Capítulo 11 - Un ciclo sin fin

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Pov.

Después de su reconciliación, Alaya y Kiara habían logrado lo que parecía un equilibrio frágil. Las palabras que se habían dicho durante su última pelea quedaron en el aire, y aunque ambas trataron de ignorar los resentimientos ocultos, era evidente que algo se había roto. Las cosas volvieron a la normalidad en apariencia, pero las discusiones tontas comenzaron a surgir con más frecuencia.

Kiara se volvió más intensa. La necesidad de estar siempre cerca de Alaya se volvió casi obsesiva. Quería saber con quién estaba, qué hacía en cada momento, y aunque Alaya intentaba no darle importancia, no podía evitar sentir una incomodidad creciente. Por otro lado, Alaya tampoco podía controlar los celos que sentía cada vez que Kiara pasaba tiempo con Frida. Incluso en los momentos más inocentes, como verlas reír juntas en los pasillos, un nudo se formaba en su estómago.

—No entiendo por qué pasas tanto tiempo con ella —le reclamó Alaya una tarde, con los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo. Estaban en el patio del colegio, alejadas de los demás, pero el ambiente entre ellas era denso.

—¿Con quién? —respondió Kiara, como si no supiera a quién se refería.

—Con Frida. Siempre es Frida. Antes éramos tú y yo, pero ahora parece que ella te importa más que yo —respondió Alaya, alzando la voz.

—¡Eso no es cierto! —exclamó Kiara, irritada—. Ya hemos hablado de esto. Ella es mi amiga, pero tú siempre serás mi mejor amiga. ¡No tienes por qué ponerte así!

—¿Y Sophie? —preguntó Kiara de repente, cambiando el tema abruptamente—. ¿Por qué pasas tanto tiempo con ella? Me molesta que actúes como si yo fuera la única que se aleja.

Alaya se quedó en silencio por un momento. Sabía que no era lo mismo. Con Sophie, siempre había tenido una relación estable y tranquila, algo que con Kiara ya no era posible. Pero en ese momento, no encontró las palabras para explicarlo.

—Sophie no es Frida —dijo finalmente, evitando la mirada de Kiara.

—Exacto, Sophie es peor —replicó Kiara con frialdad—. Al menos Frida no me mira con esa cara de superioridad que Sophie siempre tiene cuando está contigo. Siempre está tratando de hacerte creer que es mejor amiga que yo.

Alaya rodó los ojos, frustrada. Cada vez que intentaban hablar, terminaban en un círculo sin fin de recriminaciones. Lo que había comenzado como una relación de amistad cercana se había convertido en una constante batalla por el control. Kiara no soportaba que Alaya tuviera a Sophie, Luisa y Celeste como apoyo, y Alaya no podía con la presencia de Frida.

Con el tiempo, las peleas tontas se volvieron una rutina. Discutían por cualquier cosa, desde con quién almorzaban hasta a qué hora se contestaban los mensajes. Y aunque siempre encontraban una forma de hacer las paces, nunca lograban resolver el problema de fondo. A veces, las discusiones no eran más que quejas absurdas sobre quién había "abandonado" al otro más veces durante la semana. Otras veces, los reclamos eran más serios.

—Alaya, no puedes pedirme que deje de hablar con Frida solo porque tú no la soportas —le dijo Kiara un día, agotada por los constantes reclamos.

—No te pido eso. Te pido que entiendas cómo me siento —respondió Alaya—. No es solo Frida, es que siento que cada vez te alejas más de mí.

—¿Y tú crees que yo no siento lo mismo cuando estás con Sophie, o cuando prefieres salir con Luisa y Celeste? —la interrumpió Kiara, visiblemente molesta—. No me digas que no te importa. Yo también lo noto, Alaya.

Era cierto, Alaya pasaba más tiempo con Luisa y Celeste. Se había acercado a ellas de manera inesperada, y aunque su relación seguía siendo algo superficial, le brindaban un respiro de la presión que sentía con Kiara. Sin embargo, cada vez que se alejaba de Kiara, el vacío que sentía al no poder resolver sus problemas con ella se hacía más profundo.

Las tensiones aumentaban. Ninguna de las dos quería ceder, y aunque intentaban actuar como si todo estuviera bien, las pequeñas peleas se volvían más y más frecuentes. No pasaba un solo día sin que hubiera algún malentendido. Incluso cuando intentaban divertirse, algo pequeño siempre arruinaba el momento. Una palabra malinterpretada, una mirada de más a alguien más... cualquier cosa podía desencadenar una discusión.

El círculo vicioso parecía no tener fin, y ambas lo sabían. A veces, Alaya pensaba en terminar la amistad de una vez por todas, pero algo la detenía. Tal vez era el miedo a quedarse sola, o quizás el simple hecho de que, a pesar de todo, seguía queriendo a Kiara. Pero el desgaste emocional estaba empezando a pasarle factura.

Finalmente, una tarde en la que discutían por algo insignificante, Alaya explotó.

—¡Estoy cansada de esto, Kiara! —gritó—. Siempre estamos peleando por lo mismo, y yo ya no puedo más.

Kiara la miró, sorprendida por el estallido de Alaya. Se quedó callada por unos segundos, como si no supiera qué responder. Alaya sintió un peso en el pecho al ver la expresión de su amiga, pero no se retractó. Sabía que había llegado al límite.

—Tal vez... tal vez es mejor que tomemos un descanso —dijo Kiara finalmente, con la voz apenas un susurro.

Las palabras de Kiara resonaron en la mente de Alaya. ¿Un descanso? ¿Era eso lo que realmente necesitaban, o solo era el principio del fin de su amistad?

El capítulo terminó con un silencio incómodo entre ambas, pero esta vez no hubo reconciliación inmediata, no hubo palabras que suavizaran el golpe. El futuro de su relación estaba más incierto que nunca, y Alaya sentía que, de algún modo, ya había perdido a Kiara.

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