CAP.7: Es mí cumpleaños!

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Al día siguiente me desperté y baje en pijamas media dormida, era domingo y Grace me recibió con un abrazo cariñoso, me quedé tiesa en mi lugar mirandola extrañada.

– ¿Se siente bien? – Cuestione mirándola, no es por grosería, pero la única persona que me había abrazado era mi mamá.

– Obviamente que sí, cariño. ¡Feliz cumpleaños! – Dijo ella poniendo sus manos en mis hombros con una gran sonrisa, acercándome a ella de nuevo en otro gran abrazo, me quedé quieta y solo le di de palmaditas en la espalda, me sentía rara recibiendo tanta atención.

– Paré, ¿Cómo sabe usted que es mi cumpleaños? – Cuestione alejándome de ella.

– Es el cumpleaños de todos tus hermanos también, todos nacieron el mismo día. – Me dijo con paciencia.

– Ah. Claro. – Respondí, mirando a otro lado.

Pronto bajaron los demás, en pijamas, cada uno recibiendo su respectivo abrazó de parte de Grace y parecían todos acostumbrados a los abrazos de ella, hubiera querido tener más oportunidades de abrazar a mi mamá..

Nos sentaron a todos en la mesa y nos dieron hotcakes en formas divertidas, de dinosaurios, osos, ratones, conejos, corazónes y muchas otras figuras. Ah, me olvide, Reginald estuvo en el desayuno y nos deseó feliz cumpleaños a todos, nos pidió que nos cambiamos lindos y bajaríamos de inmediato.

Y eso hice, me lave los dientes y no me podía escojer entre tanta ropa bonita que había en mi clóset, ropa que solo había imaginado. Al final, me decidí por una playera blanca, y un overol de mezclilla, me puse unas calcetas con un estampado de corazónes rojos muy lindos y unos tenis blancos para que hagan juego con la playera, el pelo me lo cepille aunque estaba un poco enredado. Me lo cepille y me quedé frente al espejo mirándome, mi pelo era rubio, sí, pero era lacio, y no me gustaba.

– Oye, bruja, apúrate. – Esa horrible voz en la puerta de mí habitación.

Volteé y efectivamente, era Cinco, apoyado en el marco de mi puerta.

– ¿Por qué me apuras?, no eres nadie para hacerlo. – Cuestione, cruzándose de brazos.

El rodeo los ojos y dijo.

– Bien. Haz lo que quieras. – Dijo el rodeando los ojos, mientras se iba, pero regreso y me señalo de arriba a abajo.

– Y cambiate, te morirás de frío con eso. –

El iba con un suéter arriba negro, y un pantalón de mezclilla, me estaba mandando, y odiaba eso, pero bueno, no me iba a morir de frío. Me cambié el overol por un pantalón de mezclilla acampanado ligeramente, una playera con un tono ligeramente rosado, y  me puse un cárdigan blanco encima. En cuestión de mi pelo, me puse un broche de perlitas blancas en ambos lados de mi cabeza y me salí corriendo abajo, todos ya estaban listos y esperándome.

𝓗𝓲𝓵𝓸 𝓻𝓸𝓳𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora