Pesadillas a la Carta: ¡El Menú del Día!

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Capítulo 6

Al final no busqué a Percy, parecía muy enamorado en esos momentos y también conversaba con Nico sobre algo que no entendía a lo lejos, pero se veían preocupados. Lissandro se la pasó conmigo en todo momento, y eso me ponía algo nervioso.

—¿Entonces Nico y Percy son primos? —lo miré confundido y sorprendido.

—Algo así, los dioses no tienen ADN, aunque sí estamos emparentados. Pero descuida, lo más raro que podría pasar es que salgas con alguien de tu misma cabaña —acomodaba su bandana roja.

—Okay... —miré a Alex, quien se veía algo inquieto en esos momentos—. Gracias por ayudarme a entender todo esto, no soy muy bueno con las cosas de la mitología, pero me agrada aprender un poco de todo.

—De nada. ¿Sabes...? Tu apellido me resulta familiar de alguna manera, tal vez de un programa o algo parecido —mencionó mientras seguía mirándome fijamente.

—Oh, mi papá es diseñador de modas, tiene su propio estudio, y mi tío es artista; hace diferentes obras de arte, tanto en pintura como en tallado. Así que posiblemente de ahí escuchaste el apellido "Park".

—Ascendencia coreana, ¿cierto? —sonrió levemente.

—Sí, exacto —le devolví la sonrisa y, de cierta manera, me sentí tranquilo a su lado. Era raro.

—Qué interesante... —murmuró Lissandro, como si reflexionara sobre lo que le acababa de decir. Luego, cambió de tema—. Bueno, volviendo a lo de los dioses, tienes que entender que aquí nada es lo que parece. Cada uno tiene su historia y sus complicaciones.

—Eso lo he notado —respondí, recordando los rostros preocupados de Percy y Nico.

—No te preocupes demasiado. A veces las cosas entre semidioses son... complicadas, pero tarde o temprano todo se aclara.

Sentí que algo en su tono me tranquilizaba, como si no tuviera que llevar el peso de la confusión solo. Sin embargo, no podía evitar sentirme fuera de lugar en todo esto. Todo lo que para ellos parecía tan natural, para mí seguía siendo extraño y abrumador.

—¿Y cómo lo haces? —pregunté de repente—. Digo, vivir con todo esto... con los dioses, las peleas, las profecías.

Lissandro rió entre dientes.

—No lo hago, simplemente sobrevivo cada día. No te voy a mentir, es difícil. Pero creo que lo importante es encontrar algo que te mantenga con los pies en la tierra.

—¿Algo como qué?

—Personas —respondió sin dudar—. Familia, amigos... lazos que no estén tan enredados con todo este caos divino. Te ayudará a mantener la cabeza fría.

Lo pensé por un momento. En medio de todo esto, las conexiones humanas parecían ser la única constante. Miré de reojo a Alex, quien aún no había dicho nada, pero su presencia era reconfortante.

—Sí, tiene sentido —dije finalmente—. Aunque, a veces, creo que todo esto es un poco demasiado para mí.

—Créeme, todos hemos sentido eso en algún momento —Lissandro volvió a sonreír, esta vez con un toque de melancolía—. Pero, de alguna forma, siempre encontramos una manera de seguir adelante.

Asentí, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, alguien me entendía.

—Gracias, en serio —dije, tratando de expresar lo agradecido que me sentía por sus palabras.

—No hay de qué. —dijo Lissandro, dándome una palmada en la espalda antes de ponerse de pie—. Vamos, es hora de prepararnos para el juego

Lo seguí, sintiéndome un poco más ligero. A pesar de todo el caos que nos rodeaba, por primera vez desde que llegué al campamento, sentí que tal vez podría encontrar mi lugar aquí.

𝑶𝒓𝒊𝒃𝒆𝒍𝒍 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆 𝒚 𝒍𝒂 𝒂𝒓𝒆𝒏𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒍𝒆𝒕𝒂𝒓𝒈𝒐 #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora