𝐗𝐕𝐈. 𝐀𝐅𝐑𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐀 𝐋𝐀 𝐒𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄

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Capítulo 16

DUNKELHEIT – VINNDVIK, PALACIO NATKRONEN

El príncipe Ludger Worwick recorría la biblioteca del palacio Natkronen con pasos decididos y una postura recta, portando su uniforme militar de manera impecable. Sus ojos se posaron en un estante en particular y, sin titubeos, tomó un libro de portada marrón. Al retirar el volumen, los intensos ojos azules del príncipe se revelaron tras el espacio vacío que dejó la ausencia de aquel ejemplar. Su entrecejo fruncido y la mandíbula tensada reflejaban concentración, así como la misma dureza que había caracterizado a su abuelo, el fallecido Aiseen II Worwick, ya que el parecido físico entre ambos era innegable. El príncipe Ludger parecía un reflejo viviente del antiguo regente de Armes, con la misma estructura fuerte y la mirada acerada que infundía respeto e incluso miedo.

Ludger hojeó la portada del libro, sosteniéndolo con una sola mano, mientras que su mano libre, como de costumbre, la posicionó tras su espalda. Él hojeó las dos primeras páginas del libro, pasándolas con los dedos de la misma mano con la que sostenía el libro por la parte inferior de su lomo, pero un estruendo repentino lo distrajo.

Sin mover el rostro, solo desvió los ojos, fijando la vista hacia el ventanal, captando de inmediato el origen del sonido. Cerró el libro con la misma mano, y Ludger se dirigió lentamente hacia la ventana, dejando el libro sobre el escritorio con un suave golpe.

Al acercarse al balcón, el sol acarició su rostro mientras se asomaba para observar a sus primas, las gemelas Valkira y Valira Worwick, hijas del fallecido príncipe Alek Worwick, que entrenaban en el patio del palacio. Sus movimientos eran precisos y fuertes bajo aquel combate que se había vuelto parte de la rutina diaria de las hermanas de casta blanca. Ludger las observó por un momento con una ligera sonrisa esquinera, reflejando a través de su mirada y sonrisa la admiración y el orgullo que le causaban, pero más que eso, él estaba atrapado y fascinado con ambas mujeres.

La brisa fría del norte suavizaba el calor de los rayos del sol y jugaba con los largos cabellos de las gemelas, mientras los mechones blancos del príncipe se agitaban ligeramente. En ese momento, la puerta de la biblioteca se abrió con un leve chirrido, y Ludger se giró sin sorpresa al ver al hombre que entraba.

—Mi príncipe. —Se reverenció Sr Horvat, el consejero del príncipe Ludger en su gestión como gobernador de Vinndvik

Ludger dibujó una ligera sonrisa amable, como de costumbre, y se acercó al hombre.

—¿Qué se le ofrece, Sr Horvat? —preguntó Ludger, sin apartar la mirada del hombre con amabilidad.

—Príncipe, ha llegado un comunicado desde Northlandy, enviado por la corona —informó Horvat, extendiendo una nota sellada que Ludger tomó sin prisa.

El príncipe abrió el comunicado con total tranquilidad mientras sus ojos recorrían cada línea del papel sin prisa. Al terminar, esbozó una sonrisa mientras doblaba de nuevo el papel.

—Me alegra saber que Darcel finalmente se ha casado —comentó Ludger, con un tono sereno—. Responda a la solicitud del rey y confirme mi asistencia.

Sr Horvat asintió, hizo una reverencia y se retiró de la habitación, manteniendo su distancia del príncipe, que siempre parecía de carácter apacible, pero que en realidad podía ser muy peligroso. Ludger lo observó partir en silencio y con prisa, sabiendo que la urgencia de su consejero era el mismo miedo que le tenían. Ludger sonrió con gracia y luego volvió al libro que había dejado, retornando de nuevo sus pensamientos a su lugar sin ningún problema.

NORTHLANDY – CASTILLO WORWICK

Cerca de las horas de la tarde, Darcel entró a sus aposentos después de haber pasado la mañana en el patio de armas ajustando detalles sobre la armería. Él entró con pasos sigilosos, cuidando que el sonido de sus botas no perturbara el silencio del lugar. Evelyn estaba sentada en el amplio mueble de la habitación, concentrada en su delicado bordado, pero sus manos parecían luchar con la tela y la aguja, intentando dominar el arte. Al verla concentrada en aquella actividad, Darcel sonrió de medio labio, observando cómo su esposa no se daba cuenta de su presencia.

𝐕𝐀𝐋𝐊𝐎: 𝐂𝐄𝐍𝐈𝐙𝐀𝐒 𝐂𝐎𝐋𝐎𝐑 𝐏𝐋𝐀𝐓𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora