ʀᴇᴄᴏɴfᴏʀᴛᴀʀ

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Restregando sus ojos un par de veces para quitar de ellos todo rastro de cansancio acumulado; fijó su atención al espacio vacío al costado de la cama, dándose cuenta que hacía falta la presencia de Zoro.

No lo había sentido en toda la mañana, ni mucho menos se enteró desde cuándo se había levantado; pero al ser lunes por la mañana, supuso que se encontraría impartiendo sus clases de dojo.

Acomodándose sobre la cama, despejó un par de cabellos que se habían adherido a su frente, mientras soltaba un largo y somnoliento bostezo.

La quinta semana de su embarazo comenzaba a transcurrir.

Y para Sanji, sus malestares cada vez se hacían más agobiantes, conforme pasaban los días.

Las náuseas lo habían mantenido despierto durante el transcurso de la noche, y su olfato hacía que toda la comida le provocará ascos.

Profundas ojeras se habían acentuado en su rostro a consecuencia de su desajustado horario de dormir; y a pesar de qué le había jurado a Chopper que mantendría una dieta saludable, no iba a negar que había caído ante la tentación de los pastelillos en más de una ocasión.

Fijando su atención en la hinchazón de su barriga; era adorable notar cómo mediante el transcurso de las semanas, el pequeño bulto iba creciendo con lentitud.

Tal vez se debía a que tendría gemelos.

Porqué está mañana en particular, se sentía pesado e hinchado; sus pechos habían aumentado de proporción, luciendo más grandes debido a toda la hinchazón.

Avergonzándose un poco, por los cambios que su cuerpo estaba atravesando.

Bajándose con pereza de la cama; se tomo un breve momento para calmar el vértigo que había desestabilizado su andar.

- Pequeños.. no me hagan vomitar desde tan temprano - frotando su vientre con un pequeño masaje; tomó un par de respiraciones antes de poder reincorporarse por completo.

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Reanudando su andar, caminó despacio hacia el pequeño cuarto de baño que compartía con Zoro; y ya estando ahí, se dispuso a ir al lavamanos para asearse la cara y los dientes.

Deteniéndose frente al espejo, una mueca de disgusto se formó en su rostro al notar la aparición de espinillas.

Le había salido acné.

Respirando hondo en un intento por calmarse, recordó que uno de los boletines informativos que Chopper les había dado, indicaba la aparición de espinillas dentro de la quinta semana de gestación.

A consecuencia de la producción de hormonas y en señal de qué sus bebés estaban desarrollándose.

Era algo común en la maternidad; y tampoco es que tuviera un brote severo.

Sólo unas cuantas espinillas sobre sus mejillas, frente y mentón.

Pero vamos; las hormonas no le estaban ayudando y él se sentía cómo el hombre más feo de esté mundo.

¿Acaso a Zoro le daría asco besarlo?

El embarazo no sólo estaba afectando su cuerpo, sino que ahora su cara padecía de los estragos que implicaba cargar con dos vidas dentro suya.

Y sólo era el comienzo del segundo mes..

Lavándose la cara con un jabón anti acné que tenía guardado en la repisa del baño; trato de limpiar a profundidad cada una de sus espinillas en un intento porqué mágicamente desaparecieran de su piel.

𝐋𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐠𝐮̈𝐞𝐧̃𝐚 𝐧𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐣𝐨́Donde viven las historias. Descúbrelo ahora