Gian curvó un poco los extremos de sus labios y siguió observando la indiferencia con la que ella lo miraba, sin moverse, manteniéndose solamente ahí con una seriedad estremecedora, enfrentándolo con la mirada. Sintió que algo estallaba en pedazos contra su tenso pecho y aceleraba los latidos intranquilos de su corazón. Se sacudió la camiseta y se encogió de hombros.
- camila, ¿no me vas a decir nada?
Todo se mantuvo en silencio y no lo vio mover ni un músculo.
¿Qué estaba sucediendo?
- ¿Sabes? Siento un enorme alivio de que estés aquí, se me ocurrieron un millón de locuras, mientras venía – u pecho se movía, agitado por el ejercicio y su boca se entreabría una y otra vez para capturar aire, jadeante - Pensé que podrías irte.
Volvió a sonreírle con y quiso agregar algo más, pero entonces Camila elevó un tanto las cejas y sus ojos se profundizaron un poco, adoptando un tono más seguro, mientras sus labios se presionaban entre sí y sus brazos se pegaban a su cuerpo, quedándose tiesos segundos después.
- ¿Y por qué debería haberme ido? Yo he venido a trabajar, porque necesito el dinero y eso es precisamente lo que estoy haciendo.
- Claro, tienes razón... - Gian frunció el ceño, controlando las ganas que sentía de correr a apretarlo entre sus brazos - No sabes el infierno que fueron estos días sin ti.
La sonrisa siguió latiéndole en los labios y sus pulmones se encogieron y se ensancharon de nuevo. Sentía el impulso de lanzarse a estrecharla entre sus brazos, de besarla, de tenerla contra su pecho. ¿Por qué no estaba corriendo hacia él? ¿Por qué no le devolvía la sonrisa? ¿Por qué lo miraba de esa manera? Le pareció ver que esos labios con sabor a fresa, que conocía a la perfección, se movían de nuevo, pero no fue así, sino que continuó sin decirle nada o cambiar de expresión, manteniendo sus ojos tan fijos como antes.
- camila, tener que decirte todo eso me dolió en el fondo, pero no encontré otra opción. No sabes cuánto me jodió por dentro cuando él dijo que podría hacerte algo, el solo imaginármelo me daba escalofríos y una rabia del diablo. No iba a permitir que te tocase de ninguna forma, no a ti que eres la única que tengo y que me importa en este mundo.
El agua continuó goteando a través de su ropa y quiso moverse hacia ella, pero camila elevó las cejas por completo y luego las dejó caer, caminando hacia la mesa para recoger los lapiceros y colocarlos sobre el libro. Aunque su cuerpo parecía tieso, sus músculos se encontraban más templados que antes y sus dedos temblaban al recoger sus cosas. Se quedó dándole la espalda, adherido junto al borde de la mesa, incapaz de hacer algún otro movimiento.
- Se me ha hecho eterno cada segundo sin ti, el no verte me volvía loco, no sabía qué hacer, solo podía pensar en tu rostro al escucharme, en tus lágrimas al verme. Me sentía una mierda por haberte hecho llorar otra vez, una mismísima mierda. Apenas cerraba los ojos, te veía sufriendo por mi culpa y eso me quemaba por dentro. El no tenerte, el que estuvieses tan lejos, el que estuvieses llorando por mí. Pero ahora que te veo, puedo respirar de nuevo y sentirme vivo otra vez - la voz le salió demasiado apresurada y Gian luchó contra la falta de respiración, dejando que los músculos de su rostro se tensen en una sonrisa - Por cierto, estás demasiado preciosa, ¿recuerdas que llevabas esa camiseta la vez que salimos?
Y fue entonces cuando camila se giró casi violentamente y se abalanzó contra él.
- ¡Ya cállate, ya cierra la boca, Gian! -su cuerpo le cayó encima de golpe y sus manos se aferraron al cuello de su camiseta húmeda, sacudiéndolo hasta hacerlo estrellarse bruscamente contra la pared - ¡Eres un idiota, un idiota!
Sus manos irritadas empezaron a reventarse contra su pecho con desesperación, golpeándolo con rapidez, cerrando los dedos en puños para golpearlo con más ímpetu, precipitando sus golpes en su clavícula y en su esternón, agitándolo contra la pared una y otra vez con el rostro enrojecido y ahogado en una mueca de dolor. - ¡Un idiota sin sentimientos, no vuelvas más, vete! ¡No quiero oírte más! No quiero oír más ninguna de tus mentiras, no quiero hablar contigo más, ¡vete o no te me acerques, no quiero verte! -cerró los ojos y la voz se le entrecortó, mientras sus puños continuaban golpeando sin parar y las lágrimas empezaban a asomarse por un rincón de sus ojos - Ya cánsate con todo lo que has hecho, date por satisfecho, no seas tan cruel, ¡vete!
Gian se quedó inmóvil, detenido contra la pared hasta que sus golpes se detuvieron. Sus ojos se encontraban demasiado abiertos en desconcierto y su pecho se removió con vehemencia ante los golpes recibidos.
Camila, tienes que escucharme. -soltó, mientras lo veía retroceder con los ojos humedecidos y los labios fruncidos en un gesto de aflicción - Tú no eres así.
- ¿Y cómo soy, Gian? ¿Patética, ridícula, una idiota? ¿Una idiota del cual puedes burlarte las veces que quieras? Seguramente debí parecerlo, creyendo en todas tus palabras, pensando en que me querías,
creyendo que alguien como tú puede ser capaz de querer cuando la verdad estaba a ojos de todo el mundo -su voz se disipó y las lágrimas empezaron a caer sin detenerse, al tiempo que sus músculos se desataban en temblores y suspiraba para recuperar el aire - He sido muy ciega y tonto...- No creo que te hayas creído lo que te dije esa noche, ¿cómo puedes pensar que algo así puede ser verdad? ¿Cómo puedes ser patética si eres lo mejor con lo que me he cruzado en mi vida? Lo único que quería es que no salieses lastimada, porque sentía que de alguna manera ibas a salir mezclado en todos mis líos y no quería que fuese así. Te has convertido en lo más importante en mi vida y prefiero pudrirme yo antes que te pase algo a ti.
Gian apretó las mandíbulas con fuerza, observando cómo camila seguía mirándolo con el mismo sentimiento de antes, intentando eliminar las lágrimas que se asomaban en sus ojos y disminuir los sollozos. Su pecho punzó y su boca se abrió con impotencia.
- Porque así fue, en un momento, la locura me cegó y me hizo creer que esa era la mejor manera de solucionar las cosas, aunque al fin y al cabo, en el fondo sabía que no podría casarme con ella ni con nadie que no fueses vos -intentó acercarse, pero el retrocedió violentamente con las lágrimas cayendo e inhalando con fuerza - Porque eres mi vida.
- ¡Ya basta! ¡Te odio, te odio! Te odio tanto, Gian y no quiero volver a verte nunca más en mi vida. Nunca más, te odio, te odio demasiado. Es más, ahora mismo te lo devuelvo todo...
La observó salir disparado hacia el pasadizo y Gian la siguió con rapidez hasta que llegó a su dormitorio y empezó a revolver entre su mesa de noche, abriendo los cajones uno tras otro. Se percató de que el calendario había sido arrancado de la pared, al igual que la mayoría de adornos. Y diez segundos después, Camila elevó el celular en su mano derecha y lo lanzó contra su pecho, haciéndolo rebotar contra sus manos, que apenas llegaron a alcanzarlo.
- ¿Qué haces?
- No quiero nada que venga de ti, no quiero quedarme con nada que sea tuyo.
- Eso no es mío, te lo regalé, lo compré especialmente para ti.
- Nada que tenga tu dinero es mío...
- Yo pensaba decirles, camila, te juro que pensaba decirles. Esa vez en el baile cuando te lo dije, estaba totalmente seguro de que esa era decisión la correcta. No me interesaba que se opusiesen o me echasen, todo me valía mierda porque te tenía conmigo, pero entonces él dijo que lo averiguaría y que acabaría con eso -su dientes chirrearon y sus ojos se colmaron de energía e impotencia - Dime tú, ¿cómo carajos podía permitir que la única persona a la que amo fuese lastimada? Porque te amo, te amo hasta que quema aquí dentro y sé que soy una mierda, pero nunca podría dejar de amarte.
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Inocencia Pasional |giamila|
Любовные романыHay cinco cosas que vuelven loco a gian. 1: La forma en la que el rostro inocente de camila se torna carmesí cuando él le susurra cosas indebidas al oído. 2: Cómo camila desciende la mirada cada vez que lo siente cerca. 3: Como camila se resiste cua...