No se asusten, es solo un poco de contexto jiji
Diciembre del 2004
Jimin tenía cuatro años cuando su pequeño mundo se expandió de golpe.
Creyó que sería otro de esos días en los que acompañaría a su madre a hacerle compañía a la señora Min. Pero aquella vez, algo era diferente.
Las personas que días antes lo habían saludado sonrientes y amables, ahora vestían colores oscuros y rostros cargados de tristeza. Jimin no entendía por qué ni su mamá sonreía. Ella se veía como un vampiro, su piel pálida que pronunciaba más aquel moretón en su pómulo.
El niño permanecía de pie junto a su madre, aferrado con fuerza a su dinosaurio de peluche. No conocía a muchas de las personas que llenaban el gran salón con enormes ramos de flores, pero la seriedad y el silencio en el ambiente lo mantenían inmóvil. Entonces lo vio. Un hombre alto, vestido de negro, se acercaba lentamente hacia él. Jimin lo observó con curiosidad y algo de desconfianza. Sabía, por las experiencias con su propio padre, que los hombres serios podían ser malos y terroríficos.
El hombre se detuvo frente a él y sin decir una palabra, se arrodilló hasta quedar a su altura. Jimin lo miró en silencio, apretando aún más su peluche contra el pecho, como si su dinosaurio pudiera protegerlo de lo que fuera a suceder a continuación.
—¿Usted también está triste? —preguntó con la típica inocencia de un niño, señalando con su pequeño dedo índice la notoria aflicción en el rostro del hombre. Su madre lo regañó suavemente, tirando de su brazo sin ser brusca.
El señor Min Yoonho, director ejecutivo del imponente conglomerado Orion Group, esbozó una leve sonrisa tras horas de lamentos.
—Muy triste, si te soy sincero —admitió, suavizando aún más su expresión al ver el puchero que hacía el niño. Sus largas horas en el trabajo no le habían dado la oportunidad de volver a ver a su ahijado hasta ese día —Yoongi tenía razón, tu dinosaurio es muy bonito. ¿Cómo se llama?
Una sonrisa pintó el rostro del infante.
—Fran —respondió con orgullo, sintiendo que la desconfianza se desvanecía poco a poco ante el interés del señor Min —Pero Yoongi lo llama Pancho.
—¿Por qué no vas a buscarlo? Él está cerca de los arreglos florales —intervino su madre, preocupada al ver cómo se acercaban algunas personas hacia el señor Min.
Confundido, Jimin asintió y obedeció. Caminó de puntillas por el salón, esquivando las flores y las miradas melancólicas de los adultos, hasta que finalmente encontró a YoonGi sentado junto a su hermano mayor, YoonSik. Se le formó un nudo en la garganta al ver los ojos rojos de su amiguito.
—¿Yoyo? —susurró. Yoongi parpadeó antes de dirigirle la mirada —¿Por qué lloras?
El labio inferior del chico tembló.
—Mi mamá se fue al cielo... —Yoongi luchó por contener las lágrimas. A su lado, Yoonsik bufó con amargura.
—No está en el cielo. Está muerta.
Jimin no sabía mucho sobre la muerte, solo que cuando alguien moría, no despertaba jamás, y eso hacía que todos estuvieran tristes. Sin pensarlo, rodeó a Yoongi con sus pequeños brazos, apretándolo fuerte. Incapaz de soportarlo más, el menor de los Min rompió a llorar.
Yoonsik se mordió el labio al oír los sollozos de su hermano menor. No iba a ponerse a llorar. Tenía nueve años, un futuro alfa. Los alfas grandes no lloran.
—Quiero a mi mamá... —Yoongi empezó a hipar entre lágrimas, recordando involuntariamente la última vez que vio a su madre despierta en esa solitaria cama.
Jimin sintió pena, porque la señora Min había sido tan buena con su madre y él. Ella le había regalado a Fran cuando fue por primera vez a esa casa.
—Ella querría estar aquí contigo y con Yoonsik ... —murmuró Jimin , sin saber bien qué decir realmente.
Yoonsik empezó a llorar.
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"It's always been us" [YM]
Fanfiction|Omegaverse| Es uno de los primeros días de octubre cuando, luego de una tonta discusión, Jimin, a las afueras de la escuela, extendió su dedo meñique hacia su amigo de toda la vida. --Apostemos. Cuando llegue tu primer celo y te presentes como omeg...