La noche del primer día en el campamento había caído rápidamente, trayendo consigo un cielo estrellado que iluminaba la atmósfera. Walter y Elizabeth se encontraban en su cabaña, listos para dormir. Los profesores habían informado a todos los estudiantes que tendrían que compartir camas con sus compañeros de viaje. Walter se sintió emocionado por pasar más tiempo con Elizabeth, sin saber la tensión que esto podía generar.
Walter:
—¡Qué genial! Dormir juntos será divertido, ¿verdad?Elizabeth:
—Sí, claro. Solo... no te muevas mucho, ¿de acuerdo?Walter asintió, sin comprender del todo el matiz en su voz. Prepararon sus sacos de dormir y se acomodaron en la cama, uno al lado del otro. Walter se sentía cómodo y seguro. Elizabeth, sin embargo, luchaba con sus propios pensamientos, sintiéndose cada vez más posesiva.
A la mañana siguiente, el sol brillaba intensamente. Después del desayuno, los estudiantes se dividieron en grupos para realizar varias actividades, y Walter se encontró en el centro de atención. A medida que el día avanzaba, más chicas comenzaron a acercarse a él, intentando entablar amistad.
Clara:
—Walter, ¿quieres ser parte de nuestro grupo para el senderismo?Walter, siempre dispuesto a socializar, asintió con alegría.
Walter:
—¡Claro! Suena divertido.Sin embargo, Elizabeth, que observaba desde una distancia, sintió que sus celos empezaban a burbujear nuevamente. No podía soportar ver a Walter sonriendo y riendo con otras chicas. Así que se acercó rápidamente.
Elizabeth:
—Walter, creo que deberías unirte a nuestro grupo en vez de a ellos. Vamos a explorar la cueva más tarde.—Dijo con tono cortante—Walter:
—Oh, pero…—comento confundido—Elizabeth:
—¡No hay peros! Ven, vamos.—Dijo mientras lo interrumpe—Walter la siguió, sin darse cuenta de la manera en que Elizabeth controlaba sus decisiones.
A lo largo del día, Elizabeth continuó haciendo pequeñas marcas de "amistad". En el almuerzo, mientras todos estaban distraídos, le dio un suave mordisco en el brazo mientras reían.
Elizabeth:
—Esto es solo un recordatorio de que eres mi amigo.—Dijo con tono jugueton—Walter rió, creyendo que era un gesto cariñoso. Las chicas que observaban sintieron un escalofrío al ver la posesividad de Elizabeth, pero Walter permaneció ajeno a la tensión en el aire.
Más tarde, durante una actividad de construcción de refugios, varias chicas trataron de acercarse a Walter para pedir su ayuda. Cada vez que lo hacían, Elizabeth intervenía.
Sofía:
—Walter, ¿puedes ayudarme a sujetar esta rama?—Dijo tímidamente—Elizabeth:
—No creo que sea necesario. Walter tiene otros planes.—Comento mirándola fríamente—Walter:
—Eh, bueno...Al caer la tarde, mientras todos se preparaban para una fogata, un grito resonó en el campamento. Un oso había aparecido cerca de la cabaña, haciendo que todos los estudiantes entraran en pánico. El miedo llenó el aire y todos corrieron, pero Walter, sin saber el peligro real, decidió acercarse.
Walter:
—¡Es solo un oso! No hay que asustarse.Elizabeth, paralizada por el miedo y la sorpresa, observó cómo Walter, en un acto de valentía, se acercaba lentamente al oso. En lugar de huir, Walter extendió su mano, hablando con voz suave.
Walter:
—Hola, amigo. No quiero hacerte daño. Solo quiero ayudarte a encontrar algo de comer.El oso, sorprendentemente, se detuvo, mirándolo con curiosidad. Los demás estudiantes se quedaron boquiabiertos, observando cómo Walter lograba calmar al animal.
Elizabeth:
—Walter…—Susurro preocupada—Pero Walter sonrió, sintiéndose seguro, y poco a poco, el oso se acercó más. Él tomó una pequeña galleta que tenía en su mochila y se la ofreció al oso. Todos los estudiantes miraban en asombro mientras el oso tomaba la galleta con delicadeza.
Finalmente, el oso se alejó, dejando a todos en estado de shock. Walter se volvió hacia sus compañeros, sonriendo orgullosamente.
Walter:
—¡Miren! ¡No era tan malo!La multitud estalló en aplausos, y Elizabeth, a pesar de sus celos, no pudo evitar sentir un profundo orgullo por su amigo. Walter había salvado el día y ahora era visto como un héroe.
Al caer la noche, después de las actividades del día, Walter y Elizabeth se retiraron a su cabaña. Walter estaba eufórico por su reciente hazaña, mientras Elizabeth trataba de ocultar su creciente deseo de marcar su posesividad.
Elizabeth:
—Walter, creo que te mereces un regalo por lo que hiciste hoy.—Dijo con una sonrisa traviesa—Walter la miró, curioso y emocionado. Sin pensarlo, se acomodó en la cama mientras Elizabeth buscaba algo en su mochila. Ella sacó un pequeño collar que había hecho con conchas que habían encontrado durante el día.
Elizabeth:
—Aquí, es un recuerdo. Siempre deberías recordar que eres mi amigo y que siempre estaré contigo.Walter sonrió, agradecido.
Walter:
—¡Gracias, Elizabeth! Es hermoso.Entonces, sin poder contenerse, Elizabeth se acercó y comenzó a dejar marcas de “amistad” en su cuello y pecho, mordisqueando suavemente mientras murmuraba palabras cariñosas.
Elizabeth:
—Esto es solo entre amigos, ¿de acuerdo?—Susurro—Walter asintió, completamente inocente de la verdadera intensidad de sus acciones, disfrutando de cada momento. Para él, era solo una expresión de cariño, mientras que para Elizabeth, era una mezcla de posesividad y deseo oculto.
Mientras la noche avanzaba, el ambiente estaba cargado de tensión y emociones ocultas, un secreto que ambos mantenían a medida que su amistad se profundizaba. Walter dormía plácidamente, ajeno a la tormenta de sentimientos que luchaban dentro de Elizabeth.
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Entre sombras y cicatrices
SonstigesWalter es un joven de 19 años que, a pesar de su trágico pasado, mantiene una sonrisa brillante y una actitud optimista. Vive solo en una pequeña casa heredada tras un misterioso accidente que le arrebató a su familia. Con una vida tranquila y sin e...