- Detente por favor, ya no lo lastime, haré todo lo que usted ordene madre, mi hermano no sabía lo que decía, le ruego lo perdone -angustiada, llena de tristeza, y dolor, después de todo, las heridas a su hermano las sentía como propias, rogaba a su madre, quien no dudaba en azotar al pequeño que nació de ella-
- ¡¡Elizabeth!!
- Ethan, estaré bien, no te preocupes -decía la joven Elizabeth con esperanzas de que su hermano se calmara, si las cosas seguían así, el pequeño terminaría agonizando en el piso.
-Eli...
Morgain, su madre, sonreía victoriosa mientras soltaba el látigo envuelto en espinas de sus manos, había conseguido lo que quería. Aquello no funcionaria si la joven no lo hacía por voluntad propia.
- Entonces, sígueme, ya sabes que hacer.
- Si, madre...-antes de voltearse y seguir a su madre, le brindó una pequeña sonrisa a su hermano, diciéndole "todo estará bien, ya vuelvo", pero las cosas no pasarían así.
Ya que después de varias horas, al llegar el anochecer, Elizabeth regresó a su habitación, con sus últimas fuerzas abrió las puertas y encontró a su querido hermano esperándola, angustiado caminando de un lado a otro de la habitación.
- ¡Eli! -era su hermana a quien veía, con heridas que recorrían todas sus extremidades, llena de dolor y agonía, y con su vestimenta manchada de sangre, a duras penas se podía mantener en pie, Ethan, a su corta edad, ya sabía lo que su madre obligaba hacer a su hermana, no lo toleraba, le dolía, sentía una gran impotencia al no poder hacer nada...
- Ethan, ya es tarde -le dijo mientras se acercaba- deberías estar durmiendo.
- ¡¿Cómo podría?! si te fuiste con madre y regresas en este estado... -Su vista se vuelve borrosa por las lágrimas que quieren emerger de sus ojos, y la voz se le empieza a quebrar, sentía demasiada impotencia de ver a su hermana así- perdón, no pude detenerla -entonces, las lágrimas empiezan a caer.
En un intento por consolar a su hermano, Elizabeth toma su mejilla e intenta tranquilizarlo pero el cuerpo tiene un límite y el de ella, ya lo alcanzó
- No es tu culpa, yo estoy bi- justo en ese momento, antes de terminar su oración, su mano se resbala de la mejilla de Ethan, dejando un camino de sangre en su cara.
Ethan observó como su hermana caía al piso, con la sangre saliendo de su cuerpo, sus ojos cerrados y su blanca piel tornándose pálida.
- ¡¡Eli!! ¡¡Elizabeth!! ¡¡Despierta, hermana!! -el tiempo se detuvo para él, no podía hacer más que tratar sus heridas y rogar a dios que esta no sea la última vez que viera los azules y brillantes ojos de su hermana abiertos.
...
Mierda
El mismo sueño otra vez,
- ¿Estás bien Eli?
El viento soplaba desde el norte hacia el sur, era una brisa algo gélida, cuando una pequeña hoja del árbol que me hacía sombra aterrizó sobre mi frente, no sé cuántas horas han pasado desde que me dormí aquí, pero no importa, ya pocas cosas importan.
- Retirando la pequeña hoja, Eldric insistió en su pregunta con cierta preocupación en su rostro - ¿Elizabeth, me escuchas?
Al despertar de mi trance me incorporé de inmediato, estaba tan dispersa en aquel sueño que ni siquiera había notado su presencia.
- Descuida, solo tuve un sueño del pasado -decía, mientras tomaba mi cabello para acomodarlo.
- ¿El mismo sueño otra vez? -su siempre sonriente rostro, se tornó serio
- Mejor dime -no quiero hablar del tema con Eldric, sucedió hace tantos años- ¿Qué haces aquí?
Eldric entendió la situación y no siguió preguntando, era algo que me agradaba de él -¿Olvidaste que hoy es la fiesta de cumpleaños de la princesa imperial? como cabeza de familia debes asistir.
- Aghr, que pereza, esos eventos sociales no son lo mio-
- Lo mio tampoco, pero debemos ir -se puso la mano en la cadera diciendome "si, lo que digas, igual irás"-
- Espera un momento, me alistaré -así que procedí a levantarme del césped donde dormía plenamente antes de la interrupción de Eldric y fui hacia la mansión-
...
Al cabo de unas horas, se mostró en la sala de estar una hermosa silueta, tan blanca como la nieve, con un hermoso cabello castaño con reflejos plateados que le llegaba hasta la cadera, tan reluciente que podría ser confundida con una noche estrellada, dejaría hechizados a quienes la vieran, esa era Elizabeth, tan imponente como la luna que se alza en las montañas, pero ella tenía cierta tristeza en su mirada, una mirada perdida entre los susurros de una historia olvidada.
- Estás hermosa Elizabeth -extendiendo su mano hacia mi- ahora pongámonos en marcha o llegaremos tarde.
- Espera un momento, hay alguien a quien debo ver antes -me voltee y seguí mi camino en dirección a un desagradable pasillo lleno de recuerdos que desearía no haber vivido-
- ¡Oh vamos! llegaremos tarde
- Eldric, si tanto te preocupa, puedes adelantarte.
- Claro que no, como aliados y amigos, nuestras familias deben presentarse juntas a la fiesta, y demostrar a la sociedad la buena relación que tenemos...Eli?. Me dejó hablando solo -al mismo tiempo se sentó, cruzó los brazos y esperó paciente a que yo llegara, buen chico.
Los tacones nada agradables, ni deseables que traía puestos hacían eco en el lugar, en cada pisaba sentía como mi corazón se acelera, mi sangre empezaba a hervir y los recuerdos volvían -de repente solté una onda explosiva de mana, sin querer destruí un poco las ventanas, hice un grieta en el piso e hice caer el candelabro- ups, debo controlarme- sin embargo, este pasillo es tan lúgubre como siempre, odio venir a este lugar, ¡si no fuera por ese tipo no tendría que hacer esto!
Al abrir las puertas, las bisagras rechinaban dejando al descubierto su antigüedad. En el centro de la habitación estaba ella, tan quieta y callada que nunca creerías el monstruo que es en realidad, pero, yo salí de ella, veremos a quién le va peor.
- Esta habitación está tan oscura como siempre, ¿porque no abres las ventanas?, Madre.