–¡¿qué diablos pasa aquí?, se escuchan sus gritos desde la calle!– karen la madre de familia interferio muy molesta entre su hija mayor y su esposo.
–yo ya no soporto a tu hija, karen. Es una maldita atrevida.–su esposo nego con su cabeza enojado.
–¿soy atrevida solo por qué no quiero ser tu sirvienta?–isabella pregunto indignada.
–isabella, ¿por qué no colaboras?–su madre pregunto cansada de lo mismo de siempre.
–lo hago, ayudo en lo que puedo, Pero no voy a ser la esclava de tu marido y sus hijos. Solo por no ser su hija no voy a hacer más que sus hijos.
–yo soy el que te mantiene y te da de comer, es lo minimo que puedes hacer maldita perra.–chris contesto acercandose a ella.
–¡no me llames así maldito idiota!
–¿o que vendrá el imbécil de tu padre a golpearme?–pregunto con malicia.
–no te atrevas a hablar de mi padre, maldito infeliz.
–¡isabella!–su madre la reto mirandola molesta.
–¿puedes una maldita vez por todas ser una madre y no una mujer y defenderme de este desgraciado?–pregunto con rabia e impotencia.
Su madre contesto con una bofetada en su mejilla.–que sea la última vez que me hablas así, no vuelvas a faltarle el respeto a Chris te recuerdo que vives en su casa y comes gracias a el.–grito a centímetros de su rostro.–pídele perdón ahora.
–no, yo no voy a disculparme cuando no he hecho nada malo.–ella nego sin poder creer mi que escuchaba de su madre.
–¡pidele perdón!– su madre ordeno tomando de su brazo.
–yo me largo de esta casa ya no aguanto estar un puto segundo más aqui.–isabella se soltó del agarre, quiso ir por sus cosas Pero su padrastro se puso frente a las escaleras.
–si te vas de aqui te vas tal como llegaste, sin nada, todo lo que tienes te lo compre yo con mi dinero.
–dile que se quite de mi camino así voy por mis cosas.–isabella le pidió a su madre quien se rió de ella.
–¿y a dónde vas a ir?, no tiene donde caerte muerta–se burló de ella cruzandose de brazos.
–tengo a mi padre.–ella dijo con seguridad, aunque en el fondo sabía la realidad.
–si, por supuesto ve con el, te cerrara la puerta en la cara porque no le importas, se olvidó de ti después de tener a su mujer, dime isabella ¿cuando fue la última vez que te busco?–escupió cada palabra con maldad.
Sus ojos se cristalizaron y su garganta dolió del nudo que se formó en ella. No contesto, no podía hablar. Sin pensarlo salió de la casa sin importarle las consecuencias o los gritos de su madre pidiendo que volviera que aún no habían terminado.
Camino sin rumbo llorando en silencio, lo único que llevaba con ella era su teléfono el cual tenía en mano.
Lo miro unos segundos y marco con lentitud pero decidida.
Espero del otro lado con su corazón latiendo a mil por horas.–hola, Isabella ¿que pasa? si necesitas dinero te lo enviaré cuánto antes, ahora estoy ocupado.–escucho la voz de su padre le dió algo de consuelo, pero las voces a su alrededor de su nueva familia la hizo sentir peor. No pudo hablar no sabía cómo pedírselo.–¿hola Isabella, estás ahi?– pregunto esperando a su respuesta.
Corto el teléfono suspirando, su madre tenía razón, por mucho que le doliera.
Sus pasos no se detuvieron, se cruzo de brazo bajando su mirada, no quería que nadie la viera en ese estado, por suerte era de noche.
–¿como está la muñeca mas hermosa?–escucho a su costado. Lo que le faltaba, suspiro bajando aún más su mirada.
–ahora no Nicholas.–pidio con seriedad caminando lejos de él.
Para el ese no era un "adelante" a seguir molestando la.–¿que pasa? ¿ya no te gusto no es así?– bromeó siguiendo sus pasos dejando a sus amigos atrás.
–ya dejame en paz ¿si?–pidio algo harta de el.
–¿estás llorando?–pregunto con el ceño fruncido tocando su hombro.
–no, ahora déjame.–pidio nuevamente eleva el su voz.
–ey espera, espera, somos amigos ¿no?, puedo ayudarte, muñeca.
–no, en realidad no puedes y no soy tu amiga, deja de seguirme.
–¿Que paso, por qué lloras?–pregunto ignorado sus pedidos y groseridad.
–no es de tu incumbencia, ¿por qué no vas a arreglar tus propios asuntos?– pregunto viendolo a su rostro.
–oye tampoco tienes que ser grosera, solo trato de ser amable.–La mujer detuvo sus pasos y limpio sus lágrimas.
–lo siento, no quería hablarte mal, solo no es un buen momento Nicholas, espero que me puedas entender.
–bueno, por supuesto. Voy a acompañarte, no puedes andar a estas horas sola en la calle.–La asintió con su cabeza caminado a su lado. Aunque le dijera que no el lo haria igual. Después de todo un poco de compañía no le haría mal.
El castaño sonrio para si mismo, poco a poco y con paciencia se ganaría el cariño de la mujer que estaba completa loco. Solo era cuestión de tiempo.
Ambos guardaban silencio mirando las estrellas. Ella sintió la mirada de el en ella desde hace rato.
–¿qué?–pregunto.
–nada, solo admiro tu belleza.– le sonrio sacándole una sonrisa a ella.
–no se que ganas con molestarme todo el tiempo.–confeso mirando a otro lado.
–¿quien dijo que te estoy molestando?–La mujer nego con una sonrisa. Lo observo sacar un cigarro y encenderlo, le ofreció uno pero ella nego.
–chica saludable.–murmuro para si mismo.
–mi madre me mataría y el cigarro también.–contesto hundiéndose de hombros.
–te ayudaría a bajarte los nervios.–murmuro mirando sus manos temblorosas.
–es solo el mal momento, ya pasara.
–si tu lo dices.
–solo fue una tonta discusión con mi madre.–ella le confesó.
–¿por que?–pregunto exhalando el humo lejos de su rostro.
–solo le dije cosas que no debí y mi padrastro fue el causante.– dijo intentando demostrar indiferente.
–¿el se atrevio a decirte algo?–pregunto con molestia.–Si es así yo mismo me encargo de el.
–no, por dios no, el problema es entre mi madre y yo, es algo común. Creo.
–¿siempre es así?–pregunto con curiosidad.
–casi siempre.–ella contesto con tristeza.
–¿y por qué no te vas de esa casa? Ya eres mayor de edad ¿no?–pregunto con obviedad.
–si, pero no tengo trabajo, aún sigo estudiando y no tengo a dónde ir.
–mi casa es tuya.–dijo con una sonrisa de lado.
–ay como crees, hablo enserio, Nicholas.
–yo también, estoy buscando quien me cocine.
–eres un tonto.–ella sonrio negando con su cabeza.
–la oferta esta sobre la mesa. Ahora ¿por qué no vamos a comer algo? tengo hambre.
–iria con gusto, pero no tengo con que pagar, solo salí con mi celular.
–conmigo nunca tendrás que pagar nada, yo invito y más si es a ti.
El estiró su mano con una sonrisa, ella algo no convencida tomo de su mano poniendose de pie.