Capítulo 11
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A la mañana siguiente, mientras todos esperaban la llegada de los reyes para iniciar el desayuno, Aegon estaba ya sentado, tranquilo, tomando más de su bebida especial. Sus ojos se cruzaron con los de Daemon, quien observaba en silencio, antes de girarse hacia su sobrina. Ella miraba a su hermano con preocupación, consciente de que en los últimos días había estado bebiendo más de lo usual.
-Hermano, ¿no crees que es demasiado temprano para beber? -le preguntó Rhaenyra, su voz teñida de preocupación. No quería que, tras las recientes pérdidas, Aegon buscara consuelo en el alcohol.
-Tranquila, hermana. Puedo controlarlo -respondió Aegon con aparente calma, aunque la verdadera razón detrás de su temprana bebida era el nerviosismo que sentía. Aún no tenía noticias del destino de su abuelo.
Antes de que Rhaenyra pudiera responder, un grito resonó en el aire, sobresaltando a todos. Para Aegon, ese grito significó que la tarea había sido cumplida. Todos se levantaron para averiguar lo sucedido, y Aegon caminó tras los adultos, acompañado de sus hermanos y sobrinos, intentando ocultar la emoción que sentía.
Al llegar al lugar de donde había provenido el grito, vieron a su madre arrodillada, llorando desconsoladamente, mientras el rey la acompañaba.
-¿Qué sucedió, hermano? -preguntó Daemon al rey, con seriedad.
Este solo pudo devolverle una mirada triste.
-Mi padre... él murió... No sé cómo... Anoche estaba bien... -dijo Alicent entre sollozos.
Todos quedaron sorprendidos, preguntándose cuál podría haber sido la causa de su muerte. Durante la cena, Otto Hightower parecía estar bien. Un silencio denso cayó sobre la sala, nadie sabía qué decir o pensar.
-¿El abuelo murió? -preguntó el pequeño Aemond, aferrándose al pantalón de su hermano mayor.
-Lamentablemente, mi niño -respondió Aegon con una sonrisa cariñosa, acariciando la mejilla del niño-. Pero no pienses en cosas tristes. Piensa que ahora está descansando. Vivió su vida, tuvo hijos y nietos.
Sin embargo, lo que Aegon realmente quería decir era: "Ojalá se esté quemando en el infierno, aunque hubiera preferido que sufriera en su muerte, pero eso habría levantado sospechas".
A pesar de su intento de consolar a Aemond, los menores notaron que Aegon parecía demasiado tranquilo para una pérdida tan reciente.
-Quiero que sea quemado -dijo la reina, mirando al rey con determinación.
Él, sorprendido, negó con la cabeza, rechazando su petición. Desesperada, la reina giró hacia su hijo mayor, esperando que él diera la orden. Aegon le devolvió una sonrisa, lo que le hizo creer que cumplirían su deseo. Pero entonces Aegon habló:
-Otto Hightower será enterrado en su pueblo natal -dijo con simpleza, ante la mirada de todos los presentes.
-Él fue el castigo por el pecado que fue cometido -murmuró Helaena en voz baja. Aunque sus palabras apenas fueron escuchadas por los menores y su hermano mayor, Aegon comprendió de inmediato. Debería tener cuidado. Ahora entendía que todas las aparentes incoherencias que su hermana decía en su primera vida eran, en realidad, predicciones o acertijos sobre lo que había sucedido.
Aegon la miró con atención y se acercó a ella, acariciando suavemente su cabello. Luego, la abrazó, un gesto que, para los adultos presentes, parecía un intento de consolarla. Sin embargo, la verdadera razón del abrazo fue para susurrarle al oído:
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Segunda vida.
FanficAgonizando se encontraba el actual rey Aegon II Targaryen, envenenado por su propia gente, lo mas curioso que en su agonía no tenia deseos de vivir, a estas alturas para que pensaba el joven rey, no tenía a nadie, sus hermanos, sus hijos, su madre...