Capítulo 19: So High School

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El silbato del profesor resonó en el gimnasio, y todos nos agrupamos mientras explicaba la actividad de hoy: aprenderíamos a hacer nudos que podrían ser útiles en actividades al aire libre.  Al mirar la cuerda en mis manos, sentí una pequeña satisfacción; esto se me daba bien. En realidad, no era la primera vez que hacía este tipo de nudos, y ver cómo mis compañeros batallaban un poco me hizo sonreír, disfrutando el raro momento en el que sabía que tenía ventaja.

A mi lado, Dylan intentaba hacer el nudo, pero sus manos parecían torpes y perdidas entre la cuerda. Observé cómo fruncía el ceño, sus dedos enredándose con la cuerda de una manera que solo empeoraba las cosas. Estaba claro que no le iba nada bien.

—¿Necesitas ayuda? —pregunté, tratando de disimular una sonrisa.

Dylan me miró, con una mezcla de frustración y resignación en su expresión. —Creo que este tipo de cosas no son lo mío. En el equipo de baloncesto no nos enseñan a hacer nudos, ¿sabes? —dijo, encogiéndose de hombros con una sonrisa algo torcida.

—Bueno, pero nunca está de más aprender algo nuevo —respondí, tomando su cuerda y colocándola entre mis manos con confianza. —Mira, es sencillo si lo haces así.

Mientras le mostraba cómo entrelazar los extremos, él observaba atentamente, aunque de vez en cuando lanzaba una mirada distraída, como si estuviera pensando en cualquier otra cosa menos en el nudo que intentaba aprender. Mis manos se movían con rapidez y precisión, formando el nudo perfecto en cuestión de segundos.

—Ves, no es tan complicado —le dije, entregándole la cuerda ya lista.

Dylan la examinó, sorprendido por lo fácil que lo hacía parecer, pero aún con una expresión escéptica. —Bueno, supongo que si algún día me pierdo en el bosque, te buscaré a ti para que me rescates —bromeó, en un intento de quitarle importancia al asunto.

—Podrías intentarlo tú, a ver si logras hacerlo ahora —le sugerí, intentando animarle a probar una vez más.

Él intentó imitar lo que yo había hecho, pero la cuerda parecía tener voluntad propia en sus manos, y pronto el nudo estaba completamente mal hecho. Suspiró, resignado, y se encogió de hombros otra vez.

—La verdad, creo que el baloncesto es lo mío. Prefiero las pelotas de baloncesto antes que esta mierda de cuerdas. —dijo, soltando una risa mientras sacudía la cabeza.

No pude evitar reír también, viendo lo mucho que luchaba con algo tan simple para mí. —Bueno, es útil saber de todo un poco, aunque sea para situaciones como esta —le dije, mientras él me devolvía la cuerda, rindiéndose oficialmente.

Nos reímos juntos, y, por un momento, se sintió como en los viejos tiempos, cuando las cosas eran más fáciles entre nosotros. Pero esa sensación de cercanía fue breve. Dylan miró hacia el otro lado, como si quisiera distraerse, y yo sentí ese vacío incómodo cuando se apartó.

La clase de Educación Física avanzaba con una mezcla de entusiasmo y nerviosismo. Después de la actividad de los nudos, el profesor decidió que la mejor manera de continuar era con un partido rápido de balonmano, un deporte que no se me daba ni muy bien ni muy mal, pero que siempre me divertía intentar. Al parecer, hoy estaba en el equipo contrario a Dylan, algo que en otras circunstancias me habría intimidado un poco, pero después de la dinámica de los nudos, sentía que podía manejarlo.

—Bien, Everett, a ver si tus habilidades con la cuerda sirven en algo en balonmano —se burló el profesor con una sonrisa, como quien sabe que acaba de lanzar un reto.

Dylan soltó una risa baja, lanzándome una mirada juguetona antes de posicionarse en su puesto. Sabía que él era increíblemente bueno en casi todos los deportes, así que no me sorprendía verlo moverse con agilidad y precisión. La rapidez con la que lanzaba y capturaba el balón, su capacidad para pasar entre los jugadores rivales, incluso la forma en que parecía anticiparse a cada jugada... Era impresionante.

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⏰ Última actualización: 8 hours ago ⏰

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Todo lo que pudo haber pasado - Aroa MonteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora