Prólogo: But the answers you seek will never be found at home.

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LISELOTTE

Junio 26, 2020.

Había empezado de la forma en la que me lo habían prometido, como una salida a todos los problemas en los que la abuela nos había metido. Al igual que el inicio de una travesía todo había sido como un poco de anestesia contra las heridas abiertas que dejaron los secretos, traiciones y muertes. Fue un respiro, una página en blanco para dejar de lado todo lo malo que había podido hacer, todo lo terrible que mi abuela había hecho.

Me había repetido miles de veces esas mismas palabras, "es un comienzo" para ayudarme a sobrevivir el encierro luego de solo un par de meses de paz, fiestas y playa en Andalucía. Y, me lo seguía repitiendo como un mantra tibetano, durante mi graduación de secundaria.

Nunca había pensado ni había idealizado esa ceremonia, ese rito de iniciación que concluía los años de estudios de todo adolescente. Pero, de ninguna forma, pensé que sería tan poco festivo. Según lo que había visto en televisión o en lo que recordaba de la propia graduación de Leah, imaginaba que teniendo en cuenta las posibilidades de la educación pública, tendríamos una ceremonia en el gimnasio o en el campo de fútbol americano. Cualquier lugar habría sido de utilidad, algún salón barato o, incluso, el estacionamiento del 'Red Lobster' para que fuera más apropiado y tradicional, dentro de lo que cabía. Donde Crys o cualquier otro chico listo sería el que diera el discurso de abanderado, al cual algunos responderían con lágrimas de conmovidos y otros con risas si el contenido resultaba irónico, pero todos terminaríamos aplaudiendo de pie, agradeciendo que ya se acabara todo para poder escaparnos a alguna fiesta para celebrar en serio el fin de la etapa escolar. Me ponía a pensar que podía haber sido en mi casa o en el Sonic's, aunque nunca lo sabremos de verdad, pero esperaba algo de esa envergadura para lucir un minivestido de coctel y disfrutar en la pista de baile con un trago en la mano el inicio del verano. No lo había idealizado para nada, pero había tenido una idea pasajera de lo que podía llegar a ser.

Queda corto decir que ni en mis sueños más salvajes había llegado a pensar que podía ser en una ceremonia virtual usando filtros como birretes. Jamás pensé que estaría mirando a mis compañeros, tutora y directora por una reunión de Zoom. Ni siquiera sabía qué demonios era ese programa antes de que todo lo de la pandemia sucediera, no sabíamos que tendríamos que aprender rápido a manejarlo para siquiera recibir clases semi decentes de lo que nos quedaba de nuestro último año, y no se trataba de que la escuela no tuviera clases en línea antes de todo el asunto, sino que jamás había sido tan integrado para todo el alumnado a la vez. La mayoría de nosotros no estábamos siquiera acostumbrados a hablarle a la cámara para aprender algo, los pocos cursos que habíamos tomado habían sido mediante videos previamente grabados, no por plataformas en vivo. Por lo que llegar al extremo de tener una ceremonia de graduación virtual se sentía desalentador y hasta bizarro, pero aquí estábamos con birretes de mentira y filtros de belleza, que obviamente habíamos aprendido a usar, para ocultar que estábamos cansados. O, por lo menos, yo lo había hecho para ocultar unas ojeras de mapache que me tenían nerviosa, pues, aunque para el resto de mis compañeros en Nueva Jersey fuera el mediodía, para mí en Andalucía se acercaba cada vez más a la noche siendo las seis de la tarde.

Lo que había comenzado como unas lindas vacaciones nos habían mantenido atrapadas en España por un par de meses, y luego por pedido de mamá esos meses extra se habían convertido en cuatro para que nos corriéramos peligro frente a los contagios que iban en aumento en Nueva Jersey. Nunca pensé que, de verdad, podría verme obligada a tener clases aquí, pero al menos, no estaba en Asia ni en Australia pues allí sí tendría que fingir y tratar no quedarme dormida a mitad de la ceremonia.

Sabía que no debía quejarme sino estar eternamente agradecida y contenta como mostraba mi gran sonrisa inocente ante las palabras repetidas de la directora sobre como nos esperaban grandes cosas en el futuro. Lo cual era una mierda completa porque ninguno de nosotros saldría de su puta casa a este ritmo con casos aumentando y sin ninguna maldita cura, así que no la tomaba muy en serio, ni la culpaba pues ignoraba tanto como otros de su generación que esta situación fuera peculiar como mínimo. No era que no hubiera considerado quedarme un mes más antes de que cerraran las fronteras, pero había pensado que sería divertido, no un total aburrimiento mientras trataba de convivir con Leah y Alessandro en un apartamento que mamá y tía Helena considerarían una caja de zapatos. Mamá nunca lo diría en voz alta por su gran corazón, pero sabía que Helena se burlaría, aunque últimamente hubiera sido más humana con todo lo que había ocasionado su madre. Y, aunque no era una gran mansión con infinitos lujos, su dúplex se había convertido en un lindo hogar durante ese primer mes y medio en el cual compartí con mi hermana y Sam como punto de encuentro entre salidas y diversiones, pero que también se había vuelto un mundo de incomodidad ni bien pasaron esos primeros meses. Al estar encerrada contra mi voluntad con todo y un toque de queda había quedado claro que no éramos una familia feliz, como si hubiera despertado dándome cuenta de que estaba conviviendo con el novio de mi hermana, con el que había dormido desde los catorce cuando él había sido un maldito adulto.

FREEING the teaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora