28. No me toques.

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Cerca de las 3 de la madrugada, Edgar llegaba al fin a su departamento, tuvo que irse caminando, ya que, el dinero que llevaba encima, se lo había quitado... el idiota ese, no quería tomar un taxi, no sabía ya que quería, solo esperaba entrar en su cama y desaparecer, desaparecer para siempre.

Una vez que logró llegar y estuvo en su habitación, lloró, lloró profunda y amargamente y no paraba de tocar ese golpe en su mejilla, se sentía tan fuera de sí, como si todo en él se hubiera evaporado, ni siquiera quería tomar una ducha, en ese momento, solo deseaba que por alguna razón, al cerrar los ojos, ya no viera más el día, ni nada, solo... desaparecer.

Se quedó dormido y al día siguiente no sabía que hacer, así que no hizo nada, no fue a la escuela, no fue a trabajar, ni siquiera tomó su celular, solo estaba en su cama recostado y pensando en que si seguía así, podía cumplir su aspiración de dejar de existir.

Pero no tuvo, (lo que en ese momento creia) esa suerte, ya qué, por la noche tocaron a su puerta, eran Philip y Dan, y estaban preocupados, ya que solo una vez había faltado, por estar enfermo e incluso en ese momento, había llamado, pero ahora nada... solo silencio.

Pasaron las horas y escuchó su puerta abrirse, esto lo alarmó, ya que, temía que fuera ese idiota queriendo terminar y hundirlo aún más.

Pero era Philip y Dan, al verlo corrieron a ayudarlo, su imagen era muy triste, ojos rojos y decaídos, boca seca por no haber tomado ningún líquido en casi 24 horas, la nariz roja y completamente sucio, casi un día sin tomar una ducha.

- Edgar pero que...

- Estas bien?

Edgar no podía contestar, así que hizo lo único que había hecho desde ese terrible momento... llorar.

Philip y Dan se preocuparon aún más y cuando Dan puso una mano en su hombro la reacción de rechazo fue inmediata.

- No me toques!

Esto dejó aún más conmocionados a Philip y Dan, solo se quedaron allí y lo vieron llorar, hasta que, cerca de la 1 de la mañana, Edgar les pidió que se fueran.

Ellos solo hicieron caso en parte, ya que, se quedaron en la sala, esperando para cualquier cosa que Edgar necesitara.

- Philip... crees que...

- Es... probable.

- Pero no Noel... verdad?

- Espero que no... mañana hablaré con él.

Dame tu manoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora