NENA
Nos encontrábamos abrazados, disfrutando de la tranquilidad y presencia del otro cuando pasó.
Tun, tun, tun
Tres fuertes golpes nos sacaron de nuestra burbuja post lujuria.
Miré a Raiko que se había quedado como una estatua de museo, ni parpadeaba, tuve la intención de pellizcarlo a ver si reaccionaba pero eliminé la idea de mi cabeza cuando sentí que me apretaba la cintura.
Tun, tun, tun.
Nuevamente tres contundentes golpes, pero está vez nos invadió el terror, observé la puerta del baño como si fuera mi peor pesadilla y contuve el aliento cuando comenzaron a mover la cerradura.
— Mierda.
Maldijo Raiko por lo bajo y no pude evitar soltar una risita nerviosa.
Estábamos en problemas, oh sí.
O no, porque unos segundos después sentimos pasos alejándose, un enorme suspiro salió de mis labios y sentí el corazón volver a latirme normal al percatarme que al menos por ésta vez nos habíamos salvado.
— Deberíamos irnos ya.
Le dije a Raiko y lo agarre por la mano sin esperar respuesta, mejor prevenir que tener que lamentar.
Ya nos visualizaba en el coche escuchando música y eligiendo un nuevo destino cuando una voz desconocida rompió mis ilusiones de un plomazo.
— Ya le dije, la puerta está atascada o le echaron el pestillo desde dentro.
La voz parecía la de una mujer mayor.
Me sentía a punto de vomitar, la situación se estaba poniendo complicada y temía lo que pudiera pasarnos si nos encontraban dentro del baño de mujeres y con las pintas de recién follados que teníamos a pesar de no haberlo hecho.
— Señora éso no es posible, cada día antes de abrir, todo se revisa minuciosamente para evitar ése tipo de cosas—aclaró el que parecía ser un trabajador de la pizzería.
— Pero puede ser que la hayan cerrado desde dentro.
Continúo la señora poniéndome peor, ¿Tantas ganas de mear tiene o qué?
De reojo miré a Raiko que parecía una hoja de papel, estaba blanco y con los ojos bien abiertos, si la situación fuera otra me burlaría de él y lo compararía con las caricaturas pero lastimosamente nuestra situación en vez de mejorar parecía ir a peor cuando el trabajador le dijo a la señora con irritación.
— Voy a buscar la llave maestra, ya regreso.
Apreté la mano que aún le sujetaba a Raiko y lo hice reaccionar.
— Tenemos que salir ahora.
Negó horrorizado.
— ¿Estás loca? La mujer se quedó ahí.
Miré por debajo de la puerta y ví la sombra.
Tragué saliva y me llené de valor.
— Es ahora o nunca, es peor que nos vea el trabajador de la pizzería, las cosas serán mucho peor.
Me daba más miedo Raiko que parecía a punto de desmayarse que lo que nos pasaría si nos pillaban infraganti dentro del baño.
Se pasó una mano por el pelo, después por la cara y luego comenzó a caminar de aquí para allá, no estaba cooperando y al ver su indecisión tuve que darle un empujoncito.
Le quité el seguro a la puerta y escuché el murmullo lleno de pánico de Raiko, pero pasé de él, abrí la puerta y me enfrenté a lo que venía.
— ¡Lo sabía! — gritó la señora y su chillido llamó la atención de uno de los trabajadores.
ESTÁS LEYENDO
¡Yo me opongo!
RomantizmLa gente piensa que 24 horas es poco tiempo. En realidad yo también pensaba lo mismo. Pero cuando intentas impedir una boda, terminas en una distinta, te vas con el novio, intentas impedir la correcta, te peleas con la novia, con la arpía de la madr...