Prologo

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La hermosa Perséfone había vuelto a la tierra un soleado y fresco marzo para visitar a su madre Deméter. Las flores presumían sus mejores pétalos para su llegada, las orugas despertaban de su sueño y desplegaban entonces sus alas para recibir a la hermosa Diosa. La primavera había llegado y las cosechas volvían a la vida.

Era la época del año dónde todo se revitalizaba y se purificaba, un nuevo comienzo y la fertilidad alegrando a millones de hogares y familias.

Enid era un fruto rojo, tan exquisita y tentadora, exótica y esporádica con esa sublime belleza que la caracterizaba. Una granada dulce y jugosa, apetitosa por fuera pero podrida por dentro. Porqué Enid era hermosa, tan hermosa... Aún así rota, tan pero tan rota, que sabía que la condena que cargaba en su vientre, la había maldecido para siempre a sus tan sólo dieciocho años.

 Aún así rota, tan pero tan rota, que sabía que la condena que cargaba en su vientre, la había maldecido para siempre a sus tan sólo dieciocho años

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Kerosene | Wenclair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora