Capitulo 3

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Violet

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Todos me observan, y, por alguna extraña razón, mis ojos se encuentran con los suyos: un azul más oscuro y enigmático de lo que recordaba. Un escalofrío me recorre la espalda, y los recuerdos de nuestra conexión intensa vuelven a mí de golpe. Trago saliva con dificultad. ¿Qué significa todo esto? Incluso puedo sentir cómo mi piel se eriza.

Su mirada es... más intensa de lo que recordaba.

El sonido de los aplausos resuena en mis oídos, obligándome a girar. Lucille me observa, con un destello en sus ojos marrones y una sonrisa en los labios.

—Intenso. No estoy acostumbrada a esto, pero... creo que me ha sido bueno.

—Gracias —logro decir, temblorosa, mientras asimilo su aprobación, pero mi mente sigue enredada en la mirada de él.

—Más tarde veremos qué opina el público —me guiña un ojo antes de girarse—. Pueden irse y esperen los resultados.

Exhalo el aire que no sabía que estaba conteniendo. La mirada de Aleksander no solo es desconcertante, sino paralizante. Con solo observarme, parece desenterrar todos esos recuerdos y momentos compartidos. Se supone que ya lo he superado, que he dejado atrás todo lo nuestro. Sin embargo, la intensidad con la que me mira me hace sentir las piernas temblorosas.

¿Qué diablos?

No logro entender mis propios sentimientos. Siempre lo vi como un imbécil por haberse ido, dejándome con dudas, sintiéndome culpable e insuficiente. Y ahora verlo aquí, frente a mí, solo me hace sentir aún más confundida. ¿Cómo se supone que debo reaccionar ante su presencia? Mierda, no lo sé. Nunca me lo plantee. Estúpido alemán.

Todos los demás empiezan a salir del set la mayoría de ellos me felicitan con sonrisas genuinas las cuales regreso y agradezco.

—Chicas, pueden ir a cambiarse. Buen trabajo —anuncia Ginebra con tono firme.

Quiero irme con ellos y no quedarme a solas con él, pero siento mis pies clavados en el suelo. Mis manos están hechas puños, y las uñas se clavan en la palma. Esto es terrible. Su mirada se desliza lentamente por mi rostro y mi cuerpo, regresando a mis muslos antes de ascender de nuevo hacia mi cara.

Algo arde dentro mí, y esa mirada suya... Simplemente me paraliza, y me aturde. No puedo creer que él esté aquí. ¿Cómo debo sentirme con su presencia? Sin embargo, solo estoy confundida.

Coloca su cámara en una de las sillas y se acerca con paso lento, casi depredador, sin apartar sus ojos de mí. Yo también lo observo, analizando cada detalle con la misma intensidad. Sigue siendo tan atractivo como siempre, pero ahora tiene rasgos más maduros que solo aumentan su encanto. Se ve mucho más varonil, luce tan seguro de sí mismo. No hay nada en su físico que pueda criticar; cada aspecto de él parece hecho para ser irresistible.

«Puta mierda»

—Estuviste increíblemente sexy, Violet —dice en un tono bajo y ronco. Sus ojos bajan a mis labios, y le observo boquiabierta.

Niego, intentando volver en mi misma y alzo mi mentón. No puedo permitirme seguir viéndome como una estúpida ante su presencia.

—Señorita Lombardi, para usted señor Richter.

Él sonríe divertido y cruza sus brazos sobre su pecho.

—¿De verdad?

—Jamás había hablado tan en serio, señor Richter —digo entre dientes.

Violet ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora