Bill

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Estaba satisfecho por la cena; la comida era exquisita y el vino era lo mejor, sin duda. Volvería a este crucero, esperaba que fuera con Tom, pero era una pura ilusión mía. Al bajar de ese barco, Tom y yo debíamos separarnos definitivamente; esa era la realidad y dolía demasiado.

La mesera se acercó de nuevo para llevarse los platos y dejó la cuenta. Se fue con el carrito hasta perderse en la cocina y salió de nuevo, meneando sus caderas más de lo normal. Se acercó con el aparato en sus manos y Tom le dio su tarjeta para pagar.

Entre más coqueteaba, más me servía una copa de vino y me la tomaba de un sorbo.

-¿Estarás aquí después que el crucero atraque en Honolulu? -preguntó.

-Sí, aquí estaré -respondió.

-Qué bueno, te dejarías invitar algo ese mismo día. Tengo vacaciones y podríamos... -dijo.

-Tiene novia -intervine con tono frío, bebiendo un sorbo de vino.

-Yo no soy celosa -expresó riendo.

-Pero yo sí.

-¿Mmm? -preguntó.

-Digo, que ella sí lo es -aclaré.

-Pero no se enterará. ¡No sabes lo que dicen de los barcos! Es como Las Vegas: lo que pasa aquí se queda aquí.

La muy zorra estaba acabando con mi paciencia.

-Gracias por la lección de geografía, pero ya puedes retirarte -dije.

-¿Es tu papá? -preguntó.

-¡No!, soy su esposo, y ahora largo -respondí.

-Oh, pero dijiste que tenía novia -dijo ella.

-Es mi exesposo -informó Tom, calmado.

-Oh, es raro que estén viajando juntos -comentó.

-Dímelo a mí -dijo.

-Bien, no importa, te veré después por aquí, cuidate -dijo ella, guiñándole el ojo a Tom antes de caminar hacia otra mesa para atender a los comensales que esperaban.

-Deberíamos irnos a descansar -le propuse a Tom, y él asintió, levantándose de la silla. Pero las luces se apagaron y un animador anunció un show central. La música comenzó y los demás asistentes aplaudieron, especialmente las mujeres.

Un agarre en mi muñeca me hizo sentar de nuevo, y entonces vi a Peter allí, sentado junto a Tom, dándole una bebida.

El show empezó: era un grupo de chicos bailando con un vestuario bastante sugerente, pero que les quedaba bien. Eran sexys. Me perdí en el baile, en sus movimientos sincronizados, y hasta en la cantidad de señoras que les daban dinero por tomarse fotos o simplemente por tocarlos.

El carraspeo de Peter me hizo mirarlo. Estaban de pie, listos para irse. Me levanté y los seguí hasta la habitación. Me apresuré por tomar el baño de primero; no quería ver el coqueteo descarado de Peter.

Cuando sentí la puerta cerrarse, salí, viendo que estaba solo. Mi cabeza maquinó a mil por hora, pero no podía armar un show. Así que encendí un cigarro y salí para ver la luna que brillaba en el cielo. Esa zona era muy oscura, por lo que no me di cuenta de la presencia a mi lado hasta que habló.

-¿Estás enojado? -preguntó, haciéndome sobresaltar un poco.

-No, ¿por qué? -contesté sin girar.

-Siempre fumas cuando estás así -murmuro.

Me di vuelta y vi que él también fumaba.

-Y tú siempre lo haces cuando estás nervioso -expresé, y él sonrió, asintiendo levemente. Tomó de nuevo el cigarro y se lo llevó a los labios para sacar el humo. Demonios, mi bebé se veía hermoso. Quité mi mirada y la fijé en la luna de nuevo.

-Peter dijo que mañana tenemos un día de spa -informó.

-¿En serio? -indagué. -Creo que lo necesito urgente -.

-Sabía que te iba a encantar la idea -me dijo mientras le daba otra calada a su cigarro.

-Espera... Dijiste "tenemos", ¿osea... que tú...? -pregunté.

-Sí, voy a ir -respondió.

-Pero tú odias esas clases de cosas -

-Quiero acompañarte -.

-¿Por qué? -pregunté.

-Este crucero es para saber si aún queda algo que salvar en nuestra relación. Solo quiero intentarlo -

No dije nada porque me tomó de sorpresa. No era que no quisiera intentar salvar el matrimonio con Tom, solo tenía miedo de volver a ser el típico egoísta, gruñón e hijo de perra que siempre había sido.

Entramos porque hacía un frío demasiado fuerte y, mientras buscaba algo para dormir (porque obviamente no había pensado en tener compañía en mi habitación), él me tendió una camiseta suya. Yo la tomé con nerviosismo; ese detalle lo extrañaba muchísimo. Me había quedado con algunas camisetas suyas que había dejado abandonadas en nuestra casa, pero no se sentía igual. Su olor cada vez se desvanecía y ya no eran útiles para mí.

Le sonreí y le indiqué que iba al baño a cambiarme. Entre tan rápido que, cuando llegué y me encerré, jadeaba demasiado. Me apoyé en la puerta cerrada y tomé su camiseta, empuñando para olerla. Era el mismo perfume que utilizaba; su aroma me tranquilizó. Con más calma, me desnudé y me la coloqué, doblando la que me había quitado. Salí muy despacio, pensando que ya estaría acostado, pero aún estaba mirando por la ventana, viendo el mar en la oscuridad de la noche.

-¿Aún despierto? -le pregunté, caminando hacia la pequeña cocina de la habitación. Necesitaba un whisky urgentemente.

-Eh... no sabía dónde dormir -dijo viendo su camisa en mi.

-Tranquilo, toma la cama. Yo duermo en este sofá... se ve cómodo -dije, palmoteando el sofá. Noté que estaba duro, pero prefería eso a verlo tan nervioso por compartir cama.

-¿Seguro? -murmuró.

Yo asentí, bebiendo el whisky.

-Hasta mañana -susurró cuando apagué las luces.

-Descansa -contesté, sirviéndome otro vaso de whisky.

Fue una noche larguísima. Como supuse, el sofá era demasiado incómodo y, por estar cerca de la ventana, sentí un frío terrible que, aunque tuviera dos sábanas, me calaba hasta los huesos. Me levanté varias veces a orinar y siempre tuve que ser fuerte porque a Tom se le veían ciertas partes de su cuerpo, e era inevitable no verlas cuando iba al baño.

En otro momento, hubiera saltado encima de él para comérmelo, pero ahora quería ser diferente, al menos en ese viaje.

La luz solar se coló por la ventana y el estúpido de Peter nos levantó muy temprano para nuestra cita en el spa.

𝑵𝒐 𝑷𝒖𝒆𝒅𝒐 𝑫𝒆𝒋𝒂𝒓𝒕𝒆 𝑰𝒓  ⟬ᵗʷᶜⁿʳ⟭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora