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Acabó la clase, fue realmente corta, el profesor solo pudo explicar el contexto del tema y ya, tendríamos otra hora con él, pero después del almuerzo es la hora más corta de todas.
El almuerzo era de mis momentos favoritos de la escuela y mi mamá me había mandado uno de mis platos favoritos, sardinas enlatadas
—¿Enlatado, en serio? —dijo Gabriel— ¿eres pobre o qué? Esa cosa parece que lo compraron en una esquina de Lurigancho.
—¡Oye, son bien ricas!
—Como digas, ¿pero si lo compraron en Lurigancho?
—No sé, me da igual.
—Mano, te van a envenenar —dijo y se empezó a reír— ¿cuánto te apuesto que si lo abres en plena clase se siente el olor a pobre?
—¡Ya calla! —dijo Daniel- mi ex vivía allí y no es para burlarse.
—¡Uy dolidito!
Fuímos hacia nuestra mesa de siempre, no se puede reservar en el almuerzo los lugares, pero siempre nos habíamos sentado en la misma mesa, quedaba en una esquina del comedor.
—Bien, les cuento que... —dijo Nicolás y se quedó viendo a la esquina de nuestra mesa.
No entendía qué pasaba, me había quedado viendo las sardinas y leyendo el empaque. Cuando elevé la vista pude ver a Varena sentada allí, sola, tenía su almuerzo junto a ella.
—¿Vamos o la dejamos que se quede con el sitio? —preguntó Mateo.
—Yo digo que vamos, ¿total? Es una persona —dijo Daniel mientras se acercaba a la mesa.
Nos acercamos hacia la mesa, ella estaba tomando un jugo de naranja enlatado, cuando nos acercamos se nos quedó viendo a todos.
—Hola —dijo en un tono neutro
—Eh, nosotros solemos sentarnos aquí... y... viendo que estás sola..., tal vez, podamos compartir la mesa —dijo Daniel— ¿qué opinas?
Ella tomó su lonchera y se arrinconó hacia la esquina de la mesa.
—Bien, no los molestaré —dijo y sacó su lonchera a la mesa.
Todos empezamos a tomar asiento un poco alejados de ella, aún no la conocíamos como para entablar confianza en sí.
Iba a sentarme al lado de Daniel, hasta que Nicolás me tomó por el brazo y me dijo casi susurrando.
—Siéntate junto a ella, eres al que más le dirigió la palabra y no haría tan incómodo el momento.
No sabía qué decir, pero tenía sentido.
—...bien
Daniel se había sentado dejando un espacio justo para que alguien más se sentara al lado de él, yo tomé ese asiento.
—Hola —la saludé.
Ella me saludó con un gesto, estaba tomando su jugo.
Daniel me dio un ligero codazo para que me relajara, Nicolás se sentó junto a Mateo y Gabriel, empezaron a hablar de la fiesta del sábado, Daniel y yo hablamos sobre un nuevo videojuego que iba a salir.
Abrí las sardinas y saqué mis palillos para empezar a comer, luego vi un taper a parte, también me habían mandado salmón.
Estaba feliz.
—¿Te gusta la sardina? —me preguntó Varena
Terminé de comer una de las sardinas y le respondí.
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La Cuadra del "A"
Dla nastolatkówTras salir de una relación tóxica, Kaizer, un estudiante de 17 años, inicia su último año en la secundaria con la esperanza de un año tranquilo. Su grupo de amigos compuesto por cuatro chicos más está acostumbrado a pasar el rato juntos y tener la m...