Cuando Eros me besó, sentí que todo a mi alrededor se desvanecía. Era como si solo existiéramos él y yo, como si el mundo entero se parara por un instante. Al separarnos, me miró a los ojos, y con esa sonrisa que me hace perder el norte, me susurró:
-Te quiero, Mia... Estoy loco por ti.
Me derretí. No hay otra forma de decirlo. Me abrazó con fuerza, y yo solo pude aferrarme a él, sintiéndome la chica más afortunada del mundo. Pero, por supuesto, Ashton tenía que abrir la boca y arruinar el momento:
-Venga, tío, deja algo para la boda -dijo en tono burlón.
No pude evitar reírme y, antes de pensarlo dos veces, le saqué la lengua a Ashton como si fuera una cría.
-¡Madura, Mia! -me respondió él, entre risas, mientras Cala le daba un suave codazo en las costillas.
-No te preocupes, Ash, la boda va a ser aún más épica -le respondí, guiñándole un ojo. Y ahí estaba yo, rodeada de la gente que más quería, disfrutando de uno de los mejores días de mi vida, con el chico que me hacía sentir como si fuera la única persona en el mundo.
La fiesta seguía a tope, y todo el mundo parecía pasárselo en grande. Eros, Ashton, Cala y yo estábamos juntos, charlando y riéndonos, cuando de repente vi a Olivia acercarse de manera sospechosa hacia la mesa principal, donde estaban colocados el pastel y las bebidas. Mi radar de problemas se activó al instante. Era demasiado obvio que tramaba algo.
-Eros... -le susurré, dándole un toque en el brazo.
-Ya la he visto, pequeña -me respondió sin apartar la mirada de Olivia.
-¿Qué crees que está haciendo? -preguntó Cala, frunciendo el ceño.
-Nada bueno, seguro -murmuró Ashton mientras daba un paso adelante-. Vamos a pillarla.
Nos acercamos de forma disimulada, intentando no llamar la atención, y, efectivamente, pillamos a Olivia con las manos en la masa. Estaba echando algo en una de las botellas de champán que había en la mesa. Ashton no se lo pensó dos veces y se aclaró la garganta, llamando su atención.
-Vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí? -dijo Ashton en un tono burlón que me hizo reír por dentro. Olivia se giró, sorprendida, y su cara era un poema.
-¿Qué estás haciendo? -preguntó Eros, cruzando los brazos y mirándola fijamente.
-Yo... no es lo que parece -balbuceó Olivia, intentando ocultar la botella que tenía en la mano.
-Claro, seguro que es una tradición milenaria estropear la bebida en las fiestas -Cala rodó los ojos, cruzándose de brazos.
Olivia intentó reaccionar, pero ya era demasiado tarde. Mi padre y el suyo se acercaron a la mesa, notando que algo raro pasaba.
-¿Qué ocurre aquí? -preguntó mi padre, con ese tono autoritario que me recordaba a cuando era pequeña y me pillaba haciendo alguna travesura.
Eros fue directo al grano, sin andarse con rodeos.
-Olivia estaba intentando echar alguna droga en las bebidas -dijo, señalando la botella que aún sostenía Olivia.
El padre de Olivia, Benjamin, se quedó blanco.
-¿Qué? ¡Eso no puede ser cierto! -exclamó, mirando a su hija con incredulidad.
-Pues no sería la primera vez que hace algo así en un cumpleaños de Mia -intervino Cala, cruzando los brazos-. Una vez la tiró por las escaleras, y en otra ocasión, la dejó encerrada en el baño durante horas.
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MI DESASTRE FAVORITO
Genç KurguMia Thomson es una chica de 26 años con una mezcla única y extravagante: padre griego, madre noruega, y nacida en Sídney. Estudió Derecho Mercantil, y según su amiga Cala, es un "desastre con patas" certificado. Mia es la definición perfecta de torp...