➸ 43 | Final.

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Los meses volaban en la aldea, y con ellos llegaba el día que todos esperaban: el nacimiento del primogénito de Hashirama Senju y Mito Uzumaki. La noticia corrió por Konoha como el viento, y en cada rincón se murmuraba sobre la llegada del heredero del primer Hokage. Aisuru, por su parte, estaba ansiosa por visitar a Mito, pero había un pequeño gran problema: Madara.

—No es prudente que salgas ahora. —Madara la miraba con esa expresión severa que usaba cuando no estaba dispuesto a ceder.

—Madara, solo es una visita corta. Además, ya estoy mejor. —Aisuru intentaba mantener la calma, aunque en su interior hervía de frustración.

—No. —Su tono era firme, cortante, definitivo—. Ya hablamos de esto. Tú y nuestro hijo son mi prioridad. No voy a arriesgarme a que algo pase.

Aisuru bufó con exasperación, cruzándose de brazos. Madara podía ser el gran líder del clan Uchiha, pero también era un completo insoportable cuando se trataba de su bienestar. Insoportable y sobreprotector.

—Lo prometo, no saldré. —dijo con una sonrisa forzada. Una mentira piadosa que sabía sería descubierta pronto.

Madara la miró fijamente, como si intentara leer en su rostro alguna señal de engaño. Finalmente, asintió con desconfianza antes de marcharse al consejo del clan.

Tan pronto como él estuvo fuera, Aisuru soltó un suspiro y rodó los ojos.

—No voy a quedarme encerrada por siempre.

Sin perder tiempo, se vistió rápidamente y salió de la residencia Uchiha, ignorando la pequeña punzada de culpa que la perseguía.

—o—

La residencia Senju estaba más animada que nunca. Cuando Aisuru llegó, fue recibida por el brillo cálido que siempre acompañaba a Mito, aunque esta vez, su energía parecía venir de la pequeña criatura que sostenía en brazos.

—¡Aisuru! —exclamó Mito con una sonrisa radiante—. Ven, tienes que conocer a Kawarama.

Aisuru se acercó lentamente, observando al recién nacido. El pequeño Kawarama tenía la piel tostada de su padre y el mismo cabello oscuro y despeinado que Hashirama, nada que recordara el pelo rojo brillante de los Uzumaki.

—Se parece mucho a Hashirama. —comentó Aisuru, mirando al bebé con ternura—. ¿Ni un solo rastro de tu cabello? Qué injusto.

Mito rió suavemente, acariciando la cabeza de su hijo.

—Está bien así. —respondió, con la serenidad que siempre la caracterizaba—. Aunque admito que me hubiera gustado que tuviera algo de mi familia. Pero lo importante es que está sano y feliz.

Aisuru se quedó mirando a Kawarama, imaginando cómo sería su propio bebé. Se preguntó si también heredaría el cabello oscuro y rebelde de Madara o si, como el pequeño Kawarama, el Uchiha dominaría en los rasgos. La idea de tener un hijo que se pareciera a Madara le arrancó una sonrisa. Ojalá sea igual de terco.

La visita fue corta, y Aisuru decidió regresar antes de que Madara notara su ausencia. Sin embargo, al llegar a la residencia Uchiha, vio una figura alta y seria esperando en la puerta. Madara la miraba con una expresión que dejaba en claro que sabía perfectamente lo que había hecho.

—¿Cómo estuvo tu paseo? —preguntó él, su tono cargado de sarcasmo.

Aisuru suspiró llevándose una mano a la cara, ya preparándose mentalmente para el sermón que vendría. —Está bien, me descubriste. Pero vamos, Madara, no podía dejar de ver a Mito. Estaba perfectamente bien todo el tiempo.

Rojo Escarlata ➸ Madara ; TobiramaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora