Five Hargreeves, uno de los herederos de la gran y casi interminable fortuna de su padre Sir Reginald Hargreeves, es puesto a prueba cuando a tan solo una semana de la boda de su hermano, es obligado por su padre a llevar una acompañante.
Sin saber...
Michelle estaba sentada en un lujoso sofá de cuero negro. Miraba con curiosidad y fascinación el penthouse de Five.
No podía creer que para ser un simple departamento era tan enorme como una casa, hasta un segundo piso tenía.
Tenía hasta miedo de estar sentada ahí, sentía que con solo tocarlo era frágil.
El sonido de unos pasos bajando las escaleras llamaron su atención.
Five venía bajando y arremangando su camisa. Al verla tan rígida en su lugar, arrugó levemente las cejas.
——¿Estás nerviosa?
——No.
——¿Y por qué estás tan... Tensa?
——Solo estaba pensando para qué me trajiste aquí.
——Ah sí, ya podemos empezar, sígueme.
Le hizo una seña con su mano y se dirigió al comedor.
Ella se levantó y fue caminando detrás de él lo más rápido que los tacones le permitían.
Trastabilló varias veces, pero por suerte nunca se cayó.
Llegaron a una sala con una gran mesa larga en la que cabían hasta dieciséis personas. Sobre ella habían varios objetos que dejaron confundida a Michelle.
——Seguiremos practicando los modales en la mesa que te enseñó Miranda, pero aún no estás lista.
——¿Pos qué más?
——Tu manera de saludar, de actuar, de caminar, de bailar y prácticamente tu manera de existir.
La chica ni pudo refutar ya que Five la jaló del brazo hasta el otro extremo de la habitación.
——Tienes que caminar hasta el otro extremo del comedor sin tirar ni un solo libro. Lo harás así.
Five le enderezó la postura para que estuviera derecha y con los hombros alineados, luego colocó tres libros sobre su cabeza.
Él agarró una regla y la miró seriamente.
——Si tiras los libros, te daré un reglazo en las manos.
——¡Oye!
Al sentir los libros tambalear los detuvo rápido.
——Sin discutir, empieza que tenemos una larga tarde y muchas cosas que hacer.
Resopló resignada y empezó a dar pequeños pasos algo desequilibrados gracias a los tacones.
No alcanzó ni un metro cuando los libros cayeron al suelo, y el más pesado sobre su pie, sacándole un chillido de dolor.
Al dar unos saltitos su equilibrio se esfumó como su dignidad y cayó fuertemente al suelo.
Five suspiró y se agarró el puente de la nariz.
——Este día será eterno.
↫♥↬
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