𝓲. 𝐀𝐝𝐨𝐥𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬

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      Una pila de roca. Perfectamente pulida. Inmejorablemente derecha. Fue lo primero que vio Caronte junto con el tacto del alto pasto que le provocaba una picazón intensa en las manos. Pronto cayó en cuenta, cuando se levantó, qué no había un solo monumento de piedra.

      Caronte se encontraba en medio de un cementerio.

      Las imponentes lápidas no tenían fin, yendo en fila uniforme, con el pasto rodeándolos y una bruma de niebla en el ambiente.

      —¿Hola? —llamó Caronte.

      Pero nadie respondió.

       Sus palabras hicieron un imposible eco, sin saber de donde provenían, puesto que eran de todas las direcciones y a la vez ninguna, como si se ahogar a en el agua y alguien lo llamara debajo de esta, pero a su vez que la oscuridad fuera demasiado como para distinguir.

      No se dio cuenta que ahora caminaba, pero a pasos dudosos y lentos, con la mirada perdida y ausente de algún sentimiento que no fuera angustia. El pasto infinito que antes lo relentizaba pronto empezó a agotar lo debido al apartar de este con su avanzar, y a los pocos momentos ya no las sentía, solo un desagradable agarre sobre sus tobillos, sus pies y sus piernas, y cada vez más ascendía.

     Al bajar la mirada confundido solo pudo distinguir como el pastizal se había unido en columnas con dedos qué se aferraban a sus bajas extremidades, como brazos muertos.

     Y el susurro a modo de eco se intensificó y se duplicó, y luego se distorsionó.

      —CULPABLE.

      —MALDITO SEAS.

      —¿POR QUÉ, POR QUÉ LO HICISTE?

      Y entonces hubo una que sonó más alto, gravosa y rugiente qué todas— ¡¡¡Χάροντας~!!!

       —¡Oye! ¿Te pasa algo? Por un momento casi pareció que te fuiste a conocer a San Patricio o algo así —dijo una mujer de enmarañado cabello bajo el arco de la entrada a una puerta, apoyándose junto a esta y mirando a Caronte.

       —Huh, ¿residencia de Agatha Harkness? —llamó Caronte a modo de pregunta, olvidando el trance reciente y reforzando el agarre a la carpeta que tenía en la mano derecha y alzó su mano libre para asegurar su gorra azul a juego de uniforme; Helios, entregas más rápidas que el cielo.

       —¿Qué, disculpa? —preguntó una Agatha bastante anonadada, parpadeando parpadeando de manera forzosa.

        —Agatha Harkness, también Agnes, creada por Stan Lee y Jack Kirby, bruja desgraciada tramposa qué casi mata a esposa Wandita, aunque ahora te aman, así lo dice aquí... —reitero Caronte con entusiasmo notable pero no demasiado, haciendo al descubierto sus papeles sobre tablón de madera, mostrándole la segunda página a Agatha tras doblar la primera—. Aquí, así es como te llaman, bruja desgraciada tramposa qué casi mat...

      —¡Okay, okay! Vale, ya entendí, no soy una marmota para que me andes repitiendo mil y un veces —dijo la mujer bastante molesta, pero más aún afanada por algo que trataba de esconder.

      Mientras no fuera algo debajo de esa bata, el pelo enmarañado y la mancha de sangre en su palma, Caronte no se preocuparía.

      —Dime ya de una vez que demonios quiere un estirado mostachón como tú y lárgate, o llamaré a la policía.

       —Vengo por tu alma, Agatha Harkness. ¡Un encargo especial, así le llaman! Generalmente esas son las que mejor trato reciben puesto que Mephisto les tiene cierto deseo como coleccionista.

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⏰ Última actualización: Oct 06 ⏰

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𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓  ▇  Agatha H. x OcMaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora