3.Condiciones

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Altagracia

Me remuevo en la cama al sentir la luz en mi cara pero algo me lo impide, o más bien alguien.

No puede ser, no puede ser.

*Flashback*

Cuelgo de inmediato, no pensaba ser tan dura, pero supongo que así soy y no es algo que pueda controlar de la noche a la mañana. Además, necesitaba negociar términos, sé que si solo le pedía que vendiera las acciones no lo iba a hacer.

—¡Ah!— lanzo la copa a la pared

—Altagracia— se agacha tomando mis manos— de haber sabido que esa llamada te pondría así, no te hubiese dicho nada

—De todas formas lo haría en cualquier momento— sollozo— déjame sola

Le doy un sorbo a la botella dejando caer mi cabeza en su hombro, en realidad no quiero que se vaya, no sé si se pueda estar más sola.

—Ya, calma— pasa su brazo por mis hombros acercándome a su pecho— solo es un mal día, o más bien mes, año..

—Cállate

—¿Por qué no me contaste de la existencia de tu hija?

—No lo sabía nadie más que mi hermana y Yessenia, bueno y Lázaro

—¿Quién es Yessenia y Lázaro?

—Olvídalo

—Bueno eso no importa, ¿por qué no me dijiste nada, por qué no me llamaste antes de llegar a este punto?

—¿Vas a fingir que no sabías nada?, por favor — suspiro— si era noticia nacional, se nota que todavía te sangra la herida de que haya preferido casarme con Felipe y terminar lo que sea que teníamos

—De hecho, fue lo mejor, en ese momento seguramente estaba confundido, no sé como llegué a pensar en dejar a mi familia por una aventura

—Ajá— asiento— por cierto, ¿a Eleonora ya se le pasó el coraje?

—Mientras esté con sus pastillas, ella es un pan de Dios

Reímos. Le doy un sorbo a la botella y empiezo a despejarme de la ropa.

—¿Me ayudas con..

—Esto— rompe mi blusa

—No pierdes el tiempo— lo beso— hazme recordar los viejos tiempos

Me toma de la nuca uniéndonos en un beso feroz mientras sus manos recorren cada centímetro de mi cuerpo como si lo conociera a la perfección. Me deshago brevemente de su camisa y pantalón tomando el mando de la situación, ambos tenemos una lucha campal tratando de dominar al otro.

Me lleva hasta el tocador y en cuestión de segundos ya está en medio de mis piernas retandome con la mirada, torturandome con ese animal que carga entre las piernas.

Mete sus manos por debajo de mis bragas mientras besa mis pechos a su antojo.

—Basta— lo empujo— no estoy para juegos

—Está bien, Doñita

Me carga como si tuviera el peso de una hoja y tira a la cama como si no valiera nada, saca mis bragas lanzandolas quien sabe a donde para después girar mis piernas y por ende todo mi cuerpo quedando boca abajo.

Gemí al sentir ese trozo de carne en mi entrada, recibo un azote justo antes de que me tomara fuertemente de los brazos y entrara en mí sin compasión.

Sentencia Al Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora