Aeropuerto Internacional Kingsford Smith
Los suaves zumbidos de los aviones llenaban el ambiente en el aeropuerto, mientras las voces en los altavoces anunciaban los destinos de los vuelos con precisión monótona. Christopher, con su porte imponente y elegante, no pasaba desapercibido. Su traje negro, perfectamente ajustado a su atlética figura, destacaba entre la multitud de pasajeros, y más de una mirada se detenía en él. Había algo en su presencia, una mezcla de determinación y serenidad, que lo hacía parecer como si el caos de su alrededor no pudiera tocarlo.
Sus ojos, enfocados en el horizonte a través de los ventanales del aeropuerto, reflejaban una tranquilidad calculada. El reloj de pulsera en su muñeca marcaba las horas con precisión suiza, pero Christopher parecía estar en su propio mundo, inmune al paso del tiempo. Cada segundo que transcurría lo acercaba más a su regreso a Barcelona, pero en su mente ya estaba planificando lo que venía.
A su lado, Kai, su asistente y amigo de años, se acercó con su andar relajado y seguro. Kai, siempre impecable, lucía un traje azul marino que resaltaba su figura atlética y fuerte, con una camisa blanca perfectamente planchada que combinaba con su aire profesional. Su cabello oscuro, ligeramente peinado hacia atrás, le daba un toque despreocupado que contrastaba con su verdadera naturaleza meticulosa.
—¿Necesitas algo más antes de que abordes? —preguntó Kai en un tono suave, pero profesional, inclinándose ligeramente hacia Christopher.
Christopher negó con la cabeza, aunque después de una pausa, añadió con un tono firme pero familiar:
—Nos veremos allí , Kai. Asegúrate de que todo esté listo cuando llegue. Esta semana va a ser... agitada.
Kai sonrió ligeramente, sabiendo que cuando Christopher decía "agitada", en realidad significaba "perfectamente organizada". Trabajar con él durante años le había enseñado que Christopher no dejaba absolutamente nada al azar. Si algo debía suceder, sucedería bajo sus propios términos, y Kai era la mano derecha que aseguraba que todo marchara como debía.
En ese momento, una voz femenina resonó por los altavoces del aeropuerto:
—Atención, pasajeros con destino a Barcelona, España. Por favor, diríjanse a la puerta de embarque.
Christopher ajustó el cuello de su traje y acomodó su corbata, asegurándose de que todo estuviera en su lugar. Parecía un ritual; cada movimiento reflejaba control y disciplina. Al despedirse, le dirigió una última mirada a Kai y, con una mueca que pretendía ser seria pero traicionada por un destello de humor en sus ojos, dijo:
—Te necesitaré allí. No pienses en escaparte de mí, ¿vale?
Kai, con su típica sonrisa despreocupada, se echó el cabello hacia atrás con una mano y le dio una palmada en el hombro a Christopher.
—Tranquilo, tu padre se atrasó con mi pago, pero seguiré siendo tu amigo —respondió en tono burlón, recordándole, como solía hacer, que pocos soportaban el perfeccionismo implacable de Christopher tanto tiempo como él.
Christopher frunció el ceño, fingiendo ofensa ante la broma de su amigo.
—¿Cómo es posible que alguien tan dulce como tú sea tan malvado? —replicó, indignado en tono juguetón, siguiendo la broma.
Ambos rieron, pero en el fondo, había un lazo mucho más profundo entre ellos que lo que las bromas dejaban ver. Se conocían desde la secundaria, desde los quince años, y desde entonces su amistad había florecido en algo más. Se habían vuelto hermanos, no de sangre, sino por las experiencias compartidas, tanto buenas como malas. Kai había estado al lado de Christopher en los peores momentos de su vida, especialmente tras el trágico accidente que se llevó a su madre y a su hermana menor. En esos días oscuros, Kai había sido su roca, su apoyo incondicional.
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Fragmneto de Espejo
Romance"Fragmentos de Espejo" Lia, de 24 años, se enfrenta a una encrucijada emocional tras una ruptura que dejó cicatrices profundas. Mientras intenta reconstruir su vida, la aparición de un antiguo amor y un nuevo compañero de trabajo añaden capas de com...