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—¡Estoy en casa, Enid! —gritaba Ajax, mientras colgaba su abrigo en el perchero, caminando unos pocos pasos para ser recibido por el fresco aroma a perfume francés y flores recién cortadas.

A diferencia de la casa que compartía con su esposa, la casa de Enid no tenía juguetes esparcidos por todo el piso.

—Cariño —la rubia se apresuraba a terminar de retocar sus uñas para corres hasta los brazos del más alto—. ¿Cómo te fue hoy? —preguntó cuando se separó del abrazo, mientras miraba a Ajax con cierta ternura en sus ojos.

Sus manos aún sostenían los fuertes brazos de Ajax, apretándolos de una manera sutil para que él mayor no se apartara.

—Bien. Lo malo es que hoy no podré estar contigo por mucho tiempo, Enid —formó un tono infantil puchero, pasando su mano sobre el cabello de Enid.

—Sabes que no tengo problema con eso. Me conformo con verte solo cinco minutos al día si es posible —sonrió, cayendo nuevamente a los brazos del mayor.

[...]

—Tengo que irme, Enid —habló Ajax, su tono rudo confundió un poco a Enid. Se levantó de la mesa sin siquiera mirar a la menor.

—Pero... ni siquiera haz acabado de comer lo que preparé para ti —copió los movimientos del hombre, siguiéndolo hasta la entrada. Lo miraba con una ingenua sonrisa, la ingenua sonrisa de una joven de 25 años, rogándole a un hombre mayor.

Él hombre bufó y reviró los ojos.

—Sabes que no me gusta cuando te pones de intensa —suspiró. Al ver la reacción de tristeza en el rostro de Enid, sonrió y la tomó de los brazo, dejando un beso en su frente, para después mirarla a los ojos—. Mañana vendré, le inventare algo a Catherine, así podremos estar todo el día juntos.

A Enid no le quedó nada más, más que sonreír débilmente y asentir.

—Nos vemos mañana entonces... —dijo, casi en un susurró.

—Te amo mucho —le respondió Ajax, tomándola de las mejillas y dejando un beso en sus labios.

Salió al fin de aquella casa, dejando a Enid sola, triste y con demasiada comida que seguramente tendrá que donar a algún lugar.

—Yo...también —respondió cuando vio al mayor irse en su carro. Dejó caer sus brazos y regresó a la mesa.

Hace 6 años que conocía a Ajax Petropolus, un hombre de 36 años, casado hace 9 años con Catherine Petropolus, su esposa.

Desde siempre Ajax a sido reservado y orgulloso.

Enid no hacía nada, ella sabía que estaba mal, pero también sabía que el matrimonio de Ajax y Catherine siempre ha estado por la borda, soló que no se separan porque eran la pareja ejemplar del vecindario.

Además, Enid estaba completamente enamorada de él, tenía tan solo 25 años, pero en verdad sentía que lo estaba.

La primera vez que lo vio, Ajax estaba dando un paseo por el parque con su esposa. Ambos cruzaron miradas esa vez, quedando Enid completamente enamorada de él y Ajax quedando asombrado por la bella juventud de la chica.

Desde ese momento comenzaron a verse, primero como amigos, Ajax había visto en ella alguien con quien podía confiar y decirle lo que en verdad pasaba.

Formando así una relación algo tóxica.

Y siempre que Ajax llamaba, Enid siempre se encontrará esperándolo.

Pero aún con eso, Enid no se sentía conforme con ser "la otra mujer" o mejo conocida como "la amante". Sabía que aunque Ajax la visitara todo los días, pasaría su vida sola y nunca podrá mantener a su amor a un lado.

Porque cada noche siempre lloraba hasta quedarse dormida, ella, la otra mujer.

📎 | The other womanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora