38. Únion Europea

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La mañana comenzó como cualquier otra para Alemania, despertando con el sonido de los pájaros cantando fuera de su ventana. Sin embargo, esta mañana, la casa se sentía extrañamente vacía. Rusia había regresado a su hogar, y aunque sabía que era lo correcto, el silencio en su casa era abrumador.

Alemania se sentó en la cama, observando la luz del sol que se filtraba a través de las cortinas. Se llevó una mano a la boca, cubriendo un bostezo. La ausencia de Rusia lo pesaba, como si una parte de él hubiera partido junto con el mayor. Se levantó y se dirigió a la cocina, donde el aroma del café recién hecho era un consuelo familiar.

Mientras se preparaba una taza, los recuerdos de su tiempo juntos lo golpearon con fuerza. Rusia, con su risa despreocupada y su actitud sincera, había traído una energía diferente a la casa. Alemania nunca había sido bueno para expresar sus emociones, pero había algo en Rusia que lo hacía sentir… vivo. Sin embargo, también sabía que esa conexión no podía durar, que había límites que no podían cruzar.

Tomó un sorbo de café y miró por la ventana, recordando la última noche que pasaron juntos. Se sentaron en el sofá, sumidos en un silencio que era cómodo, lleno de significados no expresados. Rusia había mirado hacia él con esos ojos profundos, y Alemania había sentido que su corazón se aceleraba. Pero no podía hablar, no podía articular lo que sentía. Sus palabras se quedaban atrapadas en su garganta, y eso lo frustraba.

...

Alemania miraba por la ventana de su oficina en las instalaciones de la Unión Europea. La lluvia caía suavemente sobre el cristal, y la vista gris reflejaba su estado de ánimo. El silencio en su despacho le permitía sumirse en sus pensamientos, pero también aumentaba la soledad que sentía desde que Rusia se había ido.

Mientras sus dedos tamborileaban en el escritorio, la puerta se abrió de golpe. Polonia entró con una sonrisa amigable, como siempre. —Oye Ale. Dice Suiza que la junta es en 10 minutos

Alemania giró en su silla, sin poder evitar una mueca de desagrado. Su voz era un eco en la habitación vacía, y la llegada de Polonia con esas noticias solo aumentaba su frustración. Sabía que Francia siempre lo molestaba, pero hoy en la junta no sería la excepción

"Gracias, Polen." Escribió rápidamente en una post-it arrugada

Francia se acercó al escritorio, ignorando la nota. -No dejes que hoy Francia te haga sentir mal, como diría USA "Rompele la cara""

Alemania sintió que la ira comenzaba a burbujear de solo volver a pensar en su vecino europeo. No solo era molesto; era doloroso. Las palabras de Francia sonaban como una burla constante a su situación.

...

Francia entró a la sala de la Unión Europea con su característico aire de confianza, como si tuviera un espectáculo privado que presentar. Su mirada se posó en Alemania, quien estaba concentrado en revisar los informes sobre la crisis económica que asediaba a varios países miembros. Sin embargo, la serenidad de Alemania pronto se vio interrumpida por la presencia bulliciosa de Francia.

—¡Ah, Alemania! ¿Sigues atrapado entre esos aburridos documentos? Siempre tan serio, como si no tuvieras amigos o vida social—  dijo Francia con una risa burlona, acercándose con paso firme. Las miradas de otros países se dirigieron hacia ellos, expectantes.

—Sabes, creo que deberías relajarte un poco. Has estado trabajando tanto que casi te vuelves invisible ahí encerrado en tu oficina—  continuó, paseando de un lado a otro. —¿O tal vez simplemente no te gusta que te vean? Después de todo, ¿quién podría amar a alguien tan... Extrañamente delgado?— En ese momento, Francia hizo un gesto exagerado, llevándose una mano a la frente como si estuviera dramatizando su preocupación por la salud de Alemania.

La suave vos de un ángel...(Rusger/Alemania×Rusia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora