios, así que era la mejor noticia que había escuchado en días, lastimosamente también era la peor.

No saben el veneno que tanto había comprometido a la criatura, su salud y su capacidad de mantener un bebé, porque si, quedar embarazado fue relativamente fácil, pero de aquí a que su cuerpo fuera lo suficientemente fuerte para mantenerlo, darle los nutrientes y hacerlo crecer por todo el ciclo, era incierto.

Esto sin contar que, químicamente se encontraba muy limitado, contaba con algunas de las hormonas de Max, pero no al completo para asegurar que este estaría bien o llegaría a término como tanto deseaba.

Por eso lloraba, cada lágrima representaba en su cuerpo la felicidad y la tristeza tan profunda de la incertidumbre del destino, de lo cruel que es el futuro al darle lo que deseas pero en las peores condiciones.

Todo esto era a lo que Nat debía enfrentarse ahora, eso sin contar todos los problemas que pasaban fuera de su cuerpo, Nunew por ejemplo, quién sea que lo este intentando envenenar y ahora el correr del reloj, quién una vez su hijo cumpliera el año le otorgaría el divorcio de Max.

Son tantas cosas que llegaban a su mente que el no tenía idea de cómo manejarlas, a pesar de ser príncipe, haber enfrentado cosas como sirviente y demás, Nat no se sentía lo suficientemente fuerte y solo se atacó a llorar con la noticia.

JJ conocía su situación más que nadie, al menos todo menos lo del contrato con Max, por ello no dudaba en entregarse en su dolor y llorar con el, porque no tenían una idea clara de que podría suceder ahora.

Como omega, JJ lo entendía de una forma increíble, el sostenía su mano tan fuerte y le partía el alma verlo manteniendo la espalda recta, aguantando las lágrimas intentando no derrumbarse por aquel al que llamaba su señor.

El doctor les dio la noticia a el y JJ, en la habitación se encontraba Gun quién fue a visitarlo luego de su jornada de interrogatorios tan drenante y agotadora.

A penas aquellas palabras salieron de su boca el alfa corrió a traer a su esposo quién claramente debía saber que estaba ocurriendo. Cuando Max entró a la habitación con la angustia en su rostro Nat creyó que ya lo sabía, sobretodo por el lazo que los unía.

No en detalle seguramente o porque el se encontraba tan devastado, principalmente porque al Max no tener la marca de Nat, no puede trasmitir mensajes o ideas a su destinado, como decía en los libros que últimamente había consultado.

Al ver el rostro de su esposo, puede decir que recupero un poco la esperanza, porque la angustia en esas cejas pobladas, la preocupación en esos ojos negros y esa mirada que le decía a gritos que necesitaba asegurar que Nat se encontraba bien era reconfortante.

Indicaba para Nat que el mayor realmente se preocupaba por el fuera la situación que fuera.

Con eso tiene más razones para llorar ante Max, a fallado como príncipe, a fallado como sirviente, como omega pero sobretodo a fallado como pareja ante su amado.

El doctor le dio la noticia a su alfa sin detalles, penas o pausas, como debía hacerlo, porque no había otra forma de recibir una noticia como esa.

- ¿Nat? ¿Nat? - La voz de Max sonó en su cabeza llamándolo, haciéndolo reaccionar.

Max lo veía a los ojos, ahora los de el alfa también tenían algo de lágrimas en las esquinas de sus ojos pero estas no caían aún, no eran tantas como las suyas.

Tyrant. - MaxnatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora