nosotros (2/2)

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Camila intentó separarse un poco, aunque él continuó reteniéndola todavía entre la presión de sus brazos, los cuales lo rodeaban seguros, sin ninguna vacilación. Se removió un tanto y las lágrimas agolpadas en sus ojos siguieron su camino a través de sus pómulos, mientras sin poder evitarlo, su cabeza desembocaba en el hueco de su cuello y él respondía aprisionando más el abrazo alrededor de su cuerpo. Su corazón era una máquina de latidos apresurados.

- He tenido tanto miedo, has estado en mis pesadillas, una y otra vez, diciéndome todo eso, repitiéndome que nunca me habías querido, que siempre te he molestado tanto y que todo solo era una burla para ti... Colócate en mi situación, Gian.

Su cuerpo se estremeció entre sus brazos y soltó un pausado suspiro.

- Solo colócate en mi situación... -repitió, retrocediendo con decisión y soltándose de sus brazos - Tengo miedo, mucho miedo de creerte ahora y que luego todo resulte de la misma forma. No quiero pasar por lo mismo otra vez.

- No volveré a dañarte, no me atrevería a volver a hacerlo, no me atrevería a volver a hacerte sufrir, porque me estaría destruyendo a mí mismo.

- Gian...

Gian se lo quedó mirando y sintió un revuelco en el pecho, al tiempo que se pasaba una mano por la cabeza y extendía la mano sobrante hacia ella.

- Lo entiendo, sé que te hice mucho daño, pero a pesar de eso, no puedo hacer más que buscarte y luchar porque me sigas amando de la misma manera, porque simplemente me es imposible vivir sin vos. -su corazón bombeó la sangre con más potencia y su voz se apresuró a continuar - Comprendo que no hayas querido escucharme...

- No es que no haya querido escucharte, es solo que sabía que si lo hacía, llegaría a suceder esto. Camila apretó los labios ligeramente y contuvo la respiración - Te perdono, solo porque sé que estás siendo sincero conmigo. ¿Y sabes algo?

Las lágrimas llegaron hasta su barbilla y elevó la mirada hasta conectarla con la suya.

- La verdad es que... -su voz se convirtió en un susurro y sin pensarlo más, envolvió sus brazos alrededor de su cuello, cerrando sus lacrimosos ojos a tan solo un ligero centímetro de su rostro, prensando nuevamente sus húmedos labios - ... yo tampoco he dejado de amarte, gianni. No podría, aunque quisiera, porque te amo más que a mi propia vida.

Sus cuerdas vocales tambalearon, las lágrimas cayeron agotadas sobre la curva de su cuello y sus labios se impulsaron hacia los suyos durante un breve segundo, moviéndose luego hasta sus ojos para situar sus besos en sus párpados, sus cejas y sus pestañas. Gian exhaló un soplo contenido y la atrajo entre sus brazos, atrapando su cuerpo en un agarre suave y necesitado. Su boca capturó sus labios y empezó a besarla, absorbiendo todo el sabor que había extrañado sentir durante todos estos días, todavía sintiendo el martilleo punzante en su corazón mientras lo hacía.

- Solo has sido vos, solo vos. -los suaves labios de camila murmuraron contra los suyos y su pecho experimentó el vaivén de sensaciones que la embargaba por completo - Todo el tiempo, Gian, cada minuto y segundo de la vida. En mi cabeza, en mi corazón, no he podido pensar en nada más desde que me enamoré de ti.

La menor se separó de inmediato de sus labios y aferró sus brazos con más fuerza alrededor de su cuello, cerrando sus ojos para colocarlos sobre su hombro izquierdo.

- Perdóname, Gianni, perdóname por haberte golpeado -las lágrimas se agolparon en sus ojos y empezó a deslizar sus labios sobre la superficie de sus hombros, depositando besos hasta subir hacia su cuello y recostar su cabeza ahí, aún susurrando - Por haberte dicho ciertas palabras hirientes y no haberte oído cuando me lo pediste, perdóname también.

Gian capturó su barbilla entre sus manos y estacionó su boca en la curva de su nariz, corriendo su lengua caliente a través de sus lágrimas, barriendo sus mejillas ardientes y humedecidas, descendiendo hasta capturar su boca y perderse en ella. Su lengua palpó la suya con suavidad, mezclándose en una danza lenta y edulcorada, mientras sus manos se instalaban en su espalda y empezaba a hacerlo retroceder todo el espacio restante hasta lograr recostarla en uno de los largos asientos, sin separarse nada de ella. Le tomó el brazo derecho y se levantó, capturando su dedo pulgar entre sus dientes para darle un ligero mordisco y rodar sus labios en forma de besos rápidos sobre la punta de cada uno de sus dedos, ascendiendo hasta tocar su palma con su lengua y sus labios, sin dejar de mirarla.

- Desde que te vi, me gustaste tanto. Recuerdo que estuve a solo dos pasos de perder la cabeza por vos. Me deslumbraste. -besó la parte frontal de su brazo y sus labios subieron hasta su antebrazo - Tus labios, tus ojos, tu sonrisa, tu cuerpo, tu pelo, tu aroma, tus palabras. -alcanzó su otro brazo con lentitud y capturó su dedo meñique en su ardiente boca, sorbiendo suavemente - Estabas en mis pensamientos, tú y tu hermosa sonrisa. Siempre sonriéndome, siempre diciéndome ciertas cosas que nunca antes había oído en mi vida. -mordió su dedo índice con fineza y deslizó su boca hasta toparse con el pulgar -Movias todos mis nervios y colocabas mi mundo de cabeza, porque nadie como vos se había cruzado antes en mi vida. Nadie que supiera decir las cosas con ese tono y con esa voz, nadie tan cálida, nadie que supiese meterse en mi mente tan rápido como vos... -una sonrisa se bosquejó en sus labios, mientras bajaban hasta su palma izquierda - Y como un idiota, quise luchar contra lo que sentía, intentar alejar todo de mí, aunque en el fondo sabía que eso era imposible. Sí, estaba completamente enamorado de vos. -la punta de su lengua hizo trazos sobre su superficie, mordisqueando suavemente para después depositar besos sobre esta - Tenía algunos líos en mente, algunos problemas, algunas heridas, cosas que me habían sucedido y que creí que nunca olvidaría, pero que tú me ayudaste a superar con solo hablarme y sonreírme. -se inclinó sobre ella y acarició su nariz con la suya durante un breve instante, encontrándose con uno de sus suspiros - Eras tan buena y yo no era precisamente la persona que merecías tener a tu lado, pero me permití ser egoísta y no pensar en nada más que no sea tenerte conmigo. E incluso así, creo que somos la combinación perfecta.

Su mano se asentó sobre su espalda y fue descendiendo hasta aferrarse a su cintura y aproximar sus labios a su boca, rozándola y hundiéndose en su cavidad en pocos segundos. Su lengua se abrió paso lentamente y volvió a acariciar la suya, adentrándose un tanto más.

- Yo te amo, Gian, demasiado -susurró camila en una inspiración, cerrando los ojos ante su suave contacto.

Continuó besándola, disfrutando de su sabor dulcificado mezclándose con el suyo, aumentando la intensidad a cada segundo transcurrido, mientras sus manos empezaban a delinear su cuerpo y se separaba para acercarse a su oído, acaparando su lóbulo izquierdo con su boca.

- Mi amor, mi antídoto, mi cura, mi camila, mi ángel, mi bonita.

Sus labios descendieron hasta su cuello y la observó entreabrir los labios en un suspiro dulce,

al mismo tiempo que su boca volvía a atesorar la suya con mayor fogosidad, apresurando los latidos atronadores de su corazón. Tomó un breve segundo para recuperar la respiración y su cuerpo no respondió cuando, entre su vista empañada por el calor y el resto de lágrimas, logró divisar tres siluetas. 2

Y no tardó nada en reconocerlas.

Su hermana estaba observándolo todo con el rostro sin color, su madre desfallecía a su lado y su padre se mantenía irguiéndose junto a la puerta, mirándolo con el cuerpo enrojecido, los puños apretados y las venas azules, que temblaban sobre su carne, listas para reventar.

- ¿Es esto lo que se supone que haces cuando estoy afuera?

Inocencia Pasional |giamila|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora