—Con ustedes el príncipe Erick de Konegreich y su caravana ante él Rey Baco y la princesa Muriel de Kendra
Un joven un par de años mayor que yo entra al lugar, es alto y delgado y con el porte propio de un monarca, usa un traje azul con detalles en oro, su cabello corto y de un suave color rubio, reposa en suaves y delicadas ondas bajo la corona adornada de diminutos diamantes, no es un extraño para mí, al menos físicamente hablando, nos vimos hace algunos años y no es extraño que su imagen aparezca en los periódicos de vez en cuando
Cuando mira hacia nosotros sonríe y camina con elegancia y falsa seguridad, la misma forma en que lo hago yo.
cuando llega frente a nosotros y percibo el exquisito aroma de su colonia, se dobla sobre sí mismo en una elaborada y elegante reverencia con una mano en su pecho y otra en la espalada, nos saluda, al menos no parece una burla como la mayoría de los nobles que nos visitan, su espalda deja de doblarse y cuando nuestros ojos se cruzan soy consciente del perfecto color café en ellos, una nueva sonrisa de blancos e irregulares dientes sale a la luz, es una expresión amistosa, casi confiable, adornada con dos hoyuelos y como la dama educada que estoy obligada a ser, le devuelvo el gesto haciendo una reverencia menos pronunciada que la suya
—Bienvenido a Kendra, majestad—su mano, pequeña y delicada, está enfundada en un guante de tela gruesa y fina, toma la mía y sin apartar sus ojos de los míos, deposita un beso en el dorso. Me sabe extraña este tipo de muestras
—Es usted impactante, princesa Muriel —le sonrió cortes aun cuando algunos parecen burlarse del tipo y por algunos me refiero a Ed, quien a mis espaldas intenta a toda costa ocultar una carcajada con una muy fingida tos
Me obligo a no decir nada, si abría la boca una carcajada brotaría de mí, así que me limito a sonreír y obligarme a no soltar ningún ruidito impropio de una dama y lo único que puedo hacer es observarlo y se que mi padre me observa a mi pero al contrario de lo que estaría pensando, yo solo estoy midiendo, evaluando al tipo que tengo que desposar
Su gabinete se abre paso, algunas damas de alta cuna, al menos cinco caballeros como escolta real y un hombre mayor que no puedo evitar pensar que sea su consejero, nos saludan con reverencias exageradas
Como dije, apariencias... pequeñas y aunque directas, son sutiles sus burlas
—Majestades, la cena esta lista— anuncio Carol entrando a la estancia, tras ella el aroma de los platillos se esparcen a nuestro alrededor, la fragancia de las carnes jugosas, los caldos calientes y los condimentos llenan la estancia, la saliva se me hace agua en la boca y no puedo evitar dar un paso hasta ahí, atrida por lo que ya imagino un trozo de carne deshaciéndose en la boca
El príncipe Erick se adelanta hasta mí con una sonrisa amable me ofrece su delgaducho brazo para escoltarme hasta el salón, no me gusta como me mira y como no hace nada para apartar su mirada de mí, de verdad es extraño y lo es más cuando lo miro y me dedica enormes sonrisas, me obligo a devolverle el gesto y caminamos en silencio y con mucho autocontrol de mi parte
Si el supiera que parecía una salvaje cuando me decían "cena" "desayuno" o sus derivados y que corría y hacia competencias con Ed para ver quien llegaba primero... seguramente no se atrevería a ofrecerme su brazo
Mi amigo paso por mi lado y llegando a mi asiento habitual, saca la silla para mí, ofreciéndola en un educado gesto que al príncipe no se le paso por alto y lo mira confundido. Esto es como un ritual para nosotros... a decir verdad, es una silenciosa burla hacía mi posición, que se ha hecho costumbre.
—Es... un hábito en el palacio, el caballero es mi escolta personal— me adelanto a decir
Erick, frunce otro poquito el ceño en un gesto que no logro descifrar, pero igual asiente sin decir nada más mientras tomamos asiento uno al lado del otro, mi padre a su izquierda en la cabeza de la mesa, el padre de Ed a su lado, todo el gabinete de siete personas se repartió en la mesa y para mi sorpresa Edmund, se sentó frente a mí y no puedo evitar sentir alivio.
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Kalon
FantasyUna princesa guerrera, un soldado enamorado y Kalon, el último Rey Dragón. -¿Por qué me necesitas cerca? -susurré, no dijo nada pero se relamió los labios y algo en mi se altero, me acerqué, solo quería romper la distancia pero su mano fue a mi cuel...