Un Mundo De Fantasía

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En un mundo de fantasía, en un bosque encantado, vivía una hermosa hada llamada Luna. Tenía alas delicadas como una mariposa y cabello plateado que brillaba bajo la luz de la luna.

Un día, mientras volaba sobre el bosque, Luna vio a un chico humano llamado Leo. Estaba sentado en una roca, mirando el río que corría debajo. Luna se sintió atraída por su sonrisa y su mirada pensativa.

Comenzó a observarlo desde lejos, y pronto se enamoró de su bondad y su curiosidad. Pero sabía que los humanos y las hadas no debían mezclarse.

Un día, Leo se perdió en el bosque. Luna decidió ayudarlo, y se apareció ante él. Leo se sorprendió al ver a la hermosa hada, pero Luna lo tranquilizó con su sonrisa.

-Soy Luna -dijo-. Estoy aquí para ayudarte.

Leo se enamoró de Luna en ese momento. Pero sabía que era una hada, y que su amor era imposible.

-No puedes amarme -dijo Luna-. Soy una hada. Mi mundo es diferente al tuyo.

Pero Leo no se rindió. La buscó en el bosque, y finalmente la encontró en un claro. La tomó de la mano y le dijo:

-No importa que seas una hada. Te amo por quién eres.

Luna se sintió conmovida. Nadie había amado a una hada antes. Se dieron un beso, y su amor creció.

Pero el rey de las hadas no estaba de acuerdo con su relación. Quería que Luna se casara con un hada noble.

-Debes elegir entre tu mundo y el mío -dijo el rey.

Luna eligió a Leo. Renunció a su título de hada y se convirtió en humana.

-Te amo -dijo a Leo-. Quiero vivir contigo en tu mundo.

Leo sonrió.

-Te amo también -dijo-. Juntos podemos conquistar cualquier cosa.

Y así, Luna y Leo vivieron felices para siempre, rodeados de amor y magia.
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Después de renunciar a su título de hada, Luna y Leo se mudaron a una pequeña casa en el borde del bosque. Luna se adaptó rápidamente a la vida humana, pero extrañaba su conexión con la naturaleza.

Un día, mientras caminaban por el bosque, Luna descubrió que su magia no había desaparecido por completo. Podía hacer que las flores crecieran y las aves cantaran con solo tocarlas.

-Mi magia sigue aquí -dijo Luna, emocionada.

Leo sonrió.

-Eres una hada en el corazón -dijo-. Nada puede cambiar eso.

Luna se sintió feliz de haber encontrado un equilibrio entre su vida humana y su herencia mágica.

Pero no todos estaban contentos con su relación. El rey de las hadas, enfurecido por la elección de Luna, envió a sus guardias a buscarla.

-Debes regresar al reino -dijeron los guardias-. El rey te necesita.

Luna se negó.

-Mi hogar está aquí -dijo-. Con Leo.

Los guardias se fueron, pero Luna sabía que el rey no se rendiría fácilmente.

Una noche, mientras dormían, la casa de Luna y Leo fue atacada por criaturas mágicas enviadas por el rey. Luna usó su magia para defenderse, pero Leo fue herido.

-No puedo perderlo -dijo Luna, desesperada.

En ese momento, apareció una figura misteriosa. Era la madre de Luna, la reina de las hadas, que había estado escondida durante años.

-Ayuda a mi hija -dijo la reina-. Protege a su amor.

La reina usó su magia para curar a Leo y ahuyentar a las criaturas.

-El rey no tiene derecho a interferir en la vida de mi hija -dijo-. Luna, eres libre de elegir tu propio camino.

Luna se sintió agradecida por la intervención de su madre.

-Gracias, madre -dijo-. Estoy feliz aquí, con Leo.

La reina sonrió.

-Te amo, hija -dijo-. Siempre estaré contigo.

Y así, Luna y Leo vivieron felices para siempre, rodeados de amor, magia y la bendición de la reina.

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