Ya había llegado el tan esperado viaje. Claudia, Jesús y su pequeño Pablito estaban en el aeropuerto, rodeados de maletas, sonrisas y una mezcla de nerviosismo y emoción. Era un día claro, y el ambiente del aeropuerto estaba lleno de vida, con familias, amigos y viajeros de todo tipo moviéndose de un lado a otro. Claudia sentía que su corazón latía más rápido con cada instante que pasaba. Era la primera vez que volarían como familia, y la emoción de Pablito al descubrir un nuevo mundo era contagiosa.
Mientras esperaban abordar el avión, Claudia se agachó frente al carrito de Pablito, sonriéndole con ternura. Él la miraba con sus grandes ojos curiosos, como si estuviera absorbiendo todo lo que sucedía a su alrededor.
-¿Listo para tu primera aventura, Pablito? -le preguntó Claudia, acariciando su mejilla.
Pablito sonrió y balbuceó una respuesta que solo su madre podría entender, mientras movía sus pequeñas manos como si estuviera tratando de alcanzar las nubes que flotaban en el aire. Claudia no pudo evitar reírse, sintiendo que su corazón se llenaba de amor por su pequeño.
Jesús, de pie un poco más atrás, observaba la escena con una sonrisa amplia. Tomó su teléfono para capturar el momento. Sabía que quería guardar cada instante de este viaje en su memoria. La imagen de Claudia hablando tiernamente con su hijo era una de esas que nunca quería olvidar.
-Dame una sonrisa, Pablito -dijo Jesús, levantando la cámara. Pablito, como si entendiera perfectamente, sonrió ampliamente, mostrando su pequeña dentadura.
Claudia se volvió hacia Jesús, con los ojos brillantes.
-¿Ya tienes más fotos de nosotros? -preguntó, curiosa.
-No tantas como quisiera -respondió Jesús, riendo-. Este viaje tiene que estar lleno de recuerdos.
Mientras esperaban la llamada para abordar, Jesús se perdió en sus pensamientos. El viaje no era solo una escapada; tenía un significado especial. Había planeado una cena romántica en la cabaña que habían alquilado, y allí, en ese entorno íntimo y acogedor, tenía la intención de pedirle matrimonio a Claudia. Su corazón palpitaba con anticipación al pensar en cómo sorprenderla.
-¿Ya tienes todo listo para la cena? -preguntó Claudia, interrumpiendo sus pensamientos.
-Sí, tengo algunas sorpresas preparadas -respondió él, sin querer revelarle demasiado.
Claudia sonrió, confiando en que Jesús siempre tenía un talento especial para hacer que los momentos fueran inolvidables. El tiempo pasó volando y, finalmente, escucharon el llamado para abordar. La familia se preparó, recogiendo sus cosas y acercándose a la puerta del avión. Pablito parecía estar emocionado, balbuceando y moviendo sus manos.
Al subir al avión, Claudia tomó a Pablito en sus brazos, mientras Jesús se encargaba de las maletas. La cabina del avión era un nuevo mundo para su pequeño, lleno de sonidos y luces. Se acomodaron en sus asientos, y Claudia sintió una mezcla de nervios y emoción.
Mientras el avión comenzaba a rodar por la pista, Claudia miró a Jesús, que estaba sentado a su lado. Él le sonrió y le dio la mano, llenándola de confianza.
-Todo estará bien -le aseguró, notando la leve preocupación en su rostro-. Solo disfruta del vuelo.
Claudia asintió, sintiendo que la ansiedad se desvanecía poco a poco. Durante el vuelo, ella y Jesús intercambiaron miradas cómplices y risas mientras Pablito exploraba el ambiente con sus ojos curiosos. Cuando el avión finalmente despegó, Claudia miró por la ventana, viendo cómo el suelo se alejaba y las nubes comenzaban a rodearlos.
-Mira, Pablito, ¡estamos volando! -dijo, señalando hacia afuera. El pequeño parecía fascinado por el espectáculo, riendo y moviendo sus brazos con emoción.
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Caminos Paralelos: El Amor y la Búsqueda de Claudia y Jesús
AcakClaudia Sheinbaum y Jesús María Tarriba, dos estudiantes de física que se conocen en la Facultad de Ciencias de la UNAM en la década de los 70. A lo largo de un año y medio, su relación florece mientras comparten su pasión por la ciencia y sus sueño...