Capítulo 11:"El cambio de Lilith"

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Lucien contempló a Lilith con admiración y asombro. Su aspecto demoniaco era impresionante, y su belleza era tan intensa que parecía irradiar una luz oscura y misteriosa.

Su cabello negro azabache caía en cascada por su espalda, como una noche sin estrellas. Sus ojos rojos brillaban como rubíes encendidos, y su piel pálida y porcelanada parecía tan frágil como el alabastro. Pero era su mirada lo que realmente impresionaba a Lucien: una mirada que parecía ver más allá de la mortalidad, más allá del tiempo y del espacio.

Y entonces estaban sus alas. Alas negras como la noche, con plumas afiladas como cuchillos en la punta. Eran alas de un ángel caído, alas que habían visto el abismo y habían emergido más fuertes y más hermosas que nunca.

Lucien se sintió pequeño frente a ella, pequeño frente a la majestad y la belleza de su hermana. Era como si estuviera viendo a un ser divino, un ser que había trascendido la mortalidad y se había convertido en algo más.

-Eres... -dijo Lucien, sin poder encontrar las palabras-. Eres el ángel caído más majestuoso que he visto nunca.

Lilith sonrió, y su sonrisa fue como un rayo de luz en la oscuridad.

-Soy lo que soy -dijo-. Soy la venganza, soy la justicia, soy la noche que cae sobre los ángeles que me traicionaron.

Lucien se sintió orgulloso de ella, orgulloso de ser su hermano.

-Estoy contigo, Lilith -dijo-. Estoy contigo en esta lucha, en esta venganza.

Lilith extendió su mano y Lucien la tomó, sintiendo una energía oscura y poderosa fluir a través de él.

-Juntos -dijo Lilith-. Juntos vamos a hacer que los ángeles paguen por su traición.
Alessandro se regodeaba de alegría en la cima del acantilado, pensando en su siguiente plan para encontrar a Lilith reencarnada. Sonreía para sí mismo, convencido de que había logrado su objetivo y que la maldición se cumpliría.

Detrás de él, Lilith y Lucien flotaban en el aire, esperando pacientemente que Alessandro se diera vuelta. Su presencia era silenciosa, como una sombra en la noche.

Finalmente, Alessandro logró verlos, su sonrisa se congeló en su rostro al ver a Lilith y Lucien flotando detrás de él.

-¡No! -gritó, intentando retroceder.

Pero era demasiado tarde. Lucien extendió su mano, y de ella salió un humo negro que se elevó en el aire como una serpiente. El humo rodeó a Alessandro, envolviéndolo como una soga.

Alessandro intentó luchar, pero el humo era demasiado fuerte. Lo sostuvo en lugar, inmóvil e indefenso.

-El juego ha terminado -dijo Lilith, su voz era baja y peligrosa.

Lucien se acercó a Alessandro, su rostro oscuro y amenazante.

-Tú has jugado con fuego -dijo-. Y ahora vas a arder.

Alessandro gritó, su voz desesperada, pero el humo negro lo silenció, ahogando su grito.

Lilith se acercó a Alessandro, su mirada roja brillando con intensidad.

-Vas a pagar por tu traición -dijo-. Vas a pagar por lo que me has hecho.

El humo negro se apretó alrededor de Alessandro, dejándolo sin escapatoria.

La venganza había comenzado, y Alessandro era el primer objetivo.

-¿Qué quieres hacer con él? -preguntó Lucien a Lilith.

-Déjalo ir -respondió Lilith, su mirada roja brillando con una intensidad que hizo que Lucien se sintiera intrigado.

Alessandro, que había estado confundido y aterrorizado, se sintió sorprendido por la decisión de Lilith.

-Gracias -dijo, antes de darse vuelta y correr lo más rápido posible.

Lucien no entendía qué estaba pasando, pero decidió hacer caso a su hermana.

Cuando Alessandro se había alejado lo suficiente, Lucien se volvió hacia Lilith.

-¿Por qué lo dejaste ir? -preguntó.

Lilith sonrió, una sonrisa enigmática en su rostro.

-Para qué queremos un solo vampiro -dijo-, cuando él puede guiarnos a su clan.

Lucien comprendió de repente. Lilith no solo buscaba venganza, sino que también buscaba expandir su poder e influencia.

-Quieres utilizarlo como cebo -dijo.

Lilith asintió.

-Sí, Lucien. Quiero utilizarlo para llegar a los demás vampiros. Para mostrarles que no soy una presa fácil.

Lucien se rió, admirando la estrategia de Lilith.

-Eres una verdadera reina del Inframundo -dijo.

Lilith sonrió.

-Y tú eres mi leal compañero, Lucien.

Lucien sonrió, sabiendo que la aventura apenas comenzaba.

-Entonces, ¿qué sigue? -preguntó.

Lilith se volvió hacia él, su mirada roja brillando con intensidad.

-Seguimos a Alessandro -dijo-. Y vemos dónde nos lleva.

Del amanecer al ocaso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora