Título: "Caminos Entrelazados"
En el mundo de los hechiceros, Satoru Gojo no solo era conocido por su habilidad inigualable, sino también por su personalidad despreocupada y su característico sentido del humor. Sin embargo, había una parte de él que pocos conocían: tenía una gemela, Satomi Gojo. A diferencia de su hermano, Satomi era más introspectiva y serena, aunque poseía un poder igualmente impresionante.
Desde pequeños, Satoru y Satomi habían compartido una conexión única. Eran inseparables y se complementaban perfectamente. Mientras Satoru aprendía a usar su poder y se metía en problemas, Satomi se encargaba de sembrar la calma y el entendimiento entre ellos y sus amigos. Ambos asistían a la misma escuela de hechicería y, con el tiempo, se establecieron lazos que comenzaron a entrelazarse con otros estudiantes.
Entre estos estudiantes, se encontraba Suguru Geto, un joven carismático y talentoso que rápidamente se convirtió en el favorito de Satomi. Suguru era conocido por su mirada penetrante y su habilidad para manipular maldiciones. Aunque sabía que su estilo de vida era diferente al de su hermano y hermana, Satomi sentía una atracción irresistible hacia él. Era como si, a pesar de las dificultades, sus caminos estuvieran destinados a cruzarse.
A medida que el tiempo pasaba, Satomi y Suguru comenzaron a pasar más tiempo juntos. Se reunían en la biblioteca, donde discutían sobre maldiciones y la filosofía de la magia. Satomi encontró en Suguru una mente afín que desafiaba su forma de pensar y la llevaba a nuevas profundidades de comprensión sobre el mundo que los rodeaba.
Sin embargo, el ambiente se volvió tenso cuando Satoru empezó a sospechar del creciente vínculo entre su hermana y Suguru. A pesar de su temperamento despreocupado, no podía evitar preocuparse por ella. Observaba cómo su hermana brillaba cerca de él, pero también notaba la intensidad oscura que a veces se asomaba en los ojos de Suguru. Sin querer, Satoru se convirtió en un guardián, protegiendo celosamente a Satomi de cualquier potencial peligro.
Una noche, durante una reunión de estudiantes, Suguru decidió abrirse sobre sus ideales y su visión del mundo. Había empezado a cuestionar las reglas del sistema y la naturaleza de los hechiceros. Mientras hablaba, Satomi sintió una chispa de entendimiento y empatía por el sufrimiento que había llevado a Suguru a pensar así. Sin embargo, también era consciente de que sus ideas eran peligrosas.
Al final de la noche, cuando todos se habían ido, Satomi y Suguru se quedaron solos bajo las estrellas. Él miró a Satomi a los ojos y, con voz suave, confesó que sentía algo más allá de la amistad por ella. Satomi sonrió, un poco abrumada, pero no pudo evitar responderle con sinceridad. "Yo también siento algo especial por ti, pero hay cosas sobre ti que me preocupan, Suguru".
