- Baja tus pantalones y coloca los codos sobre la mesa.
Rayos , esto me lo gane yo solo , Aratea se ve realmente molesta- Handiar utilizo el brazo que tenía bien para desamarrar el cinto que sujetaba sus pantalones y después con un poco de trabajo los bajo un poco asta llagar a la mitad de su trasero, luego con una expresión de su cara que no se si definir entre miedo, vergüenza y arrepentimiento se inclinó sobre la mesa del comedor colocando lo codos en una posición cómoda y cerró los ojos con fuerza. Aratea observaba la escena con paciencia, estaba molesta pero el hecho de que Handiar hubiera ido por su propio pie a verla y el mismo hubiera solicitado el castigo que se merecía y que recibiría de cualquier forma le había enternecido el corazón, después de todo Handiar era un chico muy trabajar y aunque algo testarudo muy responsable. - Porque se tarda tanto, por favor que ya comience.
- Lo siento mucho mi pequeño Handiar pero tienes que aprender que una de tus grandes responsabilidades es cuidarte a ti mismo, si no lo haces no eres más que un estorbo para todos los demás. Bien quiero que cuentes en voz alta hasta 50, no me detendré y si te levantas ganaras 10 palmadas adicionales. ¿Entendido?
Handiar se mordió el labio y respiro profundo, en realidad tenía miedo del castigo y se sentía pésimamente por lo que había ocurrido, las palabras de Aratea le habían formado un nudo en la garganta y con apenas un hilito de voz respondí. - Si, entendido!
Aratea se inclinó un poco y subió la pierna para poder alcanzar la sandalia que llevan puesta, para mala suerte de Handiar ese día Aratea calzaba unas sandalias con suela de madera y unas cintitas de cuero que le permitían sujetarlas al pie. La tomo se la acomodo en la mano derecha, se colocó junto a Handiar y de un tirón bajo sus pantalones hasta las rodillas. - Bien estoy listo, esto no puede ser tan malo, además yo me lo gane, tengo que compórtame Aratea no me puede ver llorar como un niño. Yo soy el ...
Ssssssass - Aahh - el primer azote tomo desprevenido a Handiar y fue más fuerte de lo que él esperaba, aunque quiso no pudo retener un pequeño grito. Cerro los puños y apretó fuertemente los ojos - Uno.
Sssssassss - Ahh ... dos ... tres.. ahhh cuatro ... Ssaass, Ssaass, Ssaass, . cua... cua .. cuarenta-las lagrimas ya habían salido de los ojos de Handiar y a cada palmada apretaba los puños y si podía levanta un poco alguna de las piernas para soportar el dolor sin levantarse de la mesa - Había olvidado por completo la fuerza de Aratea, y cuando está molesta es peor, ya no lo soporto duele mucho. - Aaaahhh ... cuarenta y uno ... lo lo siento ... lo siento.
Handiar no pudo soportar bien el ultimo azote recibido y su instinto lo llevo a levantarse de la mesa y cubrir sus adoloridas nalgas con la mano, Aratea no se molestó y lo observo lloriquear un rato mientras recobraba la compostura, se recargo sobre la mesa y cruzo los brazos sobre el pecho aun sosteniendo la sandalia en la mano. - Lo .. lo siento .. ya... ya voy - Handiar se secó las lágrimas que tenía sobre el rostro con la manga de su camisa y retomo la posición del castigo, le temblaban un poco las piernas y el ardor que sentía era muy intenso. Aratea termino los 50 azotes que le había prometido sin cambiar ni el ritmo ni la intensidad de los mismos, Handiar ya no aguantaba más y se movía mucho sobre la mesa a cada uno de los azotes, y le costaba trabajo recuperarse y decir en voz alta el número que le correspondía. Cuando termino Aratea hizo una larga pausa lo cual solo provoco que la angustia de Handiar aumentara, sabía perfectamente que desobedeció en el castigo y que aún le restaban 10 palmadas. Sollozaba sobre la mesa, pero no aflojaba los puños o los ojos en espera de la siguiente palmada. De repente el sonido de una silla arrastrándose lo hizo abrir los ojos y voltear buscando a Aratea.
- Bien Handiar creo que es suficiente con la sandalia, te cambiare los 10 azotes restantes por 20 palmadas con la mano, ven ponte sobre mis rodillas.
Handiar se levantó de la mesa y tambaleándose un poco se acercó a Aratea, como fuese las palmadas con la mano de Aratea serian mejor que los dolorosos azotes que estaba recibiendo con aquella zapatilla de madera. Aratea lo domo por la cintura y lo ayudo a acomodarse sobre su regazo, las nalgas de Handiar estaban al rojo vivo y le ardían mucho.
- Siento mucho que haya tenido que ser tan dura contigo Handiar. Por favor piensa en todo esto y que no se repita- Las palabras de Aratea ya no eran en un todo recriminatoria, si no más bien tiernas, mientras le hablaba acariciaba su adolorido trasero. - Bien terminemos con esto.
Con estas palabras Handiar se estremeció nuevamente y se preparó para el castigo. Ah, Ah, Ay .. Ah Definitivamente las palmadas que le estaba dando Aratea no eran tan malas como los azotes con la sandalia, sin embargo, eran fuertes y enérgicas y Handiar no pudo evitar emitir pequeños gritos tras cada una de las palmadas y arquear un poco el cuerpo después del impacto.
Por fin Aratea termino el castigo y dejo que Handiar descansara un rato sobre sus piernas, cuando se tranquilizó lo suficiente se levantó y con ayuda de Aratea se colocó nuevamente la ropa.
- Lo siento mucho Aratea ... en verdad estoy muy avergonzado y te prometo que no volverá a pasar, por favor perdóname.
- Ya no te preocupes Handiar solo por favor cuídate, hay mucha gente que te quiere y a mí en lo personal me dolería mucho perderte por una tontería como esta.
Handiar aún estaba avergonzado y agacho la mirada para no ver a Aratea a los ojos, no dejaba de sentirse mal por haberla preocupado tanto y las lágrimas que salían de sus ojos ahora eran por darse cuenta del cariño que le tenía Aratea y las tonterías que había cometido. Aratea lo abrazo lo consoló con palabras tiernas y cariñosas, después de todo él era para ella como un hijo y lo quería con todo su corazón.
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One - Shots
RandomPara publicar algunas historias sueltas que se me ocurren, pero no tienen un contexto más grande.