Betty Cooper es una joven universitaria con padres estrictos y una vida supuestamente perfecta y Jughead Jones es el chico callado y solitario que se enfrentará a muchas cosas sólo por ella. Pero... ¿Podrá su amor triunfar cuando todo está en su con...
—Amor... ¿Qué ocurre? ¿No te da gusto verme?— Preguntó Jughead, preocupado, acercándose a ella.
Betty asintió, con los ojos levemente cristalizados y corrió a él para lanzarse a sus brazos y abrazarlo con todas sus fuerzas.
—Yo también te extrañé nena— Admitió Jughead, abrazándola y besando su mejilla.
Hall y Alice, quienes nunca desviaron la mirada de su hija, estaban atónitos y tampoco lo podían creer.
Hall miró a Alice. —¿Decías, mujer?—
Alice bufó, molesta. —No puede ser. Me llevo a mi hija de vacaciones lejos de Los Ángeles para alejarla de ese muchacho y ahora él viene para acá. Esto es increíble—
Betty y Jughead estuvieron abrazados unos minutos y cuando al fin se separaron, Betty era lágrimas de la emoción y Jughead estaba tan contento que su inmensa sonrisa era difícil de ocultar.
—Pero... ¿Qué haces aquí?— Preguntó Betty, desconcertada. —¿Cuando viniste y por qué no me dijiste?—
—Era sorpresa, no podía decirte— Contestó Jughead. —Llegué muy temprano, estaba desempacando mis cosas—
Betty alzó una ceja. —¿Viniste solo?—
—¡Hola!— Saludó Gladys, acercándose a los Cooper con ropa de playa junto a su esposo.
—Pero que agradable sorpresa— Dijo Alice, fingiendo una sonrisa.
—¿Cuándo llegaron?— Preguntó Hall.
—Llegamos hoy, muy temprano— Contestó Fp. —No era nuestro plan venir, pero me gusta tomar las vacaciones cuando mis hijos también están de vacaciones—
—Y nos partió el corazón ver así a nuestro hijo— Agregó Gladys. —Y a Betty... La pobre incluso se ve más delgada. Es increíble lo mucho que puede afectarles solo un mes sin verse—
—Si... Al parecer no pueden estar separados— Admitió Alice, no muy contenta.
Volviendo con Betty y Jughead, una Jellybean muy emocionada corrió hacia la ojiverde y la atrapo en un energético abrazo.
—¡Betty!—Chilló la menor, abrazándola y luego soltandola. —No sabes lo mucho que tuve que contenerme para no decirte que vendriamos—
Betty soltó una risa. —No importa. Oye... Quería hacer un castillo de arena, pero no quería hacerlo sola—
JB sonrió, emocionada. —No se diga más—
—Ni crean que me dejarán fuera— Advirtió Jughead con diversión.
Se pasaron aquella tarde haciendo el castillo de arena, jugando en la playa y probando la comida de los restaurantes mientras los mayores se pasaron el día haciendo otras actividades.
Y cuando ya estaba oscureciendo y todos se estaban retirando a sus habitaciones de hotel, Betty y Jughead caminaban por los pasillos del mismo, aún sin poder creer que ya estaban juntos otra vez cuando pensaban que no se verían en un mes entero.
—Aun no puedo creer que estés aquí— Admitió Betty, caminando al lado de su novio y mirándolo con una sonrisa.
—No podía dejar que mi princesa muriera de tristeza— Contestó Jughead, deteniéndose y señalando un pasillo. —Por ahí está mi habitación. La de mis padres y mi hermana están más adelante—
—La mia y la de mis padres está más atrás, tu y yo no estamos tan lejos— Admitió Betty, mirando al ojiazul con picardía.
Jughead sonrió con diversión. —Eres traviesa. Visítame cuando quieras. Oye... ¿Te paso a buscar más tarde para que vallamos a comer algo en el restaurante?—
—Si— Aceptó de inmediato la rubia.
Jughead sonrió y dejó un pequeño beso en sus labios. —A las ocho— Avisó, retirándose.
—A las ocho— Convino Betty, contenta.
Cada quien se fue a su habitación y Betty fue directo a tomar una ducha, quitarse la sal del mar y prepararse para su cita con su novio, como cuando estaban en Los Ángeles.
Pero ahora era diferente porque estaban en Miami.
Betty se preparó con un sencillo vestido de un color azul marino y como su cabello estaba mojado, lo dejó libre para que se secara. Se colocó unas sandalias azules también, pero cuando salió de su habitación de hotel, sus padres se le quedaron mirando.
—¿A dónde vas, jovencita?— Le preguntó Alice, mirándola de arriba a abajo.
—A salir con mi novio— Contestó la ojiverde con normalidad. —¿Por qué?—
Alice suspiró. —¿Será posible que estés lejos de ese muchacho por al menos un rato?—
—¿Para que? Dos semanas lejos ya fueron demasiados— Opinó Betty. —Ya voy a salir, nos vemos luego— Se despidió, saliendo de ahí.
Alice vió a su hija irse y luego miró a su esposo, molesta. —¿Por qué no dijiste nada?—
Hall la miró. —¿Y que querías que dijera? Betty ya no es una niña, que salga y se divierta—
—¿Se te olvidó cuál era el objetivo de éstas vacaciones?— Preguntó Alice, molesta.
—Alice... Es más que evidente que esos muchachos no pueden estar separados— Aseguró Hall. —Que vivan su amor tranquilos—
Mientras Alice se enfocaba en discutir con su esposo, Betty se encontró con Jughead fuera del hotel y él tenía puesta una camisa playera azul y bermudas solamente, nada formal.
—Nunca te había visto vestido así y me encanta— Admitió Betty, mirando a su novio de arriba a abajo con una sonrisa.
—Tu estás hermosa bebé— Dijo Jughead, tomando su mano y besándola. —Me encantas. Oye... ¿Tienes hambre?—
—Mucha— Admitió la ojiverde.
—Vamos a comer algo— Invitó el chico, tomando su mano una vez más y empezando a caminar al lado de su novia.
Caminaron hasta el restaurante, cerca de la playa y tomaron asiento para empezar a mirar el menú. Tras pedir su cena, estaban esperando.
—Todavia no entiendo por qué decidieron venir todos aquí— Admitió Betty, incrédula. —¿Tu los convenciste?—
—No... No sé por qué de repente mis padres quisieron venir. Mi mamá dice que fue porque le partió el corazón verme sin ti, supuestamente— Contestó Jughead con diversión. —Amor... ¿No crees que la cena está tardando mucho? De verdad muero de hambre—
—Tambien yo— Admitió Betty.
—Iré a investigar, ya vuelvo— Avisó Jughead, poniéndose de pie y dirigiéndose hacia un mesero.
—Okey— Aceptó Betty.
Mientras Jughead investigaba la cena, un chico que Betty no había visto jamás se le acercó. Era rubio, también de ojos azules, muy alto y de personalidad imponente.
—Buenas noches— Saludó el chico con amabilidad.
Betty lo miró y le sonrió amablemente. —Hola. Tu... ¿Trabajas aquí o qué?—
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
