Regla 1:Nunca prendas el televisor
En una remota región boscosa, un campamento de verano llamado Campo Serendipia albergaba a 27 chicas emocionadas por la aventura y la desconexión del mundo digital. Aquella semana prometía ser un tiempo de amistad, risas y naturaleza, pero algo oscuro se cernía sobre sus cabezas, algo mucho más siniestro de lo que cualquiera podría sospechar.
Hallie era una joven de quince años, cuya vida giraba en torno a la tecnología. Para ella, el internet no solo era una herramienta, sino su conexión con el mundo. Dibujos, cuentos, foros, chats; Hallie encontraba en cada rincón virtual una forma de ser y estar que el mundo real no le ofrecía. Llegar al campamento, con su aviso de "¡Desconéctate y vive!", le pareció un golpe brutal. Sin embargo, Hallie, intentando adaptarse, había aceptado la experiencia como un desafío personal.
La primera noche, después de una larga caminata en los alrededores del campamento, las chicas se reunieron alrededor de una fogata. La dueña, una mujer de aspecto afable llamada Marta, les contó historias sobre los antiguos habitantes del bosque, sus ritos paganos y leyendas de espíritus que acechaban entre los árboles. Mientras las llamas bailaban, los ojos de las chicas brillaban entre asustadas y fascinadas. Marta concluyó su relato con una abrupta advertencia: "Nunca encendáis un televisor en este lugar... No sabemos lo que podríamos despertar."
Las palabras resonaron en la mente de Hallie que, aunque intentaba desacreditarlo, sintió un escalofrío recorrerle la columna. Esa noche, el sueño fue esquivo, y su mente vagaba entre el deseo de conectarse al mundo digital y el miedo latente que las historias de Marta habían sembrado.
Cuatro horas después del inicio del amanecer, Dalie y Noelia, mejores amigas y compañeras inseparables, estaban explorando los alrededores del campamento, siguiendo el rastro de unas huellas extrañas. Sus risas se desvanecieron cuando encontraron una insólita estructura escondida en el bosque: una cabaña antigua, abandonada, con un televisor en su centro. Lo primero que las perturbó fue la imagen de Hallie atrapada dentro de la pantalla, su rostro pálido y sin vida, su cabeza sangrando abundantemente. Gritaron aterrorizadas, incapaces de procesar la macabra escena.
El campamento pronto se sumió en el caos. Marta, la supuesta guardiana del lugar, desapareció sin dejar rastro, abandonando a las chicas a su suerte. La pavorosa y palpable sensación de peligro fue abrumadora. Las chicas, desesperadas, intentaron hallar una señal de internet para pedir ayuda, pero los dispositivos no captaron ninguna red. El bosque se había convertido en una trampa mortal donde la tecnología parecía haberse vuelto contra ellas.
Dalie, Noelia y otras cinco chicas valientes decidieron investigar la cabaña, guiadas por un misterioso impulso que las llamaba. Al llegar encontraron pistas en el interior: antiguos diarios de los habitantes originales del campamento que contaban sobre el espíritu maligno de una niña muerta atrapada en el televisor, una niña que buscaba cuerpos jóvenes para escapar de su prisión electrónica. Las páginas hablaban de rituales oscuros y de cómo el alma del espectador podía ser succionada por la pantalla si alguien encendía el aparato.
Aterrorizadas pero determinadas, las chicas elaboraron un plan para destruir el televisor y liberar el espíritu atrapado antes de que alguna otra alma fuera tomada. Encendieron una fogata a las puertas de la cabaña y pusieron en marcha su plan. Cada chispa que volaba del fuego hacia el televisor parecía aumentar la presión sobre ellas. Era como si el mismo bosque luchara por mantenerles el control.
De repente, una voz espectral surgió de la pantalla, implorando ayuda, antes de convertirse en una risa demoníaca que helaba la sangre. La imagen de Hallie reapareció, esta vez moviéndose, tratando de escapar. Noelia, quien era la más valiente del grupo, tomó el liderazgo y dirigió a las chicas en un canto exorcista que encontraron en los diarios. La pantalla del televisor comenzó a temblar y la figura de Hallie, ahora acompañada por otras sombras agonizantes, luchaba por la libertad.
Finalmente, entre lágrimas y gritos, el televisor estalló en llamas. La explosión lanzó a las chicas al suelo, llenándolas de cenizas y escombros. Cuando el humo se disipó, todo quedó en silencio. El aire volvió a llenarse del aroma del bosque y de la calma monótona de la naturaleza.
Sin embargo, Dalie y Noelia sabían que nada volvería a ser igual. Marta nunca regresó y las chicas lograron salir del campamento, pero el terror de aquellos días quedó grabado en sus corazones. Años después, Campo Serendipia fue clausurado, y las historias del televisor maldito fueron contadas de generación en generación, cada vez más distorsionadas, y siempre con la advertencia: "Si ves un televisor en el bosque, nunca lo enciendas... Podrías liberar algo que jamás debería haber visto la luz del día".
El grupo de las 27 chicas se dispersó, cada una llevando consigo cicatrices invisibles y la certeza de que algunas conexiones, incluso las digitales, pueden ser más peligrosas de lo que jamás imaginaron.

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27 Victims
ChickLitun campamento, 27 chicas,la dueña con las llaves del campamento ¿que podría salir mal?