El sonido del tren en la distancia resonaba suavemente mientras Joe se despertaba en su pequeño apartamento. Las cortinas, finas y translúcidas, dejaban pasar la luz del amanecer que bañaba la habitación con tonos cálidos. Mientras se estiraba en la cama, escuchó el lejano murmullo de la ciudad despertando. A diferencia de las grandes urbes, este pueblo tenía un ritmo que apenas se aceleraba con el pasar de las horas.
Joe se levantó lentamente y se acercó a la ventana. Desde allí, podía ver la plaza principal, con su fuente de piedra en el centro y las pequeñas tiendas locales abriendo sus puertas para otro día más de rutina tranquila. Sus ojos se detuvieron en un par de niños que corrían por la acera, lanzándose una pelota entre risas. Había algo en esta quietud que lo relajaba, pero también lo inquietaba. Este lugar era tan diferente a Londres, donde siempre había vivido bajo el peso de las expectativas y la rapidez del mundo que lo rodeaba.
Pero aquí, en esta pequeña ciudad coster a, todo se sentía más... manejable. Excepto por Hamlet.
Se giró para mirar el libreto que había dejado sobre la mesa la noche anterior. Las líneas de su personaje lo esperaban, cargadas de la intensidad y la tragedia que representaban. Era, sin duda, el papel más desafiante que había interpretado hasta el momento, y aunque estaba emocionado, el miedo al fracaso lo acechaba constantemente.
Después de una ducha rápida y un café, Joe decidió salir a dar un paseo. Las calles estaban llenas de vida a su manera, con los habitantes locales yendo a sus quehaceres cotidianos. Mientras caminaba, varias personas lo saludaban con un amable "buenos días" o una sonrisa. Al principio, esa calidez lo había desconcertado; no estaba acostumbrado a la cercanía de un lugar donde todos parecían conocerse. Sin embargo, ahora le parecía reconfortante.
Se detuvo en una pequeña librería que había encontrado la semana anterior. La campanilla sobre la puerta tintineó cuando entró, y el dueño, un hombre mayor con gafas redondas, lo saludó con una inclinación de cabeza.
—Buenos días, Joe. ¿Todo bien hoy?
—Sí, gracias. Solo vine a dar una vuelta.
El lugar tenía un olor particular, a papel viejo y madera, que le recordaba a las tardes que solía pasar en la biblioteca cuando era niño. Había algo profundamente nostálgico en eso. Mientras caminaba entre los estantes, sus dedos rozando los lomos de los libros, no pudo evitar pensar en cómo había cambiado su vida en los últimos meses.
Hamlet era un sueño hecho realidad, pero la presión estaba allí, latente. Este papel era una oportunidad para demostrar de lo que era capaz, pero también sentía el peso de las expectativas. Cada ensayo lo desafiaba, y aunque Kathryn había sido un apoyo increíble, a veces se preguntaba si realmente podría estar a la altura.
El sonido de la puerta abriéndose lo sacó de sus pensamientos. Una mujer entró con una sonrisa amable, y tras saludar al dueño, se dirigió directamente a una sección del fondo. Joe la reconoció de vista, era una de las actrices locales Xóchil Gómez, que era su co estreña en hamlet. En este pueblo, todos parecían estar conectados de alguna manera con el teatro.
"Tal vez eso es lo que necesito", pensó Joe. "Formar parte de algo más que solo el papel."
Pagó por un par de libros que había encontrado y salió a la calle. Mientras caminaba hacia el teatro para el ensayo, decidió que era hora de disfrutar más del proceso. No todo tenía que ser presión y perfección. Esta era una oportunidad para aprender, no solo sobre el personaje, sino también sobre sí mismo.
El teatro local ya estaba lleno de vida cuando llegó. Los técnicos ajustaban las luces, y los otros actores repasaban sus líneas en los camerinos. Joe saludó a algunos compañeros y se dirigió al escenario vacío. Caminó por el espacio, imaginándose a sí mismo en medio de una función, con el público expectante en las sombras.
Respiró profundamente y cerró los ojos, repitiendo para sí mismo las líneas que tanto le costaba interiorizar:
—Ser o no ser, esa es la cuestión...—
La frase resonó en el teatro vacío, y por un momento, Joe se sintió solo con sus pensamientos. Pero luego recordó la conversación que había tenido con Kathryn la noche anterior, cuando ella le había dicho que la vulnerabilidad era lo que hacía que su interpretación fuera única. No tenía que ser perfecto. Tenía que ser honesto.
Mientras seguía recitando las líneas, una sensación de calma lo invadió. Tal vez no tenía todas las respuestas, tal vez aún dudaba de sí mismo, pero por primera vez en mucho tiempo, se permitió disfrutar del desafío. Después de todo, no estaba solo. Tenía a Kathryn y sus consejos, tenía a los otros actores, y tenía este lugar que, de alguna manera, lo estaba ayudando a encontrar su centro.
El ensayo comenzó y, aunque cometió errores, Joe sintió una nueva energía fluir en su actuación. No se trataba solo de recitar las palabras, se trataba de sentirlas, de vivirlas. Cuando terminó, Kathryn se acercó a él con una sonrisa aprobadora.
—Eso fue mucho mejor, Joe. Estás empezando a encontrarlo—
Joe sonrió, sintiendo una oleada de alivio. Sabía que aún le quedaba un largo camino por recorrer, pero por primera vez, sintió que podía hacerlo.
Mientras el sol empezaba a ponerse sobre el pequeño pueblo, Joe caminó de regreso a su apartamento, sintiéndose más en paz consigo mismo. Tal vez, pensó, este lugar era más que un simple refugio temporal. Tal vez aquí, entre las calles tranquilas y el teatro antiguo, estaba empezando a encontrar no solo a Hamlet, sino también una parte de sí mismo que había olvidado.
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Ecos de Hamlet
FanfictionEn una pequeña ciudad costera, Kathryn es una talentosa actriz que ha decidido tomarse un descanso de Hollywood para redescubrir su pasión por la actuación en el teatro local. Joe, un joven aspirante a actor, sueña con salir de su pueblo y hacer una...