Si (no) te hubiera conocido

Capítulo 36

Nos sentamos juntos en la arena, viendo cómo el sol va deslizándose lentamente hacia el horizonte, tiñendo el cielo de un tono anaranjado profundo que parece infinito. El calor del día aún se siente en la arena bajo nuestros pies, pero la brisa suave del atardecer acaricia nuestros rostros, dándonos una sensación de calma que rara vez he experimentado. Estamos solos, absolutamente solos, y eso, por primera vez en mucho tiempo, me hace sentir en paz.

Mis dedos entrelazados con los de Sunny parecen encajar perfectamente, como si siempre hubieran pertenecido juntos, como si el universo mismo estuviera en equilibrio solo por ese simple gesto. Su mano es cálida, y puedo sentir el pulso constante de su corazón a través de su piel. Ambos permanecemos en silencio, disfrutando de la tranquilidad del momento, del simple hecho de estar juntos sin necesidad de decir una palabra.

El cielo está pintado de tonos naranjas, rosas y violetas, como si alguien hubiera arrojado los colores más cálidos de una paleta sobre un lienzo perfecto. Las olas del mar rompen suavemente en la orilla, creando un ritmo que acompaña nuestras respiraciones, lento, profundo, sincronizado.

Me giro un poco hacia él, observando su perfil a la luz del atardecer. Su cabello, desordenado por el viento, se mueve ligeramente, y sus ojos están fijos en el horizonte, como si estuviera buscando algo allá a lo lejos. No puedo evitar sentir una profunda ternura hacia él en este momento. No solo por el hombre que es, sino por todo lo que hemos pasado para llegar hasta aquí, sentados juntos, en paz.

- Sunny... - rompo el silencio con suavidad, queriendo saber lo que realmente piensa, lo que siente respecto a todo lo que le he contado. - ¿Tú me crees? Todo lo que te dije sobre... sobre que vengo de otra realidad. ¿Realmente me crees?

Mis palabras salen con algo de inseguridad, como si tuviera miedo de la respuesta. He compartido tanto con él, cosas que son difíciles de procesar, incluso para mí, y aún así necesito saber si me cree, si comprende la magnitud de lo que he vivido.

Sunny se queda en silencio un momento, sin apartar la vista del horizonte. Siento cómo su mano aprieta la mía, y luego lo escucho suspirar antes de girar ligeramente su cabeza hacia mí, sus ojos oscuros brillando con una extraña mezcla de tristeza y serenidad.

- Extrañamente, te creo. - responde con voz baja, pero firme. - Aunque eso no significa que lo entienda.

El alivio que siento en ese momento es indescriptible. Es como si el peso de todo lo que he estado cargando sobre mis hombros durante tanto tiempo finalmente se disipara, aunque sea un poco. Él me cree. Eso es todo lo que necesitaba escuchar. No importa lo irracional o imposible que parezca, Sunny me cree. Y eso lo cambia todo.

No puedo evitar sonreír, una sonrisa pequeña, pero genuina. Él me mira por un instante, como si estuviera buscando algo en mi expresión, y luego vuelve a girarse hacia el océano, observando cómo las olas continúan su eterno vaivén, ajenas a nuestras vidas y a todo lo que hemos pasado.

El silencio se instala entre nosotros nuevamente, pero esta vez es un silencio cómodo, lleno de entendimiento. Sin embargo, siento que hay algo más en su mente, algo que no ha dicho aún, y estoy a punto de preguntarle cuando lo escucho hablar de nuevo, su voz apenas un susurro, pero clara en la quietud de la playa.

- Muchas veces... - empieza, y noto cómo su tono cambia, volviéndose más introspectivo, más vulnerable. - Muchas veces me despierto en medio de la noche... y estoy llorando. No sé por qué, nunca recuerdo qué era lo que estaba soñando. Pero siempre tengo esta sensación de pérdida, como si hubiera perdido algo importante, algo que no puedo recuperar. Y esa sensación... - hace una pausa, su respiración se entrecorta. - Esa sensación se queda conmigo mucho tiempo después de despertarme.