4 - Encuentros y reencuentros

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Esteban hizo un análisis completo de María en ese momento. Se veía hermosa! Hermosa, no, exuberante. Su cuerpo también reaccionó, la garganta se secó, las piernas temblaban, se sentió mareado. La miró a los ojos y vio en ellos algo distinto, algo en ella era diferente como si fuera otra y en sus ojos esto estaba claro. No es que ella hubiera perdido esa dulzura que le en cantaba desde hace años, pero estaba oculta en una cierta vivacidad o amargura, algo que no formaba parte de la joven de quien estuvo tan enamorado. Pero esto no disminuía su esencia, aquella mujer que estaba frente a él era igualmente encantadora.

_ Qué sorpresa volver a verte después de tanto tiempo. Pensé que jamás nos volveríamos a encontrar – él rompió el silencio.

_ También me sorprendí cuando te vi desde arriba. Jamás esperé verte y menos dentro de mi joyería. – Dijo mirandolo firmemente a los ojos.

_ ¿Eres la dueña de esta joyería? – No podía ocultar la perturbación que le generaba su cercanía .

_ Sí y no sólo de la joyería, también producimos una serie de piezas derivadas de la plata. Tú conoces parte de mi historia, sabes que he sido acusada de robo de joyas incluso lo has creído... – parte de su resentimiento del pasado de los dos apareció en la conversación – Cuando conseguí demostrar mi inocencia, fue como un reto para mí, que de esa experiencia yo pudiera tomar algo favorable. Hice algunos cursos antes de incursionar en el diseño y producción de piezas exclusivas. Nunca esperé tanto éxito, terminé superandome más de lo que pensaba.

_ Ese robo. ¿Me dices que has probado tu inocencia? – siguió sorprendido.

_ Sí, demostré mi inocencia. Contra casi todo el mundo, la justicia consideró las pruebas presentadas insuficientes para condenarme. Pero, contrariamente a lo que pueda parecer, no tengo ningún resentimiento de ese hecho, ni siquiera de tu abandono. – dijo no muy convencida.

_ No sé, no conozco los hechos de tu proceso, pero en este momento... Las circunstancias... – él no podía encontrar las palabras, estaba extremadamente confundido y afectado por ese reencuentro.

_ No te tortures, no tratas de encontrar excusas para lo que pasó hace tanto tiempo. Como ya te he dicho, no tengo ningún resentimiento del pasado. De este específicamente. No lo tengo porque de alguna manera, es por el que estoy aquí, donde me encuentro hoy. Fue por toda la desconfianza, la incredulidad y malos juicios que me tocó enfrentar que aprendí a defenderme muy bien sola. Es por todo lo que sufrí en el pasado que he logrado todo lo que hoy tengo. Así que, ¿como voy a mirar el pasado, aunque parezca tan negro, resentida y dolida? No tendría sentido. – Ella dijo sosteniendo una sonrisa que no tenía nada de sinceridad.

_ En eso tienes la razón. Y estás actuando muy bien. Tienes razón, yo no encuentro palabras para referirme a nuestro pasado. Me dices que probaste tu inocencia... Eras inocente... Si yo hubiera sabido. Eso, lo cambiaría todo.

_ Pero las cosas son como son, Esteban. Tal vez fuesen diferentes, quizá no. Son solo conjeturas, no hay forma de saber. El hecho es que hoy estamos ambos aquí, uno frente a el otro después de todo este tiempo. Y, si una cosa aprendí de todo lo que me ha pasado, es que lo único tangible, fiable es él: el presente.

_ Sí. – él concordo.

_ ¿Es para Consuelo? – Maria disimuló desconocer la verdad

_ No. Soy viudo. Pero, ¿sabías que Consuelo y yo nos habíamos casado?

_ Sí, ella misma me lo dijo. Fue a verme mientras yo estaba todavía en la cárcel para darme la "gran noticia"

_ No lo sabía. – dijo Esteban con sinceridad.

Innegable VinculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora