Capítulo 3: Combustión latente.

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Capítulo 3: Combustión latente.

La semana pasó más rápido de lo que Sanemi esperaba, era como si el tiempo se le hubiera escurrido como agua entre las manos y antes de darse cuenta el cuervo de Gyomei se presentó en su ventana.

— Sanemi-San, Gyomei-Sama está listo para recibir su visita.

Su estómago revoloteo mientras se estremecía. Era viernes. Y como cada viernes Gyomei lo mandaba a llamar para tomar té y ver las estrellas juntos. Su cuerpo se movió solo y quiso ir con él, quiso ir y seguir como si nada hubiera pasado, seguir tocando sus manos, seguir perfumándose como si aquella noche, que había repetido tantas veces en su cabeza no hubiera cambiado nada entre ellos.

Pero algo había pasado con su corazón desde la última vez que se vieron. Algo estaba terriblemente mal con él.

Había comenzado a fantasear con el alfa, todo a su alrededor se lo recordaba, no podía apartar los pensamientos de esa noche de su cabeza, los sonidos de placer que hacia arriba de él, el rostro complacido cuando lo nudaba y sus besos húmedos y eróticos… a veces incluso se había tocado recordando esa noche.

Él, un Alfa, se había tocado imaginándose penetrado por otro alfa. No había cosa más humillante y antinatural que aquella.

— Dile que no iré— Dijo, pero entonces imagino a Gyomei en su finca recibiendo el mensaje, pensando que estaba enojado con él y decidió que esa no era la mejor idea, pues no quería más malentendidos entre ellos. Ya había un lío que debían solucionar y agregar algo más no le resultaba atractivo— E-Esta vez me siento un poco enfermo… dile que lo dejaremos para la siguiente semana.

El cuervo graznó y lanzó el vuelo.

El que se sintiera mal no era del todo falso. La vergüenza no le permitió ir a la finca de las mariposas, sin embargo el dolor le orilló a buscar ayuda. Era bien sabido que en el distrito rojo habían doctores dedicados exclusivamente a atender heridas relacionadas al sexo, mando a su cuervo a buscar uno y a las pocas horas ya había un doctor Omega en la puerta de su casa. Tuvo que pagar un poco más por su silencio, sobre todo cuando el doctor le dijo:

— ¡Madre santa! ¿Qué te hicieron criatura? — Al examinar entre sus piernas, Sanemi se sentía avergonzado de tener que abrir las piernas alzándolas sobre una estructura de madera que el Omega había instalado en su cama, una tela cubría sus piernas dándole una falsa sensación de intimidad. — Tienes un desgarre, tu umbral de dolor debe ser muy alto, otro ya estaría retorciéndose del dolor, si vas a tener sexo con alguien debes usar lubricantes especiales, al ser un alfa no lubricas biológicamente, tu pareja debe…

Cubrió su rostro con los brazos por la vergüenza, si bien su educación sexual era prácticamente deficiente, para ese punto sabía que quizá de haber usado algo para que el pene de Gyomei resbalara mejor en su interior habría sufrido menos al ser penetrado. La idea de comprar alguno de esos lubricantes y aceites especiales para tener otro encuentro con el alfa dominante se había apoderado poderosamente de sus pensamientos, siendo una de las ideas que más le habían aterrado. El doctor pareció interpretar mal su vergüenza y frunció el ceño.

—Oohh… — La lástima en su rostro fue un golpe duro en su orgullo — Conozco a alguien que puede ayudarte, págale la mitad de lo que me has pagado a mi y matara a quien quiera que te haya hecho esto-

— ¡No fui violado!

— Estas heridas son de un sexo muy rudo y perdóname pero no te vez como el tipo de persona a la que disfrute ser penetrado. ¿Te tomaron a la fuerza, no, querido?

— No— Dijo sinceramente — Yo lo quería.

El omega suspiro sonrojándose y le dejó el tratamiento completo mientras se iba.

Fuego ardiente (HimeSane) (Omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora