Capítulo 32, La foto

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Chloe

"A mí. Me tienes que satisfacer y complacer a mí, listilla."

Tener a un hombre billonario inmovilizado, hecho.

Probarme un conjunto de lencería y llevarlo en frente de Adam, hecho.

¿Qué más debería tachar de la lista?

Ah sí, ponerme encima de él y montarle como vaquera. Porque puedo y porque quiero.

Hecho.

Así me gustaba mi mentalidad, de diva y mujer empoderada. Se me escapó una sonrisa lobuna cuando lamí su piel, sorprendiéndole.

⎯ ¿Qué haces?⎯ interrogó, mirándome con esos ojos grises brillantes, analizándome.

⎯ Provocarte.⎯ Mordí su labio inferior, todavía sonriendo.

Decidí deshacer los nudos de las cuerdas de sus manos, liberándole. Él suspiró de alivio, pero todavía debía desatarle los pies. Al cambiarme de posición para encontrarme más cómoda, aprovechó para darme una nalgada en el culo.

⎯ Esto por desobedecerme.⎯ Respiró en mi oído, su tono de voz ronco mandó escalofríos por todo mi cuerpo.⎯ Y esto por dejarme con las ganas antes.

Gemí, su mano había golpeado mi trasero otra vez.

⎯ Muy bien, listilla. Tan sexy para mí.⎯ El halago en la oración calentó mi interior, y su toque se volvió uno mucho más dominante, demandante y voraz. Abruptamente, me desabrochó el sujetador.

No podía esperarse ni un minuto más, el hambre lo estaba matando. Me di cuenta de que sus palabras denotaban un deje de posesividad, de "Ningún hombre te va a tocar además que yo". Quizás me había equivocado al mostrarme más física y receptiva con él, es decir, éramos dos personas muy distintas, no nos íbamos a entender ni en mil años.

⎯ No soy exclusiva Ryder. ¿Lo sabes?⎯ Recorrí su mandíbula con mis uñas negras, largas y afiladas.

⎯ Puede que ahora no lo seas.⎯ murmuró, bajando su mirada hacia mis pechos lechosos, desnudos.⎯ Pero lo serás.

No pude resistirme ni negarlo, olía tan bien, me tocaba de una manera adictiva: dulce al principio, y rudo al final. Dibujaba patrones en la parte baja de mi espalda, no sé. En este momento, no me pareció mal la idea de cederle el control, de que hiciera lo que quisiera conmigo.

¿Me habría vuelto loca?

⎯ Necesito sentirte.⎯ Quedé frente a él, con los ojos cerrados, semidesnuda, nerviosa... y recité: ⎯ Mira, sé que me deseas, es mutuo. Podemos acordar algo.

⎯ ¿El qué?⎯ Enredó los dedos en mi cabello dorado, al que todavía no me había acostumbrado.

⎯ Amigos con derecho.⎯ Jugueteé con el mechón rebelde, ese que siempre me recolocaba el niño rico detrás de la oreja.

Tendría que haber inmortalizado su cara en ese puto instante, la expresión que puso fue digna de un retrato, Dios. Había hecho sonrojar a Adam, qué honor.

⎯ No me lo puedo creer.⎯ balbuceó.⎯ Eres una viciosa del sexo.

Me ofendí, abriendo la boca como un pez globo.

⎯ Lo dice el que se enfadó porque no se la chupé.⎯ ataqué su orgullo masculino.

Con qué poca desfachatez me echaba mi actividad sexual en la cara, por la Virgen de los Libros.

⎯ Mujer, me ilusionas, te veo ahí tan bonita de rodillas... y luego nada.⎯ argumentó, un poco triste, recordando cómo ayer jugué con sus sentimientos.

Dulce odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora