Athena.
-¿Quiere que vaya con él a la reunión? -cuestioné incrédula ante las palabras de Roderick.El hombre entró en mi habitación con la orden de Dorian de que debía acompañarlo a su reunión diaria en la sede de la organización.
-Así es, dejó muy en claro que no acepta un no de tu parte. -Suspiré y me levanté de la cama, dirigiéndome al baño. Necesitaba una ducha urgente para despejarme.
La puerta de la habitación se cerró tras él. Me metí bajo el agua caliente, permitiendo que el vapor me relajara. Cuando salí, Neva estaba sentada en la cama, sonriendo.
-Supongo que eres mi hada madrina, ¿me equivoco? -dije con una sonrisa irónica mientras me cruzaba de brazos.
-No te equivocas, vengo a darte asesoramiento de vestuario. -Se levantó y se dirigió al armario con confianza.
Me acerqué a ella, opinando sobre las combinaciones posibles hasta que finalmente nos decidimos por una: un top negro sin mangas, pantalones beige de corte recto, de cintura alta, y tacones negros a juego. Observé mi reflejo en el espejo. Me gustaba el resultado. Al ver a Neva, su expresión me dijo que pensábamos lo mismo.
-Esto te dará más porte. -Tomó una pulsera dorada, un collar y unos aretes del mismo tono. Me los extendió y los coloqué. -Necesitas un bolso, es importante. -Salió de la habitación y regresó con una caja, abriéndola para mostrarme un bolso negro, con una marca que resaltaba en el broche. Era una pieza impresionante.
-¿Esta es su manera de disculparse? -pregunté mientras observaba el bolso, dándole vueltas entre mis manos.
-Tal vez. Solo me dijo que te lo diera. -Se encogió de hombros, su complicidad con Dorian era clara.
-Aunque me llene de joyas, no es suficiente. Necesito una disculpa real. -Lancé la indirecta mientras recogía mi cabello en una coleta. -¿Y bien? -Me giré hacia ella, esperando su aprobación.
-Estás hermosa, Athena, no hay duda de que naciste para esto. -Me hizo sonreír.
-Athena, te esperan abajo. -Roderick apareció en la puerta, sus ojos se fijaron en mi vestimenta y me sentí incómoda.
-¿Es tan malo? -pregunté, buscando su aprobación.
-No, no. -Se relamió los labios antes de responder. -Es hermoso; te queda hermoso. -Sonrió ligeramente.
Asentí. Miré a Neva, quien me sonrió con confianza. Respiré hondo antes de seguir a Roderick escaleras abajo. Dorian estaba sentado en el sofá, bebiendo lo que parecía ser licor.
-¿No crees que es demasiado temprano para beber? -Su mirada se posó en mí tan pronto como escuchó mi voz. Me estudió de arriba a abajo antes de dejar el vaso a un lado y levantarse para recibirme al pie de la escalera.
-Estás... -Tragó saliva, claramente sin palabras. -Estás hermosa, más que eso, pareces una diosa.
-No es necesario tanta adulación, Dorian. -Solté una leve carcajada, notando cómo estaba claramente impresionado.
-No es adulación, es la verdad. -Afirmó con tono más seguro. Me extendió la mano, pero lo ignoré y seguí hacia la salida.
Puede que hubiera cancelado el contrato, tal vez me diera regalos y me tratara como una reina, pero seguía enfadada con él. Salí de la mansión y me subí al vehículo, ignorando su mirada que me seguía mientras avanzábamos. Mantuvimos el silencio durante el camino. Lo seguí dentro del edificio hasta los elevadores. La fachada de una empresa constructora ocultaba bien la sede y justificaba los movimientos de dinero ilegal. Entré detrás de él por la puerta de la sala de conferencias. Había varios hombres sentados en la mesa, y Dorian me apartó un lugar a su derecha.
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El rubí del Emperador [+18]
Romance-¡Lang lebe der Kaiser! -exclaman al unísono una vez abajo. Athena Harrison había vivido cuatro años terribles trabajando en el club nocturno Heaven's; había perdido toda esperanza de vivir otra vez, hasta que, en una noche inesperada, su destino ca...