𝐾𝑒𝑣𝑖𝑛
-¿A donde tan preciosa -le digo a Astrid en cuanto abre la puerta del auto.
-¿A donde tan idi...?
Me lanzó a ella para interrumpirla de un beso. Sonrio en sus labios en cuanto jala de mi camisa para acercarme a ella, a su cuerpo.
Astrisita traviesa.
No sabe cuanto he fantaseado con este momento... Nos besamos un buen rato hasta que nos separamos un poco por la falta de oxígeno.
Mmm me encanta el sabor de su boca... de sus labios.
Si supiera el tiempo que he tenido que esperar para probarlos...
𝑇𝑜𝑑𝑎𝑣𝑖𝑎 𝑓𝑎𝑙𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑡𝑒 𝑎𝑑𝑒𝑙𝑎𝑛𝑡𝑎𝑠𝑡𝑒.
Si supiera el motivo por el cual de pequeño la empujaba, la fastidiaba... Aunque ella nunca se dejaba, siempre me la devolvía.
Si solo supiera que cada empujón que me daba... Cada broma... Cada grito... Cada palabras de odio que me expresaba me hacia sentir dolor... hacia que en mi interior se quebrada.
Con el tiempo logré entender que ella no era como las chicas sumisas que a veces leía en sus libros... No, ella no se podía comparar con ellas... Si a ella la fastidiaba, le hacían algo, le decían algo se lo devolvía... Ella sabía defenderse sola, no necesitaba a un príncipe, ni a un personaje literario que la salve...
Pero cuando de pequeño vi como un niño la miraba con ojos de un maldito enamorado. Me hervio la sangre al verlo tan cerca de ella... Tanto que cuando un día vino a mi diciendo que la dejara en paz, que la dejada de mirar, de hablar no pude contenerme y le di un puñetazo.
-Deberíamos ir al estudio, preciosa -le murmuro, intentado salir de mis pensamientos.
La castaña pasa sus dedos por mi pecho, sus ojos avellana brillan mientras se relame sus labios.
-Nadie pensaría que hace diez minutos estabas mojada solo por unos toques -mis labios se curvan en una sonrisa juguetona, mientras enciendo el auto para irnos.
Me juzga con la mirada en silencio.
-¿Quieres que te diga un secreto? Esa mirada de odio que tienes al mirarme... -le murmuro obteniendo toda su atención- me excita como no tienes idea.
Logre con el tiempo identificar sus miradas de odio que me hacían quebrar me y su mirada de... La verdad es que no estoy seguro que es pero contalmete que no sea de odio me basta.
-Vete a la mierda, Kevin.
-¿Me mandas a la mierda cuando hace unos minutos te masturbe, en tu propia habitación, por encima de tu ropa? -digo con un tono falso de ofendido.
-¡NO ME MASTURBASTE!
-¿En serio? -alejo una mano del volante para dirigirla entre sus piernas -. Entoces... ¿Cómo le llamas a esto, Astrisita? -le susurro tocando lentamente esa zona.
Si... por encima de su ropa.
Creo que está mal hacer esto aunque ella lo quiera, se que no debería de hacerlo... No debería de tocarla, ni de mirarla ella era mucho como para permitir que alguien la mire.
Por más que quiera sentirla si no lo hago por encima de su ropa nose cuando más podría resistir... No se cuanto más podría esperarla.
La acaricio provocando que suelte jadeos y gemidos.
Mi sonido favorito diría yo después de su voz por supuesto.
-Te odio -me espeta... Pero no lo dice de esa forma que me hace quebrar, que me hace herir. No lo dice de una forma tan...
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El ritmo de nuestros corazones
Roman pour AdolescentsEn el orfanato, Astrid y Kevin se llevan desde muy pequeños mal. Sus bromas pesadas y sus peleas son rutinarias en el orfanato, pero detrás de la rivalidad se esconde una atracción que no pueden negar. Un día un cazatalentos llega buscando a alguien...