La semana siguió con su curso habitual, pero con un aire tenso que Walter apenas podía notar. Mientras él disfrutaba de su tiempo en la escuela y de las risas con sus amigos, Elizabeth mantenía una vigilancia constante sobre él. Aunque intentaba mostrarse tranquila y amigable, dentro de ella había un torbellino de celos que crecía cada vez que veía a Walter sonreír con otras chicas.
Además de Valeria, que parecía decidida a conseguir una cita con Walter, otras chicas comenzaron a acercarse a él. Un día, durante la clase de biología, una chica llamada Sofía, con una voz suave y un toque amigable, se sentó a su lado.
Sofía:
—Hey, Walter. ¿Te gustaría estudiar juntos para el examen de la próxima semana? Creo que podríamos ayudarnos mutuamente.—Con una sonrisa—Walter, sin sospechar las intenciones detrás de su propuesta, aceptó con entusiasmo.
Walter:
—¡Claro! Eso suena genial. Siempre es mejor estudiar en compañía.Mientras tanto, Elizabeth observaba desde una esquina del aula, sintiendo que su sangre hervía. La sonrisa de Sofía y la atención que Walter le daba le parecían insoportables. Sin poder evitarlo, se acercó y se unió a la conversación, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
Elizabeth:
—¿Estudiar, eh? Eso suena divertido. Pero, Walter, no olvides que también tengo mi propia forma de ayudarte a estudiar.—Interrumpio sin importarle—Walter la miró, sin darse cuenta del tono subyacente en su voz.
Walter:
—¡Oh! Gracias, Elizabeth. Siempre cuentas conmigo para eso.Elizabeth sonrió, aunque por dentro se retorcía. La tensión aumentó y se convirtió en un juego constante entre ellas, un tira y afloja que Walter, en su bondad, no veía. A medida que pasaban los días, más chicas se acercaban, algunas solo por amistad, otras con un interés más evidente, y cada vez que esto sucedía, Elizabeth se volvía más posesiva.
El viernes, en la hora del almuerzo, Walter se sentó con un grupo diverso que incluía a Sofía, Valeria y una nueva chica llamada Clara, que había llegado a la escuela a mitad de año. Clara tenía un aire despreocupado y divertido que atraía la atención de todos, incluido Walter.
Clara:
—Y entonces, ¡el profesor se dio cuenta de que había estado corrigiendo los exámenes al revés! Fue tan gracioso.—Se reía mientras contaba una anécdota—Todos rieron, y Walter, al ver la felicidad de sus compañeros, no pudo evitar unirse a la risa. Sin embargo, Elizabeth, sentada al borde de la mesa, no podía soportar la idea de que Walter se divirtiera con otras chicas. Su mirada se volvió fría y decidida, y su mente empezó a maquinaciones sobre cómo marcar su territorio.
Cuando el almuerzo terminó, Walter se ofreció a ayudar a Sofía con su tarea. Elizabeth, viendo esto, se acercó con una sonrisa un poco más oscura.
Elizabeth:
—Walter, no olvides que tú y yo teníamos planes para después de clases. Recuerda que te prometí que te enseñaría algunas cosas interesantes.—Comento con tono juguetón—Walter, siempre dispuesto a cumplir con sus amigos, asintió sin darse cuenta de la doble interpretación de las palabras de Elizabeth. Ella lo había dicho como si fuera un comentario inocente, pero para ella significaba algo completamente diferente.
Walter:
—¡Claro! No puedo esperar.Elizabeth se sintió un poco más tranquila, al menos por ahora. Mientras tanto, sus pensamientos giraban alrededor de cómo mantener a Walter a su lado. No podía dejar que otras chicas se acercaran a él tan fácilmente.
Esa tarde, después de la escuela, decidieron pasar un tiempo juntos en el parque, una costumbre que habían adoptado. Walter estaba emocionado, pensando que solo sería un momento de amistad, pero Elizabeth ya había planeado algo más. Mientras paseaban, las risas y conversaciones fluían, pero la tensión estaba presente.
Walter:
—Me alegra tanto tener a esos pequeños en casa. Me hacen sentir muy feliz.—Dijo mientras le mostraba una foto de sus gatitos a Elizabeth—Elizabeth:
—Sí, son adorables. Pero tú también eres un poco adorable, Walter.—Con una amigable sonrisa pero mirada posesiva—Walter, sin captar la insinuación, sonrió, disfrutando del cumplido.
Walter:
—Gracias, Elizabeth. Solo trato de ser amable.A medida que la tarde avanzaba, Elizabeth sentía que su control sobre sus emociones se deslizaba. Estaba cerca de Walter, mirándolo mientras él jugaba con los gatitos, riendo y disfrutando del momento. Pero cada vez que pensaba en cómo otras chicas podrían tenerlo, una punzada de celos la golpeaba.
Fue entonces cuando, en un impulso, decidió que era momento de hacer algo. Se acercó a él con una sonrisa traviesa.
Elizabeth:
—Walter, tengo algo para ti.Él la miró, curioso.
Walter:
—¿Qué es?Con un movimiento rápido, Elizabeth se inclinó y le dio un suave mordisco en el hombro, justo donde terminaba su camiseta. Fue un gesto inesperado pero ligero, una marca que simbolizaba algo entre ellos, aunque Walter no lo entendiera del todo.
Elizabeth:
—Es solo un recordatorio de que eres mi amigo. A veces, los amigos marcan su territorio, ¿no?—Dijo juguetonamente—Walter, completamente ignorante de lo que realmente significaba, solo rió.
Walter:
—Oh, sí. Así que somos amigos marcadores de territorio. Eso suena divertido.Elizabeth se sintió aliviada por su reacción. Aunque la realidad de su posesividad comenzaba a manifestarse, podía seguir ocultando su verdadero yo bajo una capa de amistad. Pero dentro de ella, la batalla entre su deseo de tener a Walter solo para ella y su necesidad de mantenerlo a su lado se intensificaba.
A medida que caía la noche, Walter y Elizabeth se despidieron, cada uno con sentimientos distintos. Walter se sentía feliz por la conexión que había creado con Elizabeth, mientras que Elizabeth, aunque satisfecha por haber marcado a Walter, sabía que esto era solo el comienzo de un juego mucho más complicado.
Así, mientras el día llegaba a su fin, Walter se dirigió a casa con una sonrisa en el rostro, sin saber las sombras que se cernían sobre su amistad. Elizabeth, por su parte, se quedó mirando hacia el horizonte, con una mezcla de emoción y ansiedad. Sabía que su posesividad solo iba a crecer, pero también entendía que necesitaba manejarlo con cuidado, al menos por ahora. Su relación con Walter era un delicado equilibrio entre la amistad y algo más oscuro, un secreto que solo el tiempo revelaría.
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Entre sombras y cicatrices
DiversosWalter es un joven de 19 años que, a pesar de su trágico pasado, mantiene una sonrisa brillante y una actitud optimista. Vive solo en una pequeña casa heredada tras un misterioso accidente que le arrebató a su familia. Con una vida tranquila y sin e...