El reloj marcaba las 2:37 a.m. cuando Walter se despertó de nuevo, empapado en sudor, sintiendo el peso de una oscuridad extraña en su habitación. Los gatitos estaban todos acurrucados cerca de sus pies, durmiendo plácidamente, ajenos al malestar que lo invadía. Había algo en el aire, algo pesado y denso que lo oprimía, como si el pasado que intentaba olvidar se materializara en la penumbra de su cuarto.
Walter:
—No puede ser… estoy solo…—Susurrando, con la respiración acelerada—Se levantó lentamente de la cama, intentando no despertar a los gatos, y se acercó a la ventana. El cielo estaba cubierto de nubes oscuras, y solo el viento hacía eco en la calle vacía. Pero a pesar de la tranquilidad externa, Walter sentía la presencia de algo en su hogar. Algo que no podía ver, pero que sabía que estaba allí.
Caminó por la casa, como lo había hecho antes, revisando cada rincón, cada sombra, esperando encontrar una explicación lógica. Pero cuanto más miraba, más incierto se volvía. Las sombras parecían moverse con él, susurrando algo que no lograba entender, pero que sin duda sentía.
Walter:
—Estoy perdiendo la cabeza… No puede ser real.—Murmurando, con los ojos bien abiertos—Sin embargo, lo que estaba a punto de enfrentar era muy real, mucho más de lo que jamás hubiera imaginado.
Mientras regresaba lentamente a su habitación, un reflejo en el espejo del pasillo llamó su atención. Al principio pensó que solo era su silueta distorsionada por la luz tenue, pero cuando se detuvo para observar mejor, se dio cuenta de que algo estaba mal. Muy mal.
En el reflejo, no era él quien lo miraba. La figura era la de un niño, vestido con ropa gastada y rota, el cabello revuelto y sucio, y los ojos llenos de terror. Walter sintió que el aire se escapaba de sus pulmones. Estaba viendo a su versión infantil, una imagen de sí mismo de cuando tenía apenas 8 años. Era él, pero a la vez, no lo era. No podía ser.
Walter:
—¿Qué… qué está pasando?—Retrocediendo, temblando—El niño en el espejo no habló, pero dio un paso hacia adelante, saliendo lentamente del reflejo, como si atravesara una fina capa de vidrio invisible. Walter se quedó paralizado, sin poder moverse, sin poder apartar la vista de esa versión de sí mismo que había mantenido enterrada durante tantos años.
Versión infantil de Walter:
—Creíste que te habías liberado, ¿verdad? Pero nunca lo hiciste. Nunca te fuiste.—Con una voz susurrante y aguda —Walter sintió un nudo en la garganta, incapaz de responder. La figura de su yo infantil lo miraba fijamente, con ojos oscuros y vacíos, y una sonrisa que era todo menos inocente.
Walter:
—Esto… esto no es real…—Casi en un susurro, sin poder creer lo que veía—Niño-Walter:
—Lo que pasó nunca te dejó. Está dentro de ti, siempre lo ha estado.—Acercándose más, con una sonrisa algo aterradora—El niño dio un paso más, y Walter retrocedió, sintiendo el frío recorrerle la espalda. Aquello no era solo un recuerdo; era algo más, algo vivo, algo tangible que había vuelto para atormentarlo. Sabía lo que representaba esa versión de sí mismo: el niño que había sido cuando todo en su vida cambió para siempre, el niño que había soportado el peor de los abusos, que había vivido en el miedo y el dolor, y que nunca pudo escapar del todo.
Walter:
—No… no quiero recordar eso…—Sacudiendo la cabeza, temblando—Niño-Walter:
—No tienes elección. El pasado no desaparece solo porque lo ignores. Está en ti, Walter. Siempre lo ha estado.—Mmirándolo con crueldad, su sonrisa desapareciendo lentamente—Las sombras en la casa parecían acercarse más, envolviendo la figura del niño. Walter sintió que el aire a su alrededor se volvía más pesado, más opresivo. Intentaba despertarse, convencer a su mente de que esto no era más que una pesadilla. Pero no lo era. Estaba completamente despierto.
Walter:
—¿Por qué ahora? ¿Por qué vienes ahora?—Retrocediendo hacia la pared, sintiendo cómo las sombras lo rodeaban—El niño no respondió, solo lo miró con esa expresión vacía, como si estuviera esperando que Walter recordara por sí mismo. Y, lentamente, algo comenzó a formarse en su mente. Un eco distante, una voz que provenía de lo más profundo de su memoria, un sonido que lo llenaba de pavor.
Walter cerró los ojos, esperando que al hacerlo, todo desapareciera. Pero lo único que consiguió fue que el recuerdo volviera más fuerte, más claro. Estaba de vuelta en su antigua casa, en su antigua habitación, pero algo estaba terriblemente mal. Escuchaba los gritos de su padre desde la otra habitación, y el sonido de los golpes que resonaban contra las paredes. Su corazón latía con fuerza mientras se escondía debajo de su cama, con los ojos bien cerrados, deseando que todo terminara.
Niño-Walter:
—Estabas allí… Lo recuerdas, ¿verdad? Recuerdas lo que hizo.—Susurrando, con una voz distante—Los ojos de Walter se llenaron de lágrimas mientras ese recuerdo, que tanto tiempo había intentado enterrar, regresaba con una fuerza devastadora. No solo era el miedo lo que sentía, era algo más oscuro, más profundo. Una sensación de impotencia, de absoluta vulnerabilidad.
Walter:
—No… no quiero… no puedo…—Sintiendo que su voz se rompía—Pero las sombras lo rodeaban, y el niño seguía allí, mirándolo con esos ojos vacíos. El recuerdo estaba a punto de revelarse por completo, pero antes de que pudiera procesarlo, las sombras comenzaron a distorsionarse, y las paredes de su casa desaparecieron, dejando solo oscuridad y un eco distante. Walter sabía lo que venía.
Niño-Walter:
—Y fue entonces… cuando todo se volvió más rojo...—Con una voz casi inaudible—Walter sintió un frío intenso recorrerle el cuerpo mientras las imágenes del pasado lo envolvían por completo. No había escapatoria, no esta vez. Estaba atrapado en ese recuerdo oscuro, ese momento en el que todo en su vida cambió para siempre. Sabía que lo que estaba a punto de recordar lo dejaría marcado nuevamente, pero no podía detenerlo.
Justo cuando el recuerdo estaba por manifestarse por completo, cuando la oscuridad lo envolvía, todo quedó en silencio. Un eco, un grito lejano, y luego…
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Entre sombras y cicatrices
RandomWalter es un joven de 19 años que, a pesar de su trágico pasado, mantiene una sonrisa brillante y una actitud optimista. Vive solo en una pequeña casa heredada tras un misterioso accidente que le arrebató a su familia. Con una vida tranquila y sin e...