Naturalmente mío.

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Arata corría por los pasillos del hospital, su corazón latía a mil por horas debido a la emoción que sentía en ese instante,  justo cuando iba a abrir la puerta de aquel consultorio su esposo abrió quedando frente a él. Este le sonrió con aquella sonrisa maravillosa y gritó emocionado.

 — ¡Es positivo! ¡Por fin lo logramos!

─ ¡Amor, qué felicidad! ─ Lo tomó de la cintura y dio vueltas con él, Hoseok siempre había sido perfecto para él, sus manos cabían bien en su cintura y sus piernas rodeaban muy bien sus caderas. 

─ Mack, ahora podremos ser una familia como siempre lo has querido. ¡Te amo, Mack!

─ Yo te amo más Sol. ─ Lo besó y ambos se dejaron llevar por la emoción, muchas de las enfermeras se quedaron viendo a la feliz pareja, pero alguien más tomaba la foto de aquella escena y de muchas otras, mientras este sonreía al ver algo que le fascinaba demasiado. 

Jung Hoseok era prácticamente amo de casa, se había casado con un empresario japonés a los diecinueve años de edad, fue amor a primera vista. Este había sido invitado a la fiesta de cumpleaños de su hermana, cuando pidió bailar una pieza musical, este, amó la forma en que Hoseok bailaba. Él tenía veintidós años de edad, Hoseok tenía dieciocho y era como si se conocieran desde muchas vidas atrás. 

El padre de Hoseok era anciano y habían tenido muy mayores a los mellizos Hee-Seok y Hoseok quienes se casaron y un año después quedaron huérfanos. Arata era muy tradicionalista  y prefirió que su esposo se dedicara al hogar y a él, pero no que estudiara algo más, Hoseok solo se graduó en diseño, mas nunca ejerció su carrera. 

Sin embargo, ellos eran felices no había duda de ellos tenían cuatro años de matrimonio y lo único que les agobiaba era que por alguna razón no podían tener hijos. Arata era un hombre saludable y hermoso, el mejor empresario y millonario, pero sus espermatozoides no lograban completar el proceso de fertilidad. Entonces el médico decidió que le inseminaran los espermatozoides en los óvulos de Hoseok quien era doncel. 

Después del segundo intento lo lograron. ─ ¿Quieres ir a comer algo?

─ Sí, tengo hambre y quiero que celebremos esta noticia. 

─ ¿Le dirás a tu hermana?

─ Ella no ha llamado desde que se mudó con Min a Daegu, así que no tengo su contacto. No pensemos en eso, mejor vamos a comer. 

Arata lo puso sobre el piso, tomó su mano y se agachó para tocar el vientre de su esposo y dejar un beso sobre su vientre. Caminaron hasta la salida donde este tenía su auto y se fueron a comer, en el restaurante Arata fue a responder una llamada y Hoseok veía el resultado de su embarazo, de pronto sintió aquella mirada que le hacía estremecerse. Vio hacia todos lados, pero no estaban aquellos ojos negros que había visto en el club cuando había ido a bailar con su esposo y sus amigos. 

─ Hoseok es solo tu imaginación. ─ se dijo a sí mismo, sonrió pensando en la vida que les esperaba como familia, pero ese escalofrío no se iba. 

Al otro lado de la calle con una cámara fotográfica y apuntaba hacia el hermoso Hoseok. Kim Taehyung era un tanto especial y su obsesión con aquel chico era desde hace dos años cuando lo vio en uno de sus casinos. ─ ¡Por fin te encuentro! ¿Sabes cuánto llevo buscándote?

─ ¡Shh-sshh! Estás alejando el sonido de su risa. 

─ Literalmente está en la otra calle, ¿Qué mierda escuchas o es...? ¡Dime que no le has intervenido el celular!

Taehyung puso los ojos en blanco y le vio con el ceño fruncido. ─ ¿Desde cuándo soy un puto acosador tóxico? Solo lo imagino, hoy está contento por fin está en cinta. 

¡Naturalmente, Mío!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora